En este reto, hay que escribir un relato en el que, entre otras cosas, se describirá cómo pasa de persona en persona un objeto.
Ese objeto tendrá que ser uno de los siguientes elementos:
Una moneda, un anillo, una carta ó un libro.
Es decir, se debe escribir una historia en la que entre otras cosas, el objeto va cambiando de persona/dueño (puede ser de manera voluntaria ó fortuita).
Además, entre la primera persona que tenía el objeto y la última, debe haber una relación especial. El número de personas mínimo por el que pasará el objeto debe ser de 3.
Puede que sea un poco rebuscado, pero…
¿Quién dijo miedo?
¡Suerte!
Reto Nº11: El destino del Objeto
Bueno, no me paso por aquí, pero como en OJ si me pasé en alguna ocasión he venido a cotillear y de paso escribir algo. Se que no deben ser muy largos, pero este es demasiado corto, pero bueno, lo acabo de escribir sobre la marcha no se porqué. Si me da por perfilarlo lo haré porque da para mucho más, pero no creo. Dejo una miniaportación.
Un día mi padre me sentó en el sillón de piel del salón al calor de una buena copa y volvió a contármelo. Contarme que aquella carta encuadrada en el salón había pasado por generaciones y generaciones de mi familia durante algunos cientos de años, los cuales ya podían ser leyenda familiar, pero lo que era cierto es que el sobre amarillento del salón era viejo viejo. Me contaba que era una carta que mi abuelo le había entregado, y a su vez su abuelo se lo había entrado a su padre y así sucesivamente sin saber quién lo inció. Sólo se sabían dos cosas, que era de la familia y lo que dijo. La historia que mi abuelo le contó a mi padre y mi padre a mí decía que esa carta fue escrita de puño y letra de un antepasado que debieron santificar al escribir el sentido de la vida de nuestra familia hablando con Dios. Siempre creí que mi familia eran unos locos por sentirse orgullosos de una tradición que seguramente inició un borracho, loco o drogado de la época. Cuentan que a mi tatarabuelo le cortó la mano su padre por intentar abrir la carta, por casi romper el "hechizo" que guarnecía el bienestar de nuestra familia puesto que al no ser revelado no podía romperse. La verdad es que nuestra familia siempre había vivido bien, y el castillo en el que vivimos había pasado tradicionalmente intacto y modernizado a lo largo de nuestra vida de mano en mano por herencia. Historias que acompañaban a la carta sobre rectitud y cumplimiento de la tradición impedían que se abriera, puesto que el padre había puesto recto al hijo o...a los hijos. En otra ocasion otro antepasado al cual ya se perdía entre tantos "tatara" había matado a una hija y dejado ciego a otro hijo en un arrebato de castigo severo ante el intento de corromper la tradición. También se comenta que al poco murió de un ataque al corazón por "castigo divino". Tanta historia hacía perder lo que decían que transmitía la carta, que se quedaba también en unos vagos ideales conservadores y cristianos muy arraigados. Podeis imaginar a estas alturas que en los tiempos que corren yo no me quede impasible. Cuando mi padre se fue a sus dependencias cogí la carta del marco y cuando me desperté tenía tanto moratón que parecía de otra cutura.
Pues bienvenido al taller de OZ y sigue pasándote que es una buena costumbre
Bienvenido knigthCry, me alegro de que te hayas animado con el reto!
Visto las pocas aportaciones, creo que no he estado muy acertada con las condiciones de este reto. Confío en que haya algún relato más (a parte del de Jane, que ese vendrá seguro... ó eso espero).
Si se os ocurre un relato relacinado con el reto, pero que no cumpla todas las premisas, no importa, editarlo.
Al fin y al cabo consiste en escribir.
Ahí va el mío:
Sólo una moneda
Me llevaba en su bolsillo derecho. No me preguntéis porqué, supongo que porque era diestro. Durante una semana, compartí espacio con las llaves de casa y la cartera.
Creo que me quiso porque pensaba que le daba suerte. Así son los humanos. Asocian la suerte al azar.
La primera vez que le vi, ó más bien que me vio, fue en la esquina entre Bermingan y Galeta. Allí estaba yo, una moneda tirada en el suelo, sin alma y sin dueño… libre, pero sin valor.
1€. Eso es lo que valgo. ¿Eso es mucho ó poco?
Yo ya he aprendido la respuesta… depende. Depende para quién.
Llevaba ya unas horas en el suelo, cuando apareció él. Se agachó con vergüenza, tal vez pensando que no era propio de un señor bien vestido arrastrarse para coger una moneda. Pero lo hizo. Y en ese mismo momento, sin quererlo, más bien por descuido chocó contra ella.
Ella no era ni excesivamente guapa, ni bella, ni siquiera hermosa… pero en cuanto se giró hacia él, esbozó una amplia sonrisa que le enganchó el alma. Y así se quedó él, sonrojado y escurriendo un débil ‘perdón’ de sus labios.
Me cogió con fuerza sin apartar la mirada de aquella muchacha y me metió en su bolsillo derecho, mi nuevo hogar. Me gusta cambiar de hogar, conozco otras personas y otras realidades. Aunque a veces, llego a pasar por 30 manos diferentes y entonces, me dejo llevar como si fuera un objeto sin alma.
Estuve con Paco toda 1 semana. Me cambiaba diariamente de bolsillo de pantalón, con sumo cuidado, no fuera a extraviarme. Diariamente íbamos a la esquina donde me encontró. Me miraba con curiosidad, dejando volar su pensamiento.
Son extraños estos humanos, tienen una tremenda facilidad de asociar los objetos a las personas, experiencias ó recuerdos. Yo le miraba exactamente con la misma curiosidad, intentando rebuscar en su pensamiento.
El séptimo día fue a coger el Metro y en un momento de descuido me metió en el expendedor de billetes.
Nada más lanzarme por aquel agujero, Paco se dio cuenta de lo que acababa de hacer y empezó a darle al botón de devolución con mucha fuerza. Tras unos microsegundos, que se hicieron horas... salió otro euro. Lo cogió con fuerza y sin mirar, lo metió en su bolsillo derecho. Yo desde dentro quería chillar, avisarle de que aquél no era yo. Pero no pude, porque aunque a veces se me olvide, sólo soy una moneda.
Una vez más me sentí sólo y sin valor.
1€ pero sin valor. Yo, que por una vez me había sentido especial para alguien, ya no lo era.
Me quedé en aquella máquina, 2 días. Dos tristes días.
Cuando salí, me mezclaron con las demás, es un minúsculo monedero. Casi prefiero esta sensación, que la de ir aprisionado en la ranura de un carro de la compra. ¡Pero qué se le va a hacer!, son gafes del oficio.
A la media hora, ya me habían cambiado por un periódico y reposaba tranquilamente en la caja registradora de aquella librería.
Siempre me he preguntado lo mismo. ¿Por qué nadie quiere comprarme? ¿Tenerme?
Me siento como los segundos, como el tiempo.... ansiado, deseado, pero sólo para usarme una vez.
Entonces, entró una abuelita a la tienda. Me gustan las abuelitas, cada vez que abren el monedero miran con cuidado las monedas que tienen, se paran intentando descifrar el valor de cada una de ellas.
La abuelita compró una revista de bizcochos, y me fui con ella. ¡Que suerte!, me encantan los monederos sin stress.
Al salir de la tienda, la abuela se fijó en un pobre ciego que pedía dinero en la esquina, y casi sin darme cuenta, me encontré metido en su viejo sombrero compartiendo espacio con unas pocas monedas. De reojo, pude ver cómo mi nuevo dueño esbozaba una sonrisa de agradecimiento. Era por mí.
De repente, unos chavales se abalanzaron corriendo hacia mi dueño.
“-¡Cuidado! “ quise avisarle al ciego, pero mi voz no salió y sus ojos no vieron.
Los niños agarraron el sombrero del pobre hombre y se fueron corriendo. A mí me llevaron en el sombrero, pero en una curva, me escurrí por un hueco y caí al suelo.
Y ahí me quedé otra vez sólo, en el suelo, en una esquina; esquina Bermingan Galeta.
Pasó el tiempo, 2 horas y nadie me vio. Pasó un montón de gente por encima, por un lado, por el otro, corriendo, pero... no me vieron.
Entonces, llegó ella. Con la misma bonita sonrisa que la primera vez que la ví; se agachó a recogerme y al incorporarse, chocó contra él. Entonces, suavemente me metió en el bolsillo derecho de Paco y le susurró al oído…
“Esta vez no me pierdas”.
Tengo la idea, sólo me queda sacar el tiempo para pasarla a papel :SS
Hola,
viendo que no ha habido mucho movimiento con el reto propuesto, e intentando dinamizar la cosa (ó por lo menos que no se quede parada por mi culpa), paso el testigo a Pil, para que plantee el próximo reto, el reto nº12.
¡Esta vez sí que supone un reto!
jooo, cómo se me fue la cabeza! me olvidé de OZ otra vez! xD me absorbe la realidad, qué gran tristeza!
Esto lleva demasiado tiempo parado, así que mañana me invento algo facilón a ver si tenemos concurrencia ¿vale?
Jobá, lo dificil que va a resultar no hacer un relato de 2000 palabras XDDDDD