En busca del Egipto olvidado
Reseña de la obra de Jean Vercoutter publicada por Découvertes Gallimard
El formato de libro de bolsillo ilustrado a color de las ediciones de Découvertes Gallimard es particularmente interesante en obras como En busca del Egipto olvidado (À la recherche de l'Egypte oubliée en el original francés) de Jean Vercoutter, ya que permite compaginar los interesantes artículos de fondo con imágenes que hacen soñar al lector.
El planteamiento de la obra es muy sencillo: se trata de una panorámica del redescubrimiento del Antiguo Egipto, el de los faraones de las antiguas dinastías, presentada de un modo cronológico. Arranca precisamente estableciendo cuándo se daría el primer olvido, identificado en buena parte con las dinastías ptolemáicas, y nos va desgranando a continuación cómo se volvía la mirada hacia ese coloso olvidado en las arenas del desierto desde épocas que nos pueden parecer tempranas.
Desde la misma Antigüedad, pueblos extranjeros contemplaron con atención los monumentos y obras de arte de un imperio que ya era secular antes del nacimientos de sus civilizaciones, como los griegos o los romanos. La dificultad de conocer con precisión su historia se complicó cuando perecieron los últimos sacerdotes capaces de leer jeroglíficos y no se recuperaría hasta que Jean-François Champollion descifrara la piedra de Rosetta en el siglo XIX.
Entre medio, las visitas a Egipto no se detendrían, aunque dependiendo de los periodos serían más o menos complicadas. Así, el libro nos presenta la visión que se tenía de Egipto en la Edad Media, cuando a los europeos les interesaban sobre todo las localizaciones bíblicas, o el Renacimiento, algo francamente curioso y no siempre conocido. Por supuesto, el siglo XIX ocupa buena parte de En busca del Egipto olvidado, puesto que no solo fue la época en la que se descifraron los jeroglíficos, sino que Europa vivió una auténtica egiptomanía que fomentó numerosos viajes, observaciones, fotografías y grabados que tienen gran interés incluso a día de hoy, puesto que algunas de las maravillas que contemplaron se han perdido. La cantidad de historias personales y anécdotas recopiladas en el libro son impresionantes.
Como cierre, llegamos al siglo XX y el descubrimiento de la tumba de Tutankamon, otro de los grandes hitos de la egiptología, el cual marcaría también profundamente nuestra cultura popular y nuestra imaginación. Como apéndice, tenemos una serie de testimonios en primera persona sobre el tema: los viajes y la arqueología en Egipto.
La información en el libro está presentada de un modo muy ameno, a modo de pequeños artículos ilustrados con profusión, lo que brinda una lectura muy amena y facilita la consulta posterior. No da tiempo a ahondar de un modo técnico en el tema, pero encontramos mucha información sobre cómo, por ejemplo, funcionó el tráfico de antigüedades en el siglo XIX, cómo se crearon los museos, cómo veían los viajeros europeos ese misterioso país que formaba parte, al menos nominalmente, el Imperio otomano, etc.
Sin duda, se trata de una lectura muy interesante para los aficionados al tema, algo más completa y profunda que una revista de divulgación, pero todavía lo bastante ligera como lectura casual, incluso si el francés no es la lengua materna.
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