El pasado 12 de abril, 12 valientes justeros se dieron cita en Madrid. He aquí la crónica de sus aventuras.
Madrid, 12 de abril de 2014, 13:15 horas.
Un hombre ataviado con vaqueros y camisa, con una intrigante caja en sus manos, avanza con paso firme a través de la Calle Mayor. En su mente solo hay lugar para un pensamiento: alcanzar su objetivo. Sus ojos se centran en la puerta de un local. Lee con entusiasmo: “Restaurante Cafetería Chiky”. Una sonrisa se dibuja en la boca, y no se le borrará hasta el final de la tarde. El día D ha llegado. La hora H toca en el reloj. La Quedada Justera se hace realidad...
Bueno, voy a bajar un poco este aire medio serio que le estoy poniendo al asunto... No le hace justicia al acontecimiento que, de serio, tuvo poco.
Entro con mi caja de zapatos cutre y nada intrigante en el bar en cuestión. Era lo único que tenía a mano para meter todos mi elementos de tortura. Cuando piso el primer escalón de la entrada, una voz muy salá me recibe con un “Mira quién viene por ahí, quién viene por ahí”. Atila en persona. Lo sospeché al ver su caballo aparcado en la puerta. Se lo decía a Xana, que se refrescaba las alas con un vaso de Coca-Cola. Ahí, una hora antes de la hora marcada para el resto del mundo, los tres organizadores nos juntamos en nuestro centro de operaciones.
La organización:
Muchos abrazos y besos después, decidimos bajar a la sala que teníamos reservada para nosotros. Entramos, y Atila y yo quedamos encantados con el lugar, mientras felicitamos a Xana, madrileña artífice de la selección, por su excelente gusto. Un local de ambientación cálida y suave, rodeada de fotos de actores de Hollywood. No había mejor lugar para recibir a las estrellas que ahí se iban a congregar. Empezamos a colocar bolígrafo y papel al lado de cada cubierto, mientras hablamos de lo encantados que estamos de habernos conocido y revisamos que todos los premios estén en perfectas condiciones. Mientras Atila dice por tercera vez: “¿uno de nosotros tendría que subir para impedir que la gente bajase y viese todo lo que estamos montando, no?”, un “Hola...” entra por la puerta, acompañado por un cuerpo. Raelana hace acto de presencia antes que nadie, y nos pilla a los tres con las manos en la masa. Yo, haciendo gala de mi caballerosidad, y de unos modales exquisitos, le invito gentilmente a que se largue de ahí a la voz de YA. Entre improperios, insultos y algún que otro “para este recibimiento, mejor no vengo”, Rae sube arriba acompañada de Xana mientras Atila y yo liquidamos los últimos detalles abajo antes de volver a subir a la entrada principal. Allí nos encontramos con una nueva incorporación: RSM. Demostrando ser un tío listo, RSM viene con una etiqueta con su nombre pegada al pecho y una enorme simpatía por bandera. Suerte que alguien hace las cosas bien hechas... Mientras, Raelana nos explica a todos que no, que no es rumana, ni descendiente de rumanos, cosa que refleja perfectamente su acento malagueño. Siguen apareciendo por la puerta los protagonistas: Lunera, con una sonrisa que ilumina más que esa luna que tiene por avatar, llega justo para decirle a Rae: "¡xhiquilla, zi nadie diria que ere del zur, zi cazi no tiene azento ni ná!"; Nicolás Jarque, con la soltura del que es experto en esto de las quedadas, avanza saludando como si nos conociese de toda la vida; y uno de los más esperados: Barlon Mrando, es recibido entre aplausos entusiasmados. Él nos responde con algunas palabras de agradecimiento. Bueno, eso creemos, porque el acento gallego del amigo es como para hacerle un diccionario a medida... Con esta presentación inicial, y cuatro personas pendientes de llegar, en el restaurante nos invitan muy amigablemente a que bajemos de una p*** vez. Mientras Atila y Xana acompañan al resto, yo salgo fuera a encontrar a los demás. Un fuerte olor a pan me lleva hasta Antártica, que, en la puerta, mira preocupada hacia un lado. Un enorme abrazo, tres barras de pan, y varias risas después, me explica que espera a Dreamy, con fuertes sospechas de que se haya quedado dormida... Me invita a irme con el resto de invitados mientras ella espera, y abajo que voy.
Algunos protagonistas: Lunera
El Púgil:
Cuando están todos sentados, se pone en marcha la maquinaria. Solicito... bueno, no... exijo que cada uno de los protagonistas escriban una palabra en un papel, que posteriormente guardo a buen recaudo. Mientras los guardo, los rezagados Dreamy, Antártica y El Púgil hacen acto de presencia. Ya estamos todos (a falta del flamante ganador de las XIII Microjustas, Señor Dragón Makoki, que se incorporaría después)
Estos son los grandes protagonistas del gran día:
Los platos y la bebida empiezan a aparecer. Lo segundo se agota a mayor velocidad que lo primero. Rae repite diez veces lo bien que se está sin toga. Jarque intenta meterme el miedo en el cuerpo “ya verás lo que se te viene encima, ya”. Dreamy habla. Xana, no. El Púgil pregunta cuánto falta para que acabe la competición y por qué edición estamos, en un alarde de conocimientos de la situación... En general, todos hablamos entre nosotros como si nos conociéramos de toda la vida. La magia de las justas, señores.
A las 16:30, Xana me hace un gesto con sus ojos de hada. Es hora de empezar el espectáculo.
Arrancamos con la entrega de los Primeros Óscars de las Microjustas. Un galardón que era necesario que existiese. O quizás no, pero nosotros creemos que sí. Con todo el savoir faire del maestro de ceremonias (o sea, ninguno), los premios van danzando entre nominados. Se reparten 4 galardones. Todo ellos en oro de 46,7 kilates, con una placa de diamante. O al menos aquella era la intención inicial, pero cuando vimos que se nos disparaba un poco del presupuesto inicial de 16,32 centimos que teníamos, los cambiamos por Oscars de plástico con una placa de papel pegado con pegamento caducado:
Óscar al Justero Numantino: Entregado a aquel justero que ha resistido todo tipo de envites, que ha visto su armadura golpeada una y otra vez y se mantiene firme ante las inclemencias. Tres justeros clásicos son nominados: Lunera, Antártica y RSM Coca, con 12, 12 y 13 justas a sus espaldas, llevándose el galardón RSM, no solo por haber estado presente en todas y cada una, si no porque pese a no haber ganado nunca, sigue manteniéndose firme en su propósito. En sus palabras de agradecimiento, promete seguir participando y cayendo en la primera ronda. ¡Esperamos que así sea, amigo! (Sí, qué pasa, somos competitivos...)
Óscar al Justero Guadiana: Entregado a aquel justero que viene y va, y sin embargo a todos nos parece que siempre está ahí. Rae, El Púgil y Dreamy son los nominados. Se lleva el premio esta última, cuya presencia en las justas viene siendo fiel a la proporción: NO-NO-SÍ-NO-NO-SÍ. En sus palabras de agradecimiento, promete que participará en la siguiente. Yo no me lo creería mucho. Para empezar, porque no sería fiel a su Óscar. Para continuar, porque también me prometió que cantaría y aún estoy esperando (No lo sabéis, pero es una importante artista dentro del mundo del espectáculo de los chiringuitos de Málaga)
Óscar al Justero Vidilla: Entregado a aquel justero que anima el cotarro. Que siempre está alegre, con una sonrisa presente, siempre con grandes ideas para tirar adelante el espectáculo. Había tres candidatos: Atila, Antártica y yo. ¿Verdad que todos pensáis que yo debo ser el ganador por motivos evidentes? Pues no. Las otras dos organizadoras deciden darle el premio a Antártica. Al parecer, sus múltiples relatos subidos de tono son considerados por la Academia como la representación máxima de la vidilla. En sus palabras, Antártica se compromete a seguir manteniendo su listón particular muy alto. Ante mi indignación por la tremenda injusticia, Antártica, para calmarme, me promete una clase particular sobre cómo se le ocurren ese tipo de relatos. Sin embargo, espero esa clase igual que el cante de Dreamy. Debe de ser que en Málaga se promete diferente, oiga...
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Óscar al Justero Teatrero: El Óscar que se entrega al justero mejor enmascarado se pelea por Jarque, Xana y Barlon y sus múltiples caretas durante todas las ediciones de las justas. Prolífico uno, de ideas fijas, la otra, el premio se lo lleva un cachondo mental como el señor Barlon. Tan cachondo es, que recoge el premio con una de sus máscaras puestas jeje (¿Cómo...? ¿Qué es su cara? ¡No me jodas!)
Aquí la foto de los galardonados:
Después de los regalitos, los protagonistas de la tarde descansan cinco minutos. Solo cinco. Empiezan las pruebas de verdad. Cuando ya vemos que el que menos pedo va, lleva una taja importante, damos inicio al I Trivial de las Microjustas. Un trivial consistente en adivinar el autor de un relato sacado al azar de las XIII justas disputadas hasta la fecha, solo teniendo en cuenta una premisa (las dichosas premisas): los autores de los relatos leídos no están entre los presentes. Atila y yo disparamos relatos a discreción y nos damos cuenta de la pésima memoria que tiene el personal. El Púgil comienza a aplicar una táctica que le da buenos resultados. Ante su nulidad total para acertar, responde “Mediterráneo” a todos los relatos. Y claro, alguno acierta el hombre. Barlon se lo toma como algo personal. Siempre dice “me la sé, me la sé”, pero no se la sabe. Jarque solo se sabe las que no le tocan a él. Rae escribe de muerte, pero por desgracia, su memoria también es de muerto, y no da pie con bola. Al final, se lleva el gato al agua Antártica, que empezó el juego diciendo: “¡Pero si yo tengo una memoria malísima!” Tranquila, la del resto es peor. Como había presupuesto por un tubo, hasta entregamos un lote de libros como premio: Hijos de Tayyll de nuestra Rae (dedicado), Paligramas, de nuestra Atila (dedicado), y El Paraíso Imperfecto, de Augusto Monterroso (Este no nos lo dedicó. Últimamente está de un antipático...)
Qué ilusión, qué alegría, qué alboroto, piensan todos, tampoco era para tanto. ¡Pues no! La prueba definitiva está por llegar. En un alarde de coordinación temporal por parte de la organización, y de coordinación etílica por parte de los justeros, damos paso a la competición principal: Los I Dardos en Directo de las Microjustas. Con 3 rondas (30, 20, y 10 palabras) que parten de alguna de las palabras escritas al empezar la tarde, y con un tiempo máximo por relato de 10 minutos, toda nuestra creatividad se pone en marcha. Hasta los organizadores nos permitimos el lujo de participar. De golpe y porrazo, todo el jolgorio de la sala se convierte en un silencio sepulcral solo roto por el deslizar de los bolígrafos sobre el papel (y por la voz de Dreamy). Nada se oye allí (menos a Dreamy). Somos unos profesionales (incluso Dreamy)
Como Mediterráneo no participa, hasta el final tenemos dudas de quién es el ganador. Los seis vasos de vino que se ventiló Lunera le afectan, y esta gran dardera también se deja adelantar por otros candidatos. Al final, el podio de la competición es para El Púgil en tercer lugar, Rapso en segundo (síiiii, ¡¡¡finalista!!! Yujuuu!!!) y el Sr. Nicolás Jarque como ganador absoluto tras un último relato de 10 palabras exquisito que le sirve para remontar al primer puesto. Para él es el premio gordo de la tarde, un justero medieval que la organización adquirió con orgullo y que el ganador muestra con idem.
Solo entonces, cuando ya estaba todo el pescado vendido, apareció Er Makoki por la puerta, con un “Hola, ¿llego tarde?”. Sí, chicos, ya sabéis quién será juez tardón que os valorará en todas las rondas.
Después de aquello, extasiados (bueno, al menos yo, que no paré de rajar todo el tiempo), apuramos las últimas gotas, acabamos de liquidar la tarde entre charlas, y nos repartimos besos, abrazos, y deseos de repetir lo antes posible. Suena Andalucia para la próxima.
No puedo cerrar esta crónica sin deciros tres cosas:
1 – Sois una gente genial
2 – Conoceros ha sido una experiencia única
3 – La quedada en Andalucia la va a organizar vuestra put.... digo.... esto... creo que a mí no me va a ir bien encargarme de organizarla.
Sois grandes.
¡Larga vida a las microjustas!
Me despierto en mi bosque y me encuentro con la crónica de mi queridísimo Rapso. Veo que no ha sido un sueño, que yo estuve allí disfrutando de vuestra compañía.
Grandes momentos grabados en la memoria de un hada que contará a los duendes que la magia de las pequeñas historias convierte a la luna en Lunera; a la RAE en una andaluza de mirada tierna y letra precisa; a Antártica en la sonrisa más literaria y a Dreamy en los sueños de más de mil palabras.
Le susurrará a los cárabos que tengan cuidado con la fuerza del Púgil capaz de tumbarles con cualquiera de sus relatos; que no se dejen engatusar por la melosa labia de un galleguiño llamado Barlon, ni por la simpatía de RSM y por supuesto, que se libren de caer bajo el dardo certero de un tal Jarque.
Advertirá a todas las criaturas del lugar que sean zalameras con un lagarto que se convierte en dragón y que atiende al nombre de Juancho, porque va a ser el próximo amo.
Por último se asomará al manantial y le confesará al agua que entregó dos pedacitos de su corazón a un tal Atila y a un Rapso y que volará, siempre que pueda, para estar cerca de ellos.
Gracias a todos.
(Es que el amanecer en el bosque despierta este lirismo)
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