Reseña de la antología de relatos de terror de Roque Pérez Prados
Hay autores y aficionados que piensan que el formato ideal para el género de terror es el relato corto. Pues con su antología “Veinte maneras de bajar al sótano”, Roque Pérez aporta innumerables argumentos a esta teoría. Sí, las novelas de terror están muy bien, pero donde esté la fuerza y la intensidad de un relato breve, que se quiten los rollazos de quinientas páginas.
El autor nos ofrece una recopilación formada por una veintena de relatos, algunos de ellos muy cortos, de solo dos o tres páginas, y otros un poco más largos, pero eso sí: siempre se mueve en las distancias cortas. La antología está muy cuidada y sorprende la variedad temática y estilística desplegada. Se van alternando relatos escritos en primera, segunda o tercera persona. La voz del narrador es en ocasiones la de la víctima, o la del asesino, o la de un espectador que no sabe qué está ocurriendo. Esa variedad hace que la lectura sea muy agradable, ya que rompe con la monotonía y propicia que el lector reubique mentalmente las piezas de cada relato con verdadero interés. Es uno de los mayores aciertos del libro, el autor se ha preocupado de encontrar siempre el enfoque adecuado, el punto de vista alternativo, y de esta forma proporciona una variedad estilística que se agradece enormemente. Cada relato es un mundo (y en ocasiones, literalmente).
Las historias suelen tocar todos los clásicos del género pero desde un enfoque muy actual e iconoclasta, no hay mito que Roque no pervierta y utilice para desmontarlo y ofrecérnoslo desde una perspectiva pocas veces imaginada. Hay vampiros, fantasmas, casa encantadas, psicokillers... pero se las arregla para que en ocasiones no sepamos con qué nos estamos enfrentando, y siempre hace que el relato sorprenda por su originalidad. Confieso que sus relatos me han sorprendido tanto como en tiempos hicieron los cómics de la EC, de hecho guardan cierta semejanza con esas historias breves que cambiaron para siempre la forma de hacer terror. Las historias de Roque son tan breves como esos cómics de cuatro o cinco páginas y describen con crudeza situaciones tensas y repletas de suspense. Cada una es un puñetazo en el estómago. Y el final siempre es sorprendente, de tal forma que muchas veces el último párrafo nos hace replantearnos toda la historia o aporta giros insospechados que hacen que los relatos ganen muchos enteros. Son muy pocos los autores capaces de conseguir que esta fórmula basada en la sorpresa final funcione, ya que requiere mucha coherencia y gran inventiva para aportar un giro inesperado que resulte lógico y adecuado al mismo tiempo. Pues Roque pasa la prueba con buena nota. No hay tópico que no utilice desde un nuevo punta de vista y sus finales interesan, incluso aquellos que quedan abiertos.
Los personajes suelen estar muy bien dibujados, y aunque carezcan de la profundidad que otros formatos más extensos podría proporcionarles, cumplen a la perfección su papel, el autor los perfila con cuatro pinceladas y en seguida los sentimos reales y cercanos. Uno no los siente de papel, sino próximos y humanos (aquellos que son humanos, claro).
Se nota que los relatos están muy trabajados, cada frase está medida y elaborada de tal forma que no hay nada que sobre o falte. En este sentido se notan los años que Roque ha dedicado a escribir estas escasas doscientas páginas, y se percibe que cada frase, cada relato, ha sido elaborado con un esmero poco frecuente.
Como ya hemos dicho, los relatos son muy breves, y esto propicia que el ritmo siempre sea muy marcado: no perdemos tiempo leyendo farragosas descripciones, ni nos cansamos de esperar que haya acción. Roque parece seguir la premisa de “empezar en lo más alto, y de ahí, seguir subiendo”. Las historias se leen en un momento y con auténticas ganas, de tal forma que vamos encadenando una tras otra sin casi poder parar. El hecho de que sean tan cortas y tan cañeras, hace que la antología sea sumamente adictiva. Confieso que tuve que esforzarme por hacer paradas entre relato y relato, ya que quería leer la antología despacio y sin que se me amontonaran las historias en la cabeza. Con los libros de relatos pasa como con la poesía: hay que leerlos despacio y sin que se nos junten varios seguidos, es la mejor manera de saborearlos.
Precisamente ese ritmo tan marcado es la principal característica del estilo del autor. Los que busquen frases rimbombantes y elaboradas figuras literarias no las encontrarán, lo que el autor quiere es cogernos por la pechera y meter nuestra cabeza en la taza del wáter. No se anda con exquisiteces. Todo es caña y ritmo. Esto no quiere decir que su estilo sea descuidado, al contrario, quiere decir que todos los recursos del terror están bien utilizados y que la concreción de las tramas y su desarrollo están perfectamente estudiados para que cada relato sea un golpetazo certero.
El único “pero” que se podría poner a la recopilación es que en ocasiones el lector se queda con ganas de profundizar más en algunas historias, ya que es tal su potencial y tantas las ideas esgrimidas que querríamos que la historia continuara para seguir sorprendiéndonos con otros puntos de vista y otras posibilidades que no llegan a desarrollarse. Pero es potestad del autor decidir qué es lo que nos quiere contar de cada historia, así que no hay nada que decir en este sentido. Solo esperemos que pronto dé Roque forma a otros materiales que no se han llegado a desarrollar en este libro, porque ideas y buen hacer no le falta.
No voy a destacar ninguna historia en concreto, todas tiene su encanto y algunas han quedado más redondas que otras, pero todas tiene sus cosas buenas, ya sea su enfoque, su final abierto o la variación de la premisa clásica.
Resumiendo: Una antología muy en la línea de esas viejas historias de cómics clásicos pero con un enfoque completamente actual y lleno de ritmo. “Veinte maneras de bajar al sótano” vendría a ser una actualización literaria de los añorados Creepy, pero con la fuerza de un autor por descubrir que puede dar mucho de sí. Esperemos que pronto podamos leer la novela en la que está trabajando. Una antología de relatos (casi microrrelatos en algunos casos) muy interesante y cuyo punto fuerte se halla en la variedad y en la rapidez. Podrá gustar más o menos (en función de las expectativas de cada lector), pero estoy seguro de que nadie se aburrirá leyéndola, ya que el ritmo es endiablado y la variedad de ideas, desbordante.
Autor
Roque Pérez Prados (Alicante 1968). Diplomado en Óptica y Optometría, ha trabajado en publicidad y marketing para prensa, radio y televisión y obtuvo el Diploma en Novela Negra por la Universidad de Alicante. Ganador del 2º premio de monólogos de terror "Alicante se asusta"(2003) y finalista en los certámenes literarios de Benferri (2007), Tierra de Leyendas (2007) y "Do not disturb" Hotel Montiboli (2008). Se pueden encontrar su relatos en revistas literarias como "Letras Perdidas", "Auca" y "Benferri", así como en diversas antologías como "El Taller de los Cuentos Oscuros" (2007), "Relatos Urbanos, refleojos de asfalto" (2007) y "Cuentos a quemarropa" (2009). "Veinte maneras de bajar al sótano" es su primer libro de relatos en solitario. Es miembro de Nocte, la Asociación Española de Escritores de Terror.
Una reseña muy interesante y completa. La verdad es que me atrae mucho el libro (tanto que ya lo tengo encargado en Cyberdark :-) Estoy deseando empezar a la leerlo.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.