Gnolls

Justamente reputados como los mejores velocistas de la arena, verlos en el terreno de juego siempre es un espectáculo

Los gnolls rara vez son moradores propiamente dichos de la Ciudadela. Por lo general se mantienen en sus límites, en los abrasadores desiertos del sur, en los roquedales y las gleras castigadas por el sol que surcan como comerciantes u hostigan como bandidos y ladrones. Sin embargo, son viejos conocidos en los zocos, los mercados y los caravasares, a donde acuden a ofrecerse como guías o vender mercancías de todo tipo. Y también, por supuesto, en los estadios de Brutal Ball.

Es cierto que no son los jugadores más comunes y que solo desde hace relativamente poco se dedican a probar fortuna en este deporte, pero la perspectiva de ganar unos buenos pozales de oro está tentando a más de uno. Además, ¡agarrar un balón y salir corriendo no difiere tanto de lo que suelen hacer en el desierto!

Los gnolls son criaturas estilizadas, de largas patas terminadas en pezuñas que les permiten alcanzar velocidades de vértigo... si hay espacio para ello. Hay quien dice que si el Brutal Ball se jugara en un terreno despejado de suave arena serían imparables. Por suerte para los demás jugadores ¡y para los aficionados! los pozos suelen estar de todo menos despejados.

Es por ello que los gnolls tienen que complementar su velocidad con el juego aéreo, unos buenos reflejos y la ferocidad suficiente para que ese orco despistado prefiera hacer crujir a un goblin en vez de partirles las piernas. Hay que decir que, sin ser sobresalientes en ningún otro aspecto, tampoco tienen puntos flacos demasiado flagrantes, lo que los convierte en jugadores tan fiables como irritantes.
 

Tamaño: Todos los jugadores gnoll son de tamaño medio.

Punto débil: Carroñeros.

Juego sucio:

Avituallamiento extraordinario: Hay rumores de que los gnolls destilan en el desierto la esencia del polen de cierta planta que, preparada adecuadamente, permite entrar en un trance tal que ninguna herida parece afectar lo suficiente. Una vez embriagados y mitigado el dolor ¡no cuesta nada reconducirlos al terreno de juego!

Dopaje: Por supuesto, no es el único preparado que conocen. Los hombres sabios del desierto tienen un arsenal completo de redomas que pueden facilitar la victoria en un momento dado. Que causen adicción es la menor de sus preocupaciones. Después de todo, en la arena no se sobrevive demasiado.

Hechicería parpadeante: Del mismo modo que las dunas y el viento del desierto son cambiantes, los propios gnolls parecen desaparecer en ocasiones para ir a parar a lugares mucho más adecuados. ¿Brujería? Sí, claro, por supuesto. ¿Qué otra cosa podría ser?

Marrullerías: Bien, reconozcámoslo: los gnolls no han terminado de superar su naturaleza carroñera, pero ¿quién puede juzgarles? En el desierto un moribundo es un plato de lo más atractivo, ¡como en los campos de Brutal Ball!

Saboteadores: Tener mano en el Gremio de Enmascarados puede revelarse de lo más útil cuando el banquillo rival no deja de sacar ases de la manga. Una desaparición a tiempo, sea o no definitiva, no puede hacer mal a nadie. Bueno, lo de a nadie es un decir, claro.

¿Sabías que...

...la velocidad que puede alcanzar un corredor gnoll es tal que en ocasiones resulta realmente problemática?

No hablamos de la dificultad de captarlos en una instantánea, sino de las desagradables salpicaduras de sangre y esquirlas de hueso que proyectan sobre los espectadores de las primeras filas cuando, fuera de control, se estampan contra un muro. Por fortuna, en el frenesí de los encuentros estos episodios se consideran incluso divertidos. Imaginaos qué catástrofe si hubiera que reducir el precio de graderíos tan jugosos ¡o instalar vallas de protección!

Un equipo de ejemplo de gnolls de Impact! Miniatures: