...la idea es básicamente esa: puedes tener un muy buen método, buenos procesos y una inmejorable gestión de los mismos, e incluso puedes cuantificar la productividad de dichos procesos... pero que no se te olvide jamás la congruencia que debe guardar el proceso con el producto. A pesar de lo bueno que sea tu proceso, si no es congruente con tu producción, nunca sabrás qué tan productivo puedes llegar a ser.
Pérdida del enfoque en el sistema de producción
Toda empresa de nueva creación, en sus inicios siempre tiene la necesidad de establecer un modelo de producción objetivo para operar de manera productiva.
No debemos observar únicamente la cantidad de producto que se requiera producir: lo más importante para el óptimo funcionamiento de nuestra empresa debe ser el conocimiento de la naturaleza de lo que vamos a producir. No se pueden construir rascacielos, aviones para pasajeros u obras artísticas en lotes o en línea, así como también sería muy costoso producir despertadores pieza por pieza.
Cuando una empresa ve la luz por primera vez tiene ciertas características. El nacimiento de nuevos proyectos no es muy diferente del de los individuos en todas sus facetas. El individuo, al nacer, tendrá características físicas e inmunológicas que lo facultarán o lo limitarán para los primeros pasos de su vida, rasgos que permitirán distinguir si la persona podrá caminar, correr, asir las cosas con ambas manos, utilizar el razonamiento, ver, escuchar, alimentarse o, simplemente, vivir. De igual manera, al nacer, una empresa puede catalogarse por su tamaño, su capacidad de generar riqueza, su cantidad de trabajadores, su capacidad de producción, su giro comercial y una gran cantidad de variables que permitirán plantear las más esenciales metas.
Una de las más importantes es, sin lugar a dudas, el enfoque: Qué se producirá, para quién estará dirigida ésta producción y de qué manera se llevará a cabo. Cuestiones que deben plantearse y aterrizarse de manera inmediata y objetiva en la misión de la empresa. Tal vez sea éste uno de esos conceptos de la producción que los encargados del proyecto nunca dejarán de lado, pero al dedicarle toda la atención a este punto, las empresas suelen caer en un error bastante común: desconocimiento del «qué».
La mayoría de los administradores se enfoca en el «quién» y en el «cómo» que se plasman en la misión, pero muchas veces se olvidan de las características implícitas en el producto o servicio: cuando nos preguntamos «qué» es lo que produciremos, no se contesta simplemente con el nombre y las características físicas del producto, sino que la respuesta es un conglomerado de los factores que entrarán en juego a la hora de producir: calidad, empaque, almacenaje, embarque, canales de distribución; factores que no deben ser incluidos en la misión de la empresa, pero sí en la mente de los estrategas.
El producto, como un ente material, tiene sus necesidades y estas necesidades tienen su naturaleza característica: costo, tiempos, movimientos, economía de escala, ciclo de vida, etc. Estas variables son las que marcan la pauta que se debe seguir a la hora de fabricar nuestras creaciones, y no podemos simplemente producir sujetos a un capricho que nos dicta determinada cantidad de producción o tiempos de entrega ignorando cualquiera de estas características. La producción debe ser planeada en base a estas necesidades del producto –que no son otra cosa más que factores internos y externos derivados de su creación– y no al revés; es decir, anticipar un plazo de entrega del proyecto o comprometer una cantidad de producción y en base a eso, calendarizar las horas laborales para cumplir dichos términos.
No importa qué tanto expertise se posea en sistemas de producción en línea (producción continua), uno deberá adaptarse a las necesidades de su producto, ya que es precisamente por la nobleza de éste -el cual ha permanecido coherente con el modelo de producción- por lo que se ha estado siendo productivo, si es que de este caso se trata, y no porque hayamos inventado el método óptimo. Por ejemplo, un producto que requiera de variabilidad, complejidad y personalización, como juegos educativos, libros, revistas y cierto software, son inviables en la producción en masa porque para su adaptación en este sistema deberán obedecer a rigurosos estándares destinados precisamente a disminuir esa variabilidad y a desestimar todas las personalizaciones. Para lograr la producción a gran escala de este tipo de productos primero es necesaria su separación por áreas o unidades estratégicas y, ya bien definidas las necesidades de cada personalización, entonces adaptar cada unidad estratégica a un sistema de producción en línea. Pero cuando la cantidad de lo producido es realmente pequeña en comparación con las diferentes unidades estratégicas y, además se producirán estos productos en diferentes fases -planeación, diseño, implementación, etc.- estaremos necesitados de un sistema de producción por proyectos. Si, encima, estos productos necesitan de muchísima diferenciación unos de otros, necesitaremos dividir al capital humano por células de producción y manejar cada producto como un micro-proyecto.
Moraleja:
Siempre ten puesta la vista en tu creación. Es bueno tener un buen método, pero si no conoces plenamente lo que estás produciendo, no sabrás nunca si tu método es el mejor.
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Una reflexión sin duda interesante y necesaria cuando uno se mete en estos berenjenales. Un artículo muy interesante.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.