Cabeza de Ciervo
Reseña de la novela de Francisco Miguel Espinosa publicada por Dolmen
Cabeza de Ciervo es una viaje a una América Profunda tan intoxicada de sí misma que se hunde en lo grotesco. Juega con los tópicos cinematográficos como si los hubiera metido en la casa de los espejos de una feria siniestra, pero no se limita a deformarlos: extrae de ellos matices y texturas que no te esperarías a primera vista. Les roba la esencia de puntos clave, como el ritmo o el impacto visual y los mete en un frasco de literatura bien forjada para traernos un brebaje único. Cuando lees Cabeza de Ciervo tienes una sensación de familiaridad que contrasta con lo diferente que resulta la novela frente a tantas y tantas otras.
En parte, la culpa la tiene la prosa de Francisco Miguel Espinosa: es un autor que no quiere ser meramente vehículo de la narración, sino también protagonista. Pero no es un sentimiento egoísta: también quiere que el lector sea más que un mero espectador y lo espolea continuamente para que acepte el juego y, cómplice, vaya construyendo el escenario con él.
El resultado es fresco, irreverente, iconoclasta al tiempo que devoto de los ídolos del género. La historia se desarrolla con una agilidad envidiable mientras andamos encandilados con lo que ocurre y termina con todos los fuegos artificiales, no por previsibles menos eficaces, que requería. Los personajes fingen ser arquetípicos al comienzo y, por culpa de ese juego de espejos y del carácter zascandil del autor, van tomando forma y ganándose el interés del lector.
La inmersión es rápida porque Fran Espinosa va a degüello: no hay relleno ni afán de recrearse, aunque a veces se pase de vueltas, sino piezas que bruñir para que el caleidoscopio deslumbre. Sin prisa pero sin pausa, el autor las va concatenando y para revelarnos una historia de conspiraciones de pueblo perdido, oscuros secretos, venganzas y psicópata desatado. Cuando ha pasado el huracán, queda un rastro de violencia pop, humor negro, crítica soterrada para que dé por debajo de la línea de flotación, estética pulp y carácter propio en la escritura.
Muchas veces nos preguntamos dónde queda la literatura en una generación eminentemente cinematográfica. Cabeza de Ciervo puede ser una buena respuesta: a los mandos de la narrativa. Si quieres algo de novela negra, carnicerías y lo justo de mala leche, esta puede ser tu novela. A mí, desde luego, se me ha ganado.
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