Cuanto más, ¿mejor?

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Vamos a hablar un poco de las extensiones, orientativas, absolutas y calabaceras...

 

En la convocatoria que acabamos de cerrar de Calabazas en el Trastero, Bosques, hemos recibido bastantes obras que superan el límite orientativo de 5.000 palabras (algunas en más de un 50%). Creo que es una excusa más que suficiente para hacer una pequeña reflexión sobre lo que supone la extensión de una obra literaria.

Lo primero que habría que señalar es que la extensión no guarda ninguna relación directa con la calidad de una obra —creo que esto no es ningún misterio para nadie— ni con el trabajo que supone escribirla —quien no tenga esto muy claro, que piense en obras como Pedro Páramo, en la que el autor, Juan Rulfo, fue quitando y quitando hasta conseguir sintetizar su obra maestra—. Al mismo tiempo, tampoco hay que olvidar que hay historias que piden una extensión determinada para poder desarrollarse convenientemente.

¿Por qué se ponen, entonces, limitaciones de extensión si no es algo que afecte directamente a la calidad y sí algo que depende de la historia que queremos contar (o al menos del modo en el que vamos a contarla)? Por el formato de la publicación.

En Saco de huesos intentamos cubrir todo el espectro de extensiones posibles, pero, como es natural, hay que ir dándoles marcos. Del mismo modo que un autor que nos quiere presentar un único relato tendrá que hacerlo a través de una antología (sea propia, de varios autores o de convocatoria abierta), quien desee ver publicada una novela, sea corta, larga o mediana, deberá hacerlo enviando el manuscrito por separado. (Más información al respecto en http://www.sacodehuesos.com/contacto.html).

Entonces la cuestión quedaría en por qué fijar ese límite de entre 1.000 y 5.000 palabras, que, además, es orientativo y no estricto, para el Calabazas en el Trastero.

El límite responde al tamaño de libro que queremos con trece relatos y el formato "calabazas". Trece porque nos gusta el número y da la suficiente variedad de obras, amén de dar voz a otros tantos autores; después de todo, Calabazas en el Trastero surge para dar a conocer autores de género fosco. Y formato "calabazas" porque aúna nuestro deseo de tener una publicación bonita, a un precio razonable y con una tipografía legible.

Lo del tamaño de libro no es valadí. Cuando trabajamos con tiradas tan pequeñas como las nuestras, la variación en el número de páginas afecta en gran medida al precio de fabricación, y si queremos mantener el precio de 7 euros libro (6 euros para suscriptores), no hablamos de jugarnos el margen de beneficio sino el de maniobra: literalmente, no podríamos mantener el precio sin pérdidas si se nos hincha mucho el número de páginas.

¿Sería justo dejar obras fuera para que nos cuadraran las cuentas? Probablemente sí, pero a nosotros nos cuesta aceptarlo. Por eso, el límite es flexible. Nos suena un poco absurdo decir no, los relatos de 5.001 palabras no entran, por ley. (¿Con título o sin título?)

Pero, claro, entonces surge la inevitable cuestión: ¿hasta dónde llega lo de flexible? Por paradójica que sea la pregunta, nos la han hecho más de una y dos veces. Parece de perogrullo que si no ponemos un límite estricto en las bases, no vamos a dar otro luego por correo electrónico. ¿Qué lógica tendría decir 5.000 palabras flexibles, pero no más de 6.000 estrictas? Para tanto viaje, lo pondríamos así en las bases (y reconozco que es tentador).

Esto, a todas luces, no solventa ninguna cuestión, así que enfoquémoslo de otra forma: las tragaderas del comité de selección, al que dedicaremos otra entrada más adelante, están adaptadas para procesar relatos de entre 1.000 y 5.000 palabras. Si el relato tiene un extensión menor, puede que ni lo noten. Si tiene una mayor, la probabilidad de que se les atragante crecerá exponencialmente con cada palabra.

En el caso de estos relatos, si se cuenta en dos páginas una escena que se podría haber contado en media con la misma intensidad, por bueno que sea se quedará en la cuneta. Y no porque el relato no sea meritorio, sino porque no es adecuado para la antología.

Suelo decir, cuando hablo de las extensiones, que todo lo que se escribe en una historia debería servir sea para hacer avanzar la trama, sea para crear escenario. El resto, es paja. Ojo, la paja no tiene por qué ser mala, banal o desagradable: al igual que hay personas a las que escucharíamos durante horas hablar de todo y de nada, sólo por cómo modulan la voz, por cómo hilan las cosas, por su carisma, en definitiva, hay autores a los que podríamos leer durante siglos sólo por el placer de su prosa. Pero es que, en convocatorias como Calabazas en el trastero, el quid está en otra parte.

El "premio" de este proyecto no pasa por soltar algo de pasta y olvidarse de la obra, sino por integrar el relato en un libro que ha de llegar a un público en un formato determinado.

Se podría pensar que esto va reñido con una de las especificaciones de las bases: los criterios de selección serán estrictamente literarios. Pero, en realidad, no hay tal conflicto: se entiende que dichos criterios se aplican al formato elegido, relato, y en este la capacidad de síntesis es también un factor a tener en cuenta.

Así, resumiendo, se podría concluir que para estas convocatorias, es conveniente estudiar qué se va a meter en el relato y cómo se va a desarrollar; con esto, por lo general, es posible conseguir entrar en la horquilla de extensión estándar. Puede que sea conveniente cambiar el enfoque de algunas escenas, o trocear las ideas en varios relatos, u optar por el minimalismo a la hora de crear ambiente... Las opciones son múltiples, y si ninguna sirve al autor, siempre queda una alternativa adicional: enviar el relato, quizás convertido en novela corta, fuera de convocatoria. Si su único problema es la extensión, ya le encontraremos otro hueco.

 

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Canijo
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Muy de acuerdo en todo, aunque me gustaría puntualizar una cosa: cuando yo mando un relato a un concurso intento ajustarme (en la medida que sea posible) al máximo de palabras permitido, pero no "engordando" una "historia pequeña", sino optando por una "historia larga".  A ver, todo el mundo supongo que tendrá un cierto conocimiento de la extensión final del relato una vez decida la historia a contar, y entiendo que, siempre que el texto se ajuste a la historia, uno más largo contará algo más complejo, más rico, más interesante; aunque claro, nunca se puede estar seguro de que el texto se ajuste a la historia.

 

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