Conan Rey: El espíritu del cenotafio y otras historias
Reseña del tercer volumen de la colección reeditada por Planeta DeAgostini
Conan ha sido desde su creación un personaje paradigmático de la literatura pulp y, de vez en cuando, apetece sumergirse en historias que lo tengan por protagonista y que sean precisamente eso: pulp. En este tercer volumen de la colección clásica de Conan Rey que reedita Planeta DeAgostini, Doug Moench nos brinda precisamente eso.
La calidad de los guiones se podría decir que es creciente: El espíritu del cenotafio tiene elementos interesantes, pero aparece más bien deslavazado. Su planteamiento se asienta en Las tumbas subterráneas de Tarantia, con la que comparte muchos elementos, y busca nuevos matices en Círculo de hechicería. Con Reyes del fuego y de la oscuridad y Los saqueadores de R'Shann llega a cotas que no se podían imaginar al empezar la lectura y que dejan cada vez más satisfecho. De hecho, este último relato da una dimensión a la mentalidad de Conan que se había vuelto rara en algunos guionistas y que refleja bien la mezcla de nostalgia y aceptación del viejo aventurero reconvertido en rey, un aspecto que no siempre resulta fácil de conciliar en una colección de espada y brujería con un protagonista en teoría retirado.
Lo que, por otro lado, sí comparten todas estas historias es el protagonismo de la aventura por la aventura, del escenario por el escenario. Lejos de buscar grandes reflexiones o perfecciones, su intención es divertir a los amantes del género, entretenerlos, y vaya que si lo consiguen. Este volumen tiene una cualidad creepy que brinda un fondo de tensión muy conveniente y nos obliga a recordar que Robert E. Howard fue un autor de espada y brujería, sí, pero también un miembro del círculo de Lovecraft y un cultivador del horror cósmico... a su manera.
El trabajo gráfico de Alan Kupperberg y Ernie Chan, de Ron Frenz y Ricardo Villamonte, y sobre todo de Mark Silvestri —quien firma tres de los cinco números— es hijo de su tiempo y una de las encarnaciones del pulp más sincero: se notan las prisas y los plazos en la falta de detalle de algunas viñetas, en algunas composiciones, en la ejecución... pero al mismo tiempo genera momentos mágicos, como ese Conan acechado por engendros en un cementerio envuelto en bruma, y, ante todo, engancha y transporta, y de eso se trata.
Sí, hay momentos tan peregrinos que uno se pregunta hasta qué punto el guionista se lo tomaba en serio —¿Conan en ala delta? ¿En serio?—, pero eso no quita para que Conan Rey: El espíritu del cenotafio y otras historias funcione como se supone que tiene que funcionar una narración de estas características: a las mil maravillas si te la tomas como el relato de un viejo malhablado pasado de jarras de cerveza en una lúgubre taberna argosiana.
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