Es una de las conclusiones impepinables que saqué de la gira de presentación de Pesadillas de un niño que no duerme.
Llevo días sin conseguir decidir por dónde empezar a hablar de las numerosas experiencias que se te acumulan cuando te vas a presentar un libro. Al final, me he decidido por esta porque creo que es la de más actualidad y la de mayor interés general: el formato digital ya está aquí, y no va a largarse.
He de empezar por aclarar que tuve la “brillante” idea de hacer la ronda de presentaciones a final de mes, lo que tiene unas consecuencias económicas en los hogares comunes que no hace falta que explique, supongo. Lo cierto es que no tengo mucha maniobrabilidad en este tema, por aquello de la familia numerosa y residir en Francia, y había que cuadrar el calendario con el Liter. Además, al final, tampoco sé si hubiera cambiado mucho la cosa. Lo que sí tengo bien claro es que no están las economías para muchos dispendios.
Aunque tuve la inmensa fortuna de contar con público más que suficiente en todas las presentaciones, me temo que se debió más a la buena voluntad de colegas, amigos y familiares que a que nos encontremos en un momento particularmente propicio para gastarse 15 euros en un libro. La tónica común fue que los que vinieron y compraron Pesadillas de un niño que no duerme fueron la excepción. El resto... el que tenía trabajo (y cabe esperar, dinero) no podía salir a tiempo de este porque estamos en una época en la que atan corto a todo el mundo (y encima hay que estar agradecido) y el que tenía tiempo para venir, no tenía trabajo ni, por lo tanto, dinero de sobra. La crisis es una realidad palpable y el mercado del libro se tenía que ver, a la fuerza, afectado.
Por suerte, al menos pudimos disfrutar de la compañía, que no es poco, e incluso traficar algo con libros (te cambio mi antología por tu novela y esas cosas). Y, como ya adelantaba en el título de la entrada, se habló mucho del digital. O mejor dicho, se preguntó mucho por las versiones digitales de los libros. Cuándo saldrán, qué precio tendrán, para qué soportes estarán disponibles, etc. El formato ya se ha aceptado. Ya no es la novedad el tener un lector de eBooks. La novedad, la funesta novedad de los últimos tiempos, es que comienza a resultar ilógico pagar X veces más por unos cuantos gramos de papel de mejor o peor calidad.
Confieso que me sentí absurdo en más de un momento paseando la mochila cargada de libros para arriba y para abajo, de ciudad y en ciudad. Mi sueño es dedicarme a ser escritor, a escribir historias, vaya. Lo de vender libros y hacer presentaciones no me disgusta porque, como atestiguarán los que me vieron hacer malabarismos con naranjas, cualquier momento es bueno para hacer un poco el melón en un bar. Pero ¿mula de carga?
Durante la propia gira, Marc R. Soto me enseñó un programa que permitía firmar en libros digitales. Hace unos días, recibía mi ejemplar dedicado por Santiago Eximeno de Gas Mask. En digital. Sigo siendo un apasionado de las ediciones en papel, de las pulp, de las de bolsillo y de las de hermosas tapas duras. Pero, como autor, ya no me importa tanto el verme en papel. Casi me resulta hasta frívolo que esa sea la edición principal cuando ves que a tu alrededor las están pasando canutas en el aspecto económico. Y lo digo después de haber pedido específicamente a 23 Escalones, que fueron pioneros en el digital, que mi antología tuviera versión en papel. Me temo que la realidad nos está quitando inercias y viejas costumbres por la vía dura.
Y es que leer debería de estar al alcance de todos y la edición digital debería poder favorecer esto.
Hay muchas incógnitas en el aire, qué duda cabe. Sería absurdo no contar con ellas cuando hay incógnitas muy graves en todos los ámbitos. Pero también hay unas cuantas cosas que no podemos soslayar: en un escenario de crisis como el que vivimos, tiene aún menos sentido del que ya tenía el estar moviendo masas de celulosa de un lado a otro. Hay que ajustar tiradas, estudiar alternativas, cambiar nuestra mentalidad. Cae por su propio peso. Aunque a veces estuviéramos tan dentro de nuestros sueños que nos costase verlo.
No descartes el papel, seguro que volverás a publicar en formato físico, pero veo más que interesante que empieces a disfrutar de las bondades de la publicación digital. Yo ahora mismo soy consciente del poco interés que genera mi obra para muchas editoriales, ya que me centro en el relato y en la ficción mínima -y seguro que hay más peros, claro-, y sin embargo en formato digital el riesgo es menor y más asumible.
Al fin y al cabo se trata de llegar al lector, y si el lector disfruta del formato digital, ¿por qué no?
www.eximeno.com