Veintidós añazos

Dedicado a quien se lo tengo que dedicar.

Hace veintidós años vine al mundo dispuesto a dar guerra.

Lo cierto es que pillé a todos desprevenidos: mi padre y mi abuelo se habían ido al cine a ver El templo maldito y en aquella época nadie tenía teléfonos móviles, así que mi tía llamó histérica al cine para que alguien les avisase. Como veis, dando guerra desde el día 0.

Mientras, en algún lugar Alan Moore apagaba con un soplido treinta y seis velas, con cuidado, no fuese a quemarse las barbas.

Al otro lado del mundo, en algún despacho decorado con muy buen gusto, los líderes rusos reconocían la proclamación del Estado Palestino mientras que los israelíes dinamitaban casas en el Líbano. Gorbachev y señora estaban de visita en la India.

En algún momento de ese día salí del cuerpo de mi madre, enseñando el culo. Como un Bart Simpson cualquiera.

No son muchos años pero sí han sido muchos kilómetros; algunos buenos, otros malos con la carretera llena de baches y aplastando animalitos; también he tenido algunas paradas.

Desde hace un tiempo he dejado una carretera comarcal llena de curvas cerradas, charcos y pendientes sobre la cual ha llovido durante demasiado tiempo; ahora me encuentro en la ruta 66. Los OVNIS recorren el firmamento y en algún lugar rugen dragones; admiro un paisaje salpicado de castillos, ruinas, árboles, actividad y vida. En el radiocasete suena lo que quiero que suene y en el mapa he marcado tesoros a encontrar.

Y lo mejor de todo es que no lo hago solo porque tengo los mejores compañeros de viaje.

Muchas gracias.

También va por ti, Indi.