Desenlace previsible
No asesiné a mi esposa por haberme puesto los cuernos —explicó el crítico literario—, sino por lo primero que se atrevió a soltarme cuando la pillé en el acto: «Cariño, no es lo que parece». ¡Ah! ¡Menuda insolencia! ¿Habrá acaso algún tópico más manido que ese?
De toros.
Miro el televisor, la sangre en el ruedo. Miro el salón, la sangre en el suelo.
A las españolas también nos gustan los toros.
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