Juego sucio: Deserción de hinchas
Si no puedes conseguir fans, al menos elimina los del contrario...
Cuando un equipo de Brutal Ball se encuentra en el terreno de juego necesita todo el apoyo psicológico de sus aficionados. Si ya es duro aguantar la carga de un minotauro, ¡imagina cuánto más puede serlo si te abuchean desde las gradas! Cuantos más logros y calidad tiene un equipo, más numerosa y activa es su hinchada... al menos hasta que los equipos contrarios empiezan a ningunearla o a hacer que salga en espantada.
Los motivos por los que los hinchas pueden desertar de sus puestos o dejar de animar a su propio equipo son dispares. Es difícil seguir el hilo de los cánticos, por ejemplo, cuando una turbamulta de fans berserkers te arroja sin cesar botellines de sángrar —¡la cerveza que te pone a cien!— o barriles de hidromiel no siempre vacíos. Qué decir de cuando una familia de gigantes viene a animar a su benjamín o del insoportable pestazo de los jugadores redivivos o necrófagos: ¡no invitan a quedarse animando! Otros casos, como el de los gnomos, es más variopinto: ¡sus estrafalarios ingenios mecánicos roban la atención de los hinchas adversarios!
En todos estos casos, el valor de Hinchada de todos los equipos salvo el que recurra a este juego sucio se verá reducido a la mitad redondeando hacia arriba.
¿Sabías que...
… en el 2485, en Nordenwassen, se disputó un partido amistoso entre cuatro equipos locales en el que terminó habiendo más gente en el terreno de juego que en las gradas?
Los hinchas bebieron tanto y se enzarzaron en tantos disturbios que hacia la mitad del encuentro ya se habían olvidado de que estaban en un partido de Brutal Ball y no en una pelea tabernaria.
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