OZ entrevista a José Miguel Vilar
Hoy tenemos con nosotros al autor de “Los navegantes”, un interesante joven autor que con su primera novela nos muestra cuánto puede dar de sí la fantasía cuando se sale de los cauces habituales
José Miguel Vilar Bou nació en Valencia en 1979. Comenzó su carrera en periódicos y radios. Desde la universidad casó la literatura con el periodismo y alternó sus colaboraciones en revistas de creación con sucesos, tribunales y reportajes sociales. En septiembre de 2004 apareció en la revista Galaxia el primer cuento publicado del autor: Vidas de piedra, relato que tuvo su continuación en El dios reflejado en el espejo (Visiones 2006).
En 2004 viajó a Serbia donde cooperó durante ocho meses en centros colectivos de refugiados de guerra. Sus experiencias fueron recogidas en una serie de reportajes sobre la posguerra en los Balcanes. Escribió el grueso de Los navegantes durante este periodo. Posteriormente trabajó como periodista en Bruselas. En este tiempo, el suplemento de tendencias EP3 de El País publicó su cuento Me dijo el Diablo.
Actualmente vive en Italia, trabajando para Amnesty International. Desde ahí nos ha brindado esta entrevista.
Los navegantes ha sido tu primer libro publicado. ¿Te ha costado mucho esfuerzo conseguirlo?
La publicación en sí fue un proceso rápido. Mandé el original a AJEC y en tres semanas tuve respuesta. Lo duro fue lo de antes, puesto que comencé a escribir la novela en Valencia, cuando trabajaba en un periódico que ya no existe. Después me mudé a otra ciudad y tuve que llevarme todas las anotaciones detrás, y, finalmente, escribí el grueso en Serbia, a mano, porque allí no tenía ordenador en casa. En total, creo que tardé dos años en hacer Los navegantes. Y a eso hay que sumarle varios años alimentando la idea en mi cabeza.
Está claro que el libro sorprende en varias facetas por su originalidad, empezando por lo que has llamado Metaprólogo, donde nos cuentas en forma de juicio a tu propia persona lo que nos vamos a encontrar en sus páginas. ¿Esta idea de incluirlo fue premeditada o se te ocurrió sobre la marcha?
En realidad el autor del metaprólogo es Salvador Montesinos, quien ha aportado su peculiar genialidad. En él, me limito a ejercer de personaje y no de autor. Estuvimos varios meses trabajando sobre varias ideas. Al final teníamos tantas versiones del metaprólogo que no estoy seguro de si se publicó la definitiva. Estoy muy contento del resultado porque veo que el metaprólogo no deja a nadie indiferente.
A mí me parece que con el lenguaje que utilizas y la forma que narras buscas un poco la cercanía con el lector, hacer como si esta historia nos la estuviera contando alguien que conocemos. ¿Es así o sólo buscabas un poco un estilo rompedor y hacerlo tu seña de identidad?
Algún lector ha sugerido que el estilo de Los navegantes es una pose contra lo que se considera habitual en la fantasía. No es así. No me dio de repente por escribir a taco limpio, sino que, como todo el mundo, he ido desarrollando mi estilo a lo largo de los años; de cuentos y de novelas que son carne de cajón. No creo que un escritor deba obsesionarse por encontrar una seña de identidad. Simplemente debe buscar su camino, su manera de entender el mundo con naturalidad, sin impostar. El único modo de gustar, pienso, es siendo uno mismo. De todos modos, hagas lo que hagas, siempre habrá gente a quien no le gustará tu trabajo.
Todas estas cosas que hemos comentado del libro, con su irreverencia, su lenguaje y algunas cosas más, hacen que se salga de la línea establecida. ¿Crees que cada vez es más difícil destacar o sorprender en el género de la fantasía? ¿Crees que está todo inventado o aún queda por innovar?
Al contrario, creo que la fantasía es un genero lleno de caminos por explorar. Hay muchas novelas foráneas y nacionales que así lo demuestran y no dejan de salir nuevos títulos de autores españoles al mercado. Por eso me hiere especialmente cuando se identifica la literatura fantástica como un género menor y tonto. Hasta hace poco le pasaba lo mismo a la novela de aventuras en España. Pero ahora ésta goza del prestigio que se merece. Esto me da mucho optimismo. Espero que un día suceda igual con la fantasía.
El libro también contiene unas grandes dosis de humor e ironía, sobre todo encarnadas en el personaje de Akkán. ¿Has reflejado en este personaje o en el tono general del libro un poco o parte de tu personalidad?
Hay algo de mí en todos los personajes, cocodrilo incluido. Todos los escritores estamos en todos nuestros personajes, creo. Por lo general un escritor es un ser de personalidad escindida y llena de contradicciones. Y el ejercicio de escribir es, tal vez, un modo de obligar a todas estas personalidades a dialogar entre sí. Luego el resultado es Los navegantes y uno empieza a preocuparse.
Hay una cosa que nos intriga viendo el libro que has conseguido realizar: ¿Has pensado retomar el mundo que has recreado en Los navegantes para escribir otro libro algún día, aunque no sea necesariamente una segunda parte?
Es una posibilidad que he descartado. Sería traicionar la esencia de la novela. Además, uno de los placeres de escribir fantasía es el proceso de invención de un mundo imposible. Si escribiera una segunda parte del libro renunciaría a este placer. Prefiero inventar otros nuevos universos.
Cambiando de tema, en 2004 estuviste en Serbia cooperando en centros para refugiados de guerra. ¿Cómo fue tu experiencia allí esos meses y qué aprendiste?
Se supone que fui allí como profesor, pero en muchos aspectos fui alumno. Aprendí que somos afortunadísimos de tener un techo, de vivir en una sociedad que funciona, de no tener heridas morales que cicatrizar, ni odios históricos ni nada de eso. También aprendí que las circunstancias difíciles obligan a las personas a volverse grandes. En todo caso fue una experiencia muy positiva. Reconozco que llegué a la posguerra serbia muy determinado por los prejuicios que a todos nos dejaron hechos como el sitio de Sarajevo, la masacre de Srebrenica o la toma de Vukovar. Pero lo que me encontré en este país fue gente maravillosa, inteligente y vitalista en un 98%.
Parece evidente que esta experiencia aparece reflejada de una u otra forma en Los navegantes. ¿En qué modo influyó en tu novela? ¿Hay algún hecho del libro en el que te hayas basado por alguna experiencia real vivida en este periodo?
Sólo a posteriori he podido percibir la rabia con la que escribí el libro. Era la primera vez que vivía fuera de España y de repente me encontraba en un contexto de 20 grados bajo cero donde no entendía una sola palabra de lo que me decían y donde las relaciones sociales eran marcianas para mí. Al principio fue muy duro. Creo que todo eso, junto a una serie de movidas personales, determinaron el tono del libro. Espero haber sabido plasmar la intensidad de los Balcanes en él.
Cabe suponer que a parte de influencias relacionadas con tu experiencia vital, también las habrás tenido literarias. ¿Cuáles crees que han sido éstas?
La lista es infinita. En aquel momento estaba bastante marcado por Máscaras de matar, de León Arsenal. Fue un shock descubrir que se podía escribir fantasía en español. Que existían libros ágiles, modernos, escritos por españoles. Eso me animó a darle cuerpo a la idea que llevaba tanto tiempo en mi cabeza: una novela de fantasía a mi manera. Algunos autores sin los que no puedo escribir son Tolstoi, Kafka, Alejandro Dumas, Thomas Mann, Dostoievsky, Borges, Homero, Michael Ende, Ursula K. Le Guin y unos cuantos más.
Un poco en esta misma línea, ¿te animarías a hacer alguna recomendación literaria a nuestros lectores?
¿Yo? Bueno, sí. Los navegantes. No, es broma. A nivel de fantasía y de aventuras siempre recomendaría algunos autores nacionales. Me gustan especialmente Javier Negrete, Juan Miguel Aguilera, David Mateo, Emilio Bueso, J.E. Alamo y algunos más. Me quedan muchos por leer. Como space opera me encantó Silmarem de Gabriel Guerrero Gómez.
Otra pregunta que surge viendo tu experiencia vital, aunque no está directamente relacionada con la novela, es ¿en cuál de las dos facetas, la de periodista y la de escritor, te encuentras más cómodo?
Diría que son dos compartimentos estancos, pero no es cierto. El periodismo me ha ayudado a comprender el poder de la palabra justa, precisa. De la frase seca e informativa. Además, me ha permitido acceder a muchísimas personas de extractos muy diferentes, a muchas experiencias, lugares y pensamientos. Para escribir necesito vivir. Si me encerrase en casa no podría hacer ni una sola línea. Supongo que a todos los que escribimos nos pasa igual. Los escritores somos receptores andantes de vivencias. Siempre a la caza de vidas, sentimientos, pensamientos.
Para terminar, cuéntanos un poco qué proyectos, literarios o no, tienes en mente.
Tengo algunas notas por ahí escritas y muchas ideas. En el futuro quiero seguir escribiendo fantasía.
Pues muchas gracias por la entrevista y muy buena suerte con esas próximas aventuras fantásticas. Estaremos encantados de leerlas.
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