Brutal Sports Football
Un breve vistazo al irreverente juego de Millennium Interactive publicado por Gremlin Graphics en 1993
No tengo constancia de que Brutal Sports llegara a convertirse en una franquicia, pero desde luego su título transmitía a la perfección de qué iba esto: Brutal Sports Football era, obviamente, fútbol americano a lo cafre. Si este deporte ya nos parecía violento en nuestro imaginario infantil, en este peregrino videojuego que pude disfrutar en mi Amiga 500 con la memoria dopada se le daba todavía una vuelta de tuerca más. Bueno, una o más de una.
Digamos que el concepto básico era vagamente el mismo: hay un balón con forma de melón que hay que llevar a la portería contraria pasando por encima del equipo contrario, unos tipos aguerridos con armaduras al uso y mucha mala leche. El mismo tipo de campo, con sus líneas de distancia, o el diseño de los uniformes apuntaba en este sentido. Luego, a partir de ahí, empezaban los “detalles” delirantes.
Lo que primero saltaba a la vista es que el terreno de juego no era exactamente igual. Las porterías no eran frágiles estructuras de madera en las que anotar con elegancia, sino robustos pórticos de piedra en plan castillo medieval. Esto encaja bien con las pintas de nuestros jugadores —y de los jugadores adversarios—, todos ellos bestias pardas con aspecto vikingo y el pelo blanco, no sé si por algún problema cromático o de pigmentación, que les daba un inquietante aire de ancianos dementes asgardianos.
Para completar el cuadro, el objetivo no era solo anotar puntos, sino que también podías anotar cabezas. Sí, cabezas. Si ya zumbarse con el contrario estaba permitido, la cosa se podía llevar hasta extremos macabros. Los jugadores tenían una barra de resistencia, como en los juegos de lucha propiamente dichos, y a fuerza de patearlos, placarlos, bloquearlos y derribarlos podías llevarlos al límite y, de ahí, descabezados, al Valhalla.
Con este plantel, es normal que los equipos tuvieran inspiradores nombres psicopáticos como los bárbaros, los asesinos, los matones, etc.
La jugabilidad estaba bien para la época, pero tampoco era brillante. Se movían los jugadores como en un juego de fútbol convencional y se podía patear el balón. En este sentido, tampoco se esperaban ni se conseguían hacer muchas virguerías. Bueno, reconozcámoslo con la boca grande: todo era bastante caótico, pero sangrientamente divertido.
Como condimentos especiales, se podían encontrar por el campo ayudas de juego aún más peregrinas y extremas que el escenario base: espadas en plan Conan —que facilitaban la tarea de descabezar al contrario—, escudos, ¡incluso bombas! Estas eran tan útiles como impredecibles, y no solo podían conseguir que hicieras polvo a tus jugadores por error, sino que si te derribaban con ellas caían en ramillete con funestas consecuencias.
En conjunto, el juego era más resultón que otra cosa. Aunque no carecía de calidad técnica, tampoco superaba a otros títulos de la época. Brutal Sports Football seducía por su desenfado gamberro, esta era su baza primordial.
Cabe señalar que con los elementos citados de ambientación bárbara medieval se mezclaban otros futuristas que hubieran chirriado de existir un mínimo de seriedad en el diseño, como el robot que lanzaba el balón al comienzo del encuentro o los propios vestuarios, en los que regenerabas a tus jugadores —en el modo liga— en una especie de tanques de rejuvenecimiento futuristas. No sé si eran reminiscencias del SpeedBall, un homenaje o simple preferencia estética.
En definitiva, Brutal Sports Football era una alternativa fantástica a los tradicionales juegos de competiciones que venía bien salpimentada de barbaridades.
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Muchos de los videojuegos de hace 20 años tenían un toque gamberro, incoherente y desenfadado que cuesta encontrar ahora. No lo conocía. Una pena no haberme cruzado con él en alguna recreativa.
Es probable emitió su esperma de una forma muy descuidada.