Los tecnólogos
Reseña de la novela de Matthew Pearl publicada por Punto de lectura
«El verdadero y único objetivo posible de una escuela politécnica es, como yo lo concibo, la enseñanza, no de los pequeños detalles y las manipulaciones de las artes, que se pueden hacer sólo en el taller, sino la inculcación de los principios científicos en que se basa y la explicación de ellos, y junto con esto, una revisión completa y metódica de todos sus procesos y operaciones principales en relación con las leyes físicas»
William Barton Rogers
En 1859, William Baton Rogers presentó ante el Tribunal general de Massachusetts la propuesta de un visionario proyecto educativo que combinaría la educación profesional y, todavía más importante, la potenciación del talento individual de los alumnos gracias al carácter independiente de la institución. El objetivo del rector Rogers era ofrecer una educación dinámica, capaz de adaptarse al rápido cambio que experimentaba el país como consecuencia de la creciente industrialización. A pesar de ser rechazado, el MIT se inauguró y admitió a la primera promoción de alumnos en 1865, una fecha bastante posterior a la inicial debido a la Guerra Civil Estadounidense. No sería la única dificultad que habría de afrontar en los años siguientes. Las dificultades económicas llevaron a plantearse su adhesión a la Universidad de Harvard, aunque las protestas de los alumnos impidieron la unión entre ambos centros educativos. De hecho, la cooperación directa con el gobierno de los Estados Unidos en el desarrollo de computadoras, el sistema de radar y guía inercial durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría resultaron determinantes para garantizar su permanencia, así como para obtener el beneplácito popular. En la actualidad, el MIT es reconocida como la mejor de Estados Unidos y en el mundo por U.S. News & World Report. Asimismo, ha sido catalogado mundialmente como el mejor en tecnología por Times Higher Education-QS World University Rankings. Sin olvidar que entre sus alumnos figuran 78 Premios Nobel, 52 National Medal of Science, 45 Rhodes Scholars y 38 MacArthur Fellow.
Curiosamente, Matthew Pearl (El Club Dante) estudió Literatura Inglesa y Norteaméricana en la prestigiosa Universidad de Harvard, principal rival académica del MIT durante aquellos primeros y difíciles años, en los que la escuela no debía afrontar solo la escasez de alumnos o la falta de patrocinadores que les permitiesen sustentar las modernas instalaciones, así como el material necesario para impartir las clases: el mayor desafío era superar el rechazo de los ciudadanos de Boston, quienes asimilaban la ciencia como una amenaza, especialmente entre los primeros sindicatos laborales ante la posibilidad de perder sus empleos ante el abaratamiento de los costes que representaban los últimos avances tecnológicos.
Al igual que en anteriores novelas, el escritor estadounidense combina acontecimientos históricos reales con la ficción de un conjunto propio de personajes para narrarnos el conflicto que representa el progreso, en especial cuando el país todavía estaba dividido por la guerra. Es decir, Matthew Pearl emplea el MIT como analogía de los recientes —y trágicos— sucesos que dividieron a la población en dos bandos enfrentados: por un lado, aquellos que querían la abolición de la esclavitud; por otro, los que querían su permanencia. Obsérvese los símiles respecto a la novela, pues apreciamos diferentes enfoques referentes al progreso tecnológico que abarcan las opiniones tanto a favor como en contra coherentes en el contexto abarcado. Una temática todavía recurrente en la actualidad, aunque ahora centrada en las nuevas tecnologías y las redes sociales como sustituto de las relaciones humanas.
A pesar de que Los tecnólogos es el primer thriller tecnológico del autor, recuerda a la primera novela del autor —El Club Dante— en varios aspectos. Al contrario que El último Dickens y La sombra de Poe, no centra la temática tanto en una figura literaria concreta, sino en un acontecimiento histórico concreto y, cabe señalar, desconocido para la mayoría, así como su posterior repercusión en diferentes ámbitos —no exclusivamente académicos—. Recuérdese que El club Dante trataba sobre la primera traducción en inglés de La Divina Comedia. De igual forma, determinados personajes realmente existieron —William Barton Rogers, Henry S. Pritchett, Robert Halloweell Richards o William Edwin Hoyt—, lo que proporciona una mayor credibilidad a la novela. O también la reflexión sobre la ignorancia popular o los peligros del conocimiento ante su uso inadecuado por determinadas personas.
Si bien Matthew Pearl vuelve a emplear la teoría conspirativa como punto de inicio, la estructura de la novela resulta más sencilla, e incluso predecible respecto a obras anteriores. Posiblemente la finalidad del autor fuese ampliar el target de lectores potenciales de sus libros optando por una historia más entretenida con un estilo que recuerda, quizás demasiado, a Dan Brown (El código da Vinci): capítulos breves que mantienen la atención del espectador con acertados cliffhangers, ritmo trepidante —aunque demasiado apremiado por la cuenta atrás—, constantes giros narrativos o la excesiva genialidad de sus personajes principales. De hecho, poco a poco acaban perdiendo la credibilidad inicial, pues resulta difícil concebir personas capaces de reunir tantas competencias, y más considerando la escasez de medios del contexto. En este aspecto, no me refiero tanto a Ellen Shadow como a Marcus Mansfield, cuya elección para convertirse en uno de los primeros alumnos becados del MIT —en la ficción— carece de argumentos sólidos. Es más, la inclusión de flashbacks no contribuyen a establecer una mayor afectividad hacia el personaje, sino todo lo contrario. Acaban resultando innecesarios al interrumpir de forma constante la narración para describirnos un oscuro episodio de su biografía que, realmente, acaba desvelándose en los últimos capítulos junto a la resolución de los misterios y la identidad del responsable.
Es cierto que Los tecnólogos tiene una base sólida sobre la que desarrollar un interesante thriller tecnológico en un contexto histórico tan convulso como los primeros años del MIT tras el fin de la Guerra de la Independencia, planteando el dilema que representa el progreso, especialmente cuando es empleado con fines destructivos o egoístas. Sin embargo, nos encontramos ante una novela que tiene como principal finalidad el entretenimiento del lector, no la reflexión, tal y como sucedía en obras anteriores. La ciencia acaba convertida en un instrumento rimbombante, empleada por personajes arquetípicos en un contexto desaprovechado que refuerza el prejuicio contra la tecnología ante una progresiva pérdida del trasfondo humano que nos recuerda la célebre frase de Albert Einstein: «Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad».
Título: Los tecnólogos; 512 págs.
Autor: Matthew Pearl
Editorial: Punto de lectura, 2014
ISBN: 9788466328012
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