Whiplash
Reseña de la espeluznante y fascinante película de Damien Chazelle
Me encantan las películas de profesores. Hay algo mágico en ese proceso de cruzarte a alguien que te motiva y consigue que te apasiones por su materia, por la vida, por el aprendizaje, por descubrir, esa figura que te ayuda a superar las dificultades. Hay grandes películas al respecto que nos traen ecos (casi siempre exacerbados) de esos maestros que tuvimos la suerte de tener en algún momento de nuestras vidas. Suelen ser películas que, aunque tengan un poso triste, te dejan un fondo de satisfacción porque ellos están ahí para despertar lo mejor de ti y luchar a tu lado.
Whiplash está emparentada con ellas, estrictamente hablando debería pertenecer al género, pero su enfoque es muy distinto porque el profesor es reputado por sacar lo mejor de sus alumnos, musicalmente hablando, pero es capaz de arrastrarlos por un auténtico infierno en la Tierra.
He visto pocas películas que sean capaces de captar con tanto acierto la violencia psicológica y no meramente física. Whiplash no se corta en absoluto a la hora de plasmar esa relación malsana donde las personas terminan por considerarse secundarias, pero no se trata tampoco de violencia por violencia, y eso es lo que hace tan fascinante y al mismo tiempo tan dura la película. Quién más quién menos ha querido destacar en algo, conseguir alguna meta, y cuando tienes potencial empiezas a tener que cuadrar sacrificios y esfuerzos con el resto de tu vida. Si la persona que crees que tiene la clave de tu éxito es maquiavélica e implacable como un demonio, ¿qué vía tomar? ¿Cómo escapar de la fascinación que ejerce? O, lo que es más terrible, ¿de verdad querrías escapar?
El guión de Damien Chazelle es excelente en este sentido, pero hay que reconocer también que se sostiene gracias a las impresionantes actuaciones de Miles Teller y J.K. Simmons, que permiten mantener la tensión de la trama mediante un fabuloso duelo interpretativo de gran intensidad. La relación de dependencia, de admiración y desesperación, llena de sutilidades, dolor y esperanzas, es de las que marcan, y tanto la dirección como el reparto permiten darle todo el espacio que merece. Es uno de los aspectos sobresalientes de la película.
El resto también lo es. La banda sonora, la fotografía, los escenarios, la estructura narrativa, los giros argumentales sobre los que es mejor no decir nada, entre otras cosas porque no se les esperaba y llegan en los momentos más adecuados... Todo está ahí para hacer arte y no contar una mera historia.
Whiplash es un película magnífica. Dura, cruda y muy humana, de las que consiguen estremecer al espectador. Está llamada a ser un clásico. Sí, no nos deja con esa sensación de satisfacción nostálgica o tristeza compartida que suele ser la baza fuerte de las películas de profesores, sino con una zozobra y una serie de cuestiones que son difíciles de responder con un sí, un no, un nunca.
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