Muchas gracias, compañero. Lo escribí -sin mucha fortuna- para un concurso en torno a Oberón.
La maldición del rey de los elfos
Un relato de fantasía de Patapalo
El escritor sacó la última hoja de la impresora y la apiló, bocabajo, completando el manuscrito. Satisfecho con su trabajo, fue a buscar un sobre donde meterlo. Había soñado con aquel momento durante meses, mientras recopilaba información sobre editoriales, corregía erratas, remodelaba los pasajes más oscuros… Y, por fin, había concluido.
Estaba tranquilo, confiado. Había trabajado duro, y, sin bien su obra no sería ningún hito en la literatura, sí que había conseguido lo más importante: concatenar las palabras con ese invisible hilo mágico que hechiza al lector.
Apagó la luz y se fue a la cama.
Entonces, cuando salió de la habitación, hizo acto de presencia otra magia todavía más fuerte.
La maldición del rey de los elfos se infiltró por los resquicios de nuestro mundo y comenzó a retocar la novela. Una coma aquí, una palabra allá, una frase que se enreda como el pelo de un durmiente, un pequeño corte en el hilo conductor, un pasaje que nadie encontrará de nuevo, que escapará al lector…
Oberón sonrió. Toda venganza era poca para quien osara convertir a sus queridos súbditos, una vez más, en afeminados rubitos vestidos de seda. Desde Tolkien, aquel despropósito no había vuelto a tener gracia.
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Jajaja, el contracuento del zapatero y los duendes se mezcla con una sensación que a todo aspirante a escritor le resultará familiar, ¡genial!