Historia universal 18: América Latina, África y Asia en los siglos XIX y XX
Reseña del tomo de la enciclopedia de Salvat y El País
Después de haber leído con gran interés el décimo séptimo volumen de esta enciclopedia, dedicado al siglo XIX en Europa y Norteamérica, abordé con muchas ganas Historia universal 18: América Latina, África y Asia en los siglos XIX y XX. Tenía muchas expectativas porque, durante mi proceso de documentación para Espejo Victoriano, me he encontrado con que África en particular es un territorio sobre el que es difícil encontrar información del siglo XIX antes de la colonización masiva europea. Es por ello que la lectura de este volumen me ha dejado sentimientos encontrados.
Por un lado, la información que se presenta está muy bien estructurada (aunque pueda llegar a resultar densa por la cantidad recogida en tan poco espacio), es fácil seguir la línea discursiva y da una buena panorámica del periodo. En esta ocasión, el acento está todavía más puesto en el aspecto económico y político, lo que deja menos espacio para, por ejemplo, la cultura o la explicación de los modos de vida. Por otro lado, es imposible no percibir una perspectiva eurocentrista muy marcada, sobre todo en los dos últimos tercios, dedicados a Asia y África. El primer continente parece abordarse solo (o principalmente) desde la perspectiva de su relación con Occidente y el segundo, ya casi meramente existir en función de este. De esta manera, aquellos interesados en el sustrato anterior o en los aspectos menos relacionados con Europa, se pueden sentir defraudados. Quizás sea el título, Historia universal, el que me indujo a error.
La obra está compartimentada por continentes. El primer tercio se dedica a América Latina y se estructura en tres capítulos: Las bases económicas de América Latina, que busca encontrar una regla común al desarrollo de estos países después de la descolonización que comenzó a principios del siglo XIX, Las revueltas populares en América Latina, que toma como referentes México, Venezuela y Argentina para explicar el devenir político de los países latinoamericanos, y México independiente. Organización constitucional y Revolución, donde se profundiza en la evolución histórica de un caso particular. Me es difícil juzgar con mis conocimientos si realmente estos tres países se pueden considerar paradigmáticos de la evolución de América Latina y, aunque se explican muy bien las dinámicas internas de los mismos y su relación con el mercado internacional, me hubiera gustado descubrir también más cosas sobre casos más atípicos que dieran una panorámica más amplia de la variedad del continente.
El segundo tercio de la obra se dedica a Asia y se podría dividir en dos grandes mitades. La primera, dedicada al Lejano Oriente (Asia bajo el imperialismo occidental y El socialismo asiático) y la segunda, al Próximo Oriente (El desmembramiento del Imperio otomano y El mundo musulmán: entre el subdesarrollo y la revolución). De nuevo, los aspectos abordados están muy bien explicados y resultan muy entretenidos, pero da la impresión de que quedan grandes huecos en el mapa, entre los cuales quizás el más llamativo sea Japón, tal vez por no encajar en el modelo colonial de sus vecinos. Incluso el tratamiento de China resulta algo limitado. De nuevo, se entiende que no se puede abarcar todo, pero la visión eurocéntrica se va haciendo cada vez más marcada.
Como cierre, el último tercio se dedica a África (principalmente al África subsahariana visto que parte ya se había tratado junto al declive del Imperio otomano) a través de dos capítulos: África y los imperios coloniales y África: de la descolonización a la independencia. Prácticamente no hay referencias a los pueblos autóctonos que ya estaban ahí antes de la colonización europea que hace bascular el equilibrio de poderes a finales del siglo XIX, lo que para mí ha supuesto una considerable decepción. Recursos económicos, influencias políticas internacionales marcadas por la Guerra Fría y la relación con las metrópolis incluso después de la independencia parecen tener más peso que elementos culturales que, quizás, podrían haber explicado mejor ciertos conflictos políticos y militares, e incluso el desarrollo y la proyección de los países analizados. Por lo demás, el contenido, de nuevo, es de calidad.
De esta manera, mi única pega a esta Historia universal es precisamente su título. Quizás hubiera sido conveniente elegir otro o asumir que dedicar un único volumen a tres continentes tan dispares era demasiado limitante. Creo que tres tomos hubieran sido una mejor solución, pero tal vez se consideró que no suscitarían suficiente interés. Una lástima.
En cualquier caso, más allá de este aspecto, sigue siendo una obra muy interesante y amena.
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