Prende la servilleta de blondas sobre tu triste ritmo de mimo dormido y átame a la pata de tu oscura mirada, donde a lo mejor me encuentres como herida paloma o a lo mejor te pierdas en mi rotundo bolsillo.
¡Mal rayo nos parta en dos
y vomite uno sólo sobre el mismo lecho desnudo!
Esta noche, mi amo,
afila el cuchillo que mi corazón ya no bombea
Y necesita tu acero.