El COMPAÑANTE--C.F.

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edgardo luis
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C.F        EL ACOMPAÑANTE
 
 
La esbelta nave viajaba hacia Vital Pi, en la constelación de Andrómeda.
A velocidad hiperlumínica devoraba el espacio donde jamás nadie había incursionada. Sus motores de plasma, silenciosos pero súper poderosos, tenían almacenada energía para años de viaje.
Nada comprometía la misión.
La nave era un prodigio de la inventiva humana.
Su computadora central dirigía cada operación con precisión matemática, mientras el capitán Stuard y su navegante Perel miraban pasar las estrellas como brillantes rayos de luz en el infinito negro.
O se entretenían viendo viejas películas de guerra en la sal de recreación. A los humanos les gusta recordar la Tierra luego de años sin verla.
Por mas bella que sea la idea de encontrar y explorar mundos nuevos.
El hogar siempre es el hogar. Lejano pero querido. Fuera de toda ambición de conquista. El Alma sin separarse del cuerpo, pero atada a los recuerdos.
De la Madre Tierra. De los seres queridos.
Flotando en el espacio con ritmo de vals, la nave y sus pasajeros es una mota de polvo perdida en el infinito.
Sola, totalmente sola, se mece en el espacio profundo sin nada que la perturbe.
Cada segundo es una vida.
Cada día una eternidad.
Silencio en el silencio.
Sus ocupantes dormitan en la hora del relax, sonde sus pensamientos vuelan envueltos en el recuerdo del tiempo. Momentos de amor, de tristezas, alegrías y triunfos se mezclan en las mentes relajadas pero atentas,
Como ahora que se encienden las luces rojas de prevención y se oye el estridente sonido de alarma general llenando el silencio de vibrantes ruidos.
Como si el peligro le fuera necesario para mantenerlo vivo.
O para hacerlo sentir vivo, como rasgo genético de la raza humana.
Es el empuje vital que los hace saltar de sus mecedoras y correr hacia la sala de comando. Stuard al Tablero Central. Perel al Video radar.
--Capitán, tenemos un objeto que se acerca rápidamente.
--¿De que tipo es?
--Según la computadora y el radar es un objeto sólido, tal vez un meteorito.
--¿Que rumbo lleva?
--Pues creo que viene directo hacia nosotros y a una velocidad triple de la nuestra.
--¿Seguro Perel?
--Ya lo creo Capitán. Esta en perfecto rumbo de colisión.
Stuard tecleo marcando 3 grados de desviación. La nave vibro por el efecto del brusco movimiento. Perel Ajusto el vídeo radar. Observo atentamente y grito ya un poco nervioso:-- Stuard, el maldito también cambio el curso y duplico su velocidad. Viene derecho hacia nosotros.
--No puede ser Perel, un meteorito no es capaz de hacer esas cosas.
--Sea lo que sea, lo ha hecho y viene muy rápido, jefe.
Stuard tecleo 6 grados de desviación y la nave se estremeció, crujiendo toda su estructura ante la tremenda aceleración recibida al cambiar el curso.
--Esto nos costara unas horas mas de viaje, peor lo esquivamos, murmuro Stuard mientras observaba de reojo el video radar, para ver segundos después como el objeto apuntaba derecho a la proa de la nave, triplicando su velocidad.
--Dispara el Láser bramo Stuard a su navegante.
--Imposible Capitán, ya lo tenemos encima.
Aferrados a sus tableros ambos lo vieron llegar.
Media medio kilómetro de diámetro, era rojo y sólido. Rozo la nave haciéndola bambolear y desapareció.
--Diablos, que cerca estuvimos, suspiro mas que dijo Stuard. ¿Donde esta esa cosa?
--No lo se capitán, no lo veo por ningún lado.
--¿Como es eso?, pregunto Stuard
--Pues no lo se. Llego, nos toco y puf, desapareció. No esta en la pantalla, ni en las videocámaras. Ni el radar lo ubica cerca nuestro ni sobre la superficie de la nave.
Nuevas observaciones lo corroboraron. En la superficie, las antenas parabólicas, las baterías solares, los telescopios, nada. Ni un raspón, ni una protuberancia se veían
Todo limpio y reluciente como siempre. Solo pequeños reflejos, como luciérnagas, que se prendían y se apagaban en milésimas de segundo por detrás de la nave, a varios kilómetros de distancia.
--¿Que serán esos destellos? pregunto preocupado Perel.
--Posiblemente pequeños trozos del meteorito, desprendidos por el roce, que nos siguen por inercia, replico Stuard. Así que vigilemos por si acaso y continuemos nuestra rutina habitual.
Luego de un repaso general a los controles y comprobando que la computadora central trabajaba a la perfección, se fueron a descansar.
Recostado en su litera Stuard cavilaba. Era un experto del espacio y trataba de ubicar donde se había producido el error. Todo lo ocurrido debía tener una explicación lógica y esta podía ser muy peligrosa. Algo iba a pasar, y muy pronto seguramente.
Doce horas después corroboro su idea, cuando comprobó que la nave perdía potencia y velocidad.
Llamo a Perel y este, después de controlar los sensores en forma repetida, anuncio que la nave, lenta pero en forma permanente perdía energía.
--Muchacho, parece que la cosa es seria. Tendré que investigar, así que ayúdame a colocarme el traje anti radioactivo que iré a echar una mirada a los motores. Ambos sabían lo peligroso que era acercarse a la popa de la nave, y en especial si había una perdida. Los tanques de plasma eran peligrosos, y si la pérdida era de material activado era mortal en breve plazo.
Pese a ello Stuard realizo una búsqueda exhaustiva pero infructuosa. En ningún lugar se producía perdida de energía. Pero esta era evidente. A 24 horas del choque persistía con ritmo regular.
Perel realizaba calculo tras calculo en su computadora. El resultado fue desastroso. De persistir la perdida en esa forma en 27 días se quedarían sin energía. Y aun faltaban 3 meses de viaje.
Stuard se puso en acción. En la computadora central fijo un curso que le llevaría de cabeza a Vital Pi con el impulso de inercia que le debía quedar a la nave y comenzó a radiar en forma automática el pedido de auxilio internacional estelar dando la posición de su nave. Envío a Perel a preparar el bote salvavidas comprobando el estado de todos los elementos de supervivencia en el espacio. Luego se dedicaron a llenar de oxigeno todos los recipientes herméticos que encontraron.
Tres días después Perel comentaba a Stuard que la perdida de energía continuaba igual pero que la velocidad disminuía mas rápido.
--Es como si la nave se estuviera frenando o como si nos estuvieran atrayendo desde atrás capitán. Pero solo se ven esos reflejos, en mayor cantidad y a mas distancia que antes.
Stuard observo pensativamente la pantalla de televisión durante largo rato. -------No se que pueda ser, pero esos reflejos son producidos por algo que no vemos desde aquí. Voy a salir al exterior.
Con su traje espacial Stuard se desplaza lentamente hacia las toberas de ropa, y allí lo vio. Sobre el centro justo de la cámara de combustión.Parecía ser una pequeña ventosa de un centímetro de diámetro y menos de un milímetro de espesor.
De ella se desprendía un hilo finísimo que se perdía en el fondo del espacio. A intervalos regulares, una chispa de energía saltaba de la nave a través de la ventosa se alejaba por el hilo produciendo los reflejos que tanto les había llamado la atención.
--Escucha Perel, tenemos un acompañante. Algo cuelga de la nave, nos saca la energía y nos esta frenando, todo a través de un hilo finito. Voy a tratar de cortarlo.
Con la fuerte pinza corta cables de un solo corte lo consiguió. Y allí se armo el lío. El hilo restallo furioso. Golpeo con fuerza el pecho de Stuard arrojándolo al otro extremo de la nave. Luego se adoso a la parte cortada y continuo chupando energía glotonamente como si nada hubiere ocurrido.
El traje espacial salvo a Stuard de morir electrocutado y el cable de seguridad de perderse para siempre en el espacio. Aun conmocionado regreso con esfuerzo a la cabina y mientras se quitaba el traje oyó gritar a Perel.
--Mire Capitán, mire eso. El hilo se esta engrosando cada vez mas. Crece muy rápido. Diablos señor, allí lo tenemos. Es el aerolito pero ahora mide como 10 kilómetros de diámetro.
Ambos observaron asombrados. El monstruo era redondeado, palpitaba lentamente y aumentaba de tamaño con cada gota de energía que absorbía. Se había descubierto y ya no le interesaba no ser visto. Se veía imponente y aterrador. Capaz de destruir la nave en un solo golpe. Pero no le interesaba. Solo deseaba alimentarse. Y lo hacia a conciencia, saboreando cada gota que obtenía para almacenar en su interior.
Stuard maldijo y le ordeno a Perel preparar el Láser.
--Muertos por muertos veamos como te sienta un buen disparo de láser gruño Perel, apretando el disparador.
Y le sentó muy bien.
Con cada disparo el Acompañante aumentaba de tamaño y se estremecía de placer al recibirlos. Absorbía la energía como si tal cosa, variando del amarillo al naranja y hasta el rojo, su color mientras crecía.
--Bien Capitán, ahora si que estamos listos. Ese bicho se bebe la energía y cuanto mas le demos mas rápido se detendrán los motores,
Stuard no contesto. Su cerebro buscaba desesperadamente la forma de combatir el peligro que se cernía sobre ellos. Durante 2 horas nadie hablo. Perel jugaba con la computadora hasta que al fin exploto.
--Capitán, todo se acabo. No hay respuesta al llamado de auxilio. La nave se esta deteniendo debido al peso de nuestro acompañante y según la computadora en tres días se acabara la energía y se detendrán los motores.
Stuard salto como un resorte. Eso era lo que buscaba en su inconsciente.
--Eres genial muchacho. Teníamos la solución y por ser tan visible no la vimos.
Rápido, a colocarse los trajes espaciales. Vamos a parar la nave y a cortar todo tipo de energía en el menor tiempo posible.
Se aseguraron en los asientos y Stuard con decisión corto la llave central de mando anulando toda energía. La nave sufrió tremenda sacudida, los cuerpos se contorsionaron ante la desaceleración producida por el peso del acompañante, y luego el silencio. La quietud. La oscuridad. Paso el tiempo y nada ocurría.
Tambaleantes Stuard y Perel se acercaron a la escotilla posterior. La abrieron para ver al acompañante.
Parecía desconcertado. Su ventosa buscaba afanosa en distintos lugares de la nave. Durante unos segundos eternos pareció dudar. Luego se contrajo violentamente, se elevo y a tremenda velocidad continuo su viaje.
Los ignorados humanos se abrazaron de contentos, soltando suspiros de alivio.
Luego de conectar los mandos Stuard encendió los motores.
Miro sonriente a Perel y con placer le dijo:-- muchacho, continuamos rumbo a casa.
A miles de años luz, cargado de energía, el Acompañante pensaba lo mismo, viajando en busca de su horizonte desconocido.   
                                                                       Edgardo Luis

                                    F   EL VELO ROJO ...

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jane eyre
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 Bienvenido/a, Edgardo Luis

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muy bueno...me gusta mucho

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