Razón de cambios
El viejo Atlas, abrumado por el peso del globo terráqueo, hallaba el descanso necesario dormitando de pie, como las jirafas. Cierta vez tuvo un sueño en el que, orgulloso y soberbio al frente de los titanes, marchaba nuevamente a la guerra contra Zeus. Ya lo tenía agarrado del cuello cuando éste le estampó un nubarrón en un ojo y, apelando al socorrido recurso del pisotón, logró zafarse. Boqueando hizo presa en la cintura de Atlas, con el propósito artero de aplicarle una media-nelson. De repente, lo inesperado: en pleno forcejeo, el padre de los dioses se aferró a los calzones del titán y se los arrancó de raíz. En cuestión de segundos la olímpica lucha devino en relajo.
Atlas entreabrió los párpados e intentó captar una pizca de realidad para rehacer la pesadilla a su antojo. Acto seguido se espabiló por completo. La sensación inequívoca de desamparo en la región sacra le había confirmado el insipiente pero inexorable escurrimiento de la prenda.
“¿Cómo pudo ocurrir?”
Cuando volvió el rostro para mirar tras de sí, el Everest lastimó su huesuda mejilla, por lo que le fue imposible apreciar la magnitud del desastre. Miró pues hacia abajo y constató aliviado que su pubis enflaquecido se mantenía a cubierto. Entonces recordó el efecto cachumbambé de todo calzón: ni bien la sección trasera acabara su recorrido, tocaría el turno a la delantera y así, hasta los tobillos. Dos minutos escasos separaban al titán de la ignominia.
En su desesperación, Atlas inspiró hasta que sus costillas crujieron, apretó los dientes e infló la barriga a conciencia. ¡Bingo! Es verdad que su ombligo se abotagó, mas la tensión generada en la faja contuvo la debacle. Pero de inmediato sospechó que no aguantaría mucho tiempo sin respirar. Para colmo de males, el calor de sus hombros aceleró el deshielo antártico. Un iceberg retozó por su espalda rocallosa, enfiló el cañón “intranalguíneo” y consumó de facto la vejación. Atlas se desinfló electrizado.
Desde lo de la avispa el titán no se había sentido tan ultrajado e indefenso. En aquella ocasión las Hespérides frotaron zumo de naranjas por su piel en vana pretensión de calmar su tormento, pues que alguien te aplaque un escozor es como que te ajuste los espejuelos o la gorra: uno nunca queda conforme. Atlas tuvo que lanzar la Tierra al aire para rascarse a gusto. La atrapó a duras penas… de short bounce. Sus hijas pasaron días enteros barriendo Diplodocos del suelo y expurgándole Apatosaurios de la melena enmarañada. Tal negligencia, por supuesto, le valió al titán una reprimenda de Zeus que, con los rayos en el sobaco, le bramó amenazador su letanía:
“La Tierra es tu responsabilidad y tu castigo eterno. ¡No lo olvides!”
El terco calzón descendió un poco más y dejó en exhibición la mitad de lo prometido. Atlas comenzó a transpirar de puro nerviosismo. Buscando acomodar la pieza se encogió e improvisó algo semejante a un pasillo de charlestón. Ni modo. Aun si se excluye el tsunami que azotó el Pacífico, el resultado no pudo ser más nefasto: las contorsiones de la entrepierna arrastraron los bajos y el proceso se catalizó en los laterales, a la sazón tímidos espectadores del drama. Así desapareció el contacto tranquilizador de la huevera y el flácido calzón, fiel a sus propias leyes, se desplomó en caída libre. En un postrer esfuerzo el titán gritó “¡jaaa… grrr!”, saltó como un halterófilo durante el envión y se despatarró. Pero ya era demasiado tarde. Si rápido ascendieron las placas tectónicas en Asia, más veloz se deslizó el calzón desbocado, que sólo frenó a la altura de las rodillas. Atlas se vio desmantelado, con sus griegos genitales expuestos a la intemperie.
“¿Qué haré?”, se preguntó, rojo de ira y vergüenza.
Se acercaba la hora de concurrencia máxima, en que las deidades del Olimpo mataban el aburrimiento importunando a los que todavía conservaban su empleo. Y, ¡por Zeus!, si Talía lo pillaba tal como había venido al Cielo habría un florecimiento del grotesco, seguro. Le urgía, pues, restablecer la situación cuanto antes.
Subirse el calzón con una mano no es coser y cantar. La operación requiere precisión quirúrgica ya que debe tomarse el calzón por el justo medio y halar firme, de lo contrario queda de ganchete. Atlas era consciente de que no tendría una segunda oportunidad.
“¿Mano diestra o siniestra?”.
La nominación de las mismas dio respuesta a su inquietud de proteger la carga a toda costa. Con resolución apoyó la palma de su mano derecha en el centro de África, colocó el pulgar en Pretoria y los dedos restantes entre Guinea y Egipto. De esta forma sostuvo la Tierra en alto, se inclinó cuidadosamente y puso fin a su agonía.
Claro, como en toda buena película de Hollywood, en el último instante el hemisferio boreal provocó un desequilibrio casi definitivo. El codo de Atlas tembló, su brazo cedió. A punto ya de soltar la Tierra, logró asirla por el Cabo de Hornos con la punta de la punta de los dedos. Y con un tirón enérgico que estremeció el espinazo andino la devolvió a su sitio.
Atlas echó un vistazo a su alrededor. A lo lejos divisó a Hermes, el correveidile de Zeus, que se acercaba a paso vivo.
“Otra vez será, amiguito”, masculló, y sonrió con malicia.
Su dignidad y su pellejo estaban fuera de peligro.
Razón de cambios (F)
Bien escrito, gracioso, vulgar en la medida exacta, original e inesperado. Me gustó bastante. Felicitaciones!, o como dicen los españoles Enhorabuena!
Bastante ocurrente y fresco. Me encantó.
Felicitaciones!!!
Si por ahí tienes un tiempito para leer, pásate por mi relato CF, “La Rebelión de los Grises”http://www.ociozero.com/foro/17727/cf-la-rebelion-de-los-grises
¡Suerte en el concurso!
Un relato simpático y muy ocurrente. El lenguaje está muy conseguido y encaja perfectamente con el tono del relato. Lo cierto es que me ha dejado muy buen sabor de boca. Enhorabuena.
Disfruté mucho leyendo tu cuento. Bien por esa mezcla de comedia y fantasía y sobre todo, por el tono gamberro de la historia, realmente conseguido.Felicidades!
Saludos y gracias a los que comentaron el relato. Me alegra que les gustara. Es bueno saber que hay gente que conserva intacto su sentido del humor. Por lo demás, estoy muy feliz de quedar finalista con él.
Tu enfoque divertido ha sido todo un soplo de aire fresco XDDD. No voy a repetir todo lo que ya te han dicho, pero apoyo lo de que has dado con el tono justo que precisaba el relato.
Gracias Jane tu comentario. A su vez te felicito por quedar finalista. Un saludo. Claudio
Un relato divertido, que te deja con una sonrisa. Llegas a empatizar mucho con los apuros de Atlas, también me ha parecido un acierto utilizar la ambientación griega, que le va perfecta a la historia.
¡Felicidades por la selección!! ¡Suerte!
Divertido el relato, sí. Y bien llevado. Tiene alguna errata y me han sobrado los términos en inglés, pero está muy conseguido.
Enhorabuena por la selección.
Me ha gustado mucho. Es divertido y muy agradable de leer. Seguro que nunca un calzoncillo tuvo tanto protagonismo.
Bienvenido/a, juanpcastillo.
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...(...) "y porque era el alma mía, alma de las mariposas" R.D.