La literatura, como casi todo en los tiempos que corren, está sujeta a significativos cambios, que se vienen produciendo en ciclos cada vez más cortos. ¿Se podría hablar de una evolución? Pues yo quiero pensar que sí, al menos en los que a facilidades para el escritor se refiere, (si tuviéramos que escribir con pluma a la luz de una vela, seguro que se le quitaban las ganas a más de uno).
Bromas aparte, este fenómeno social y cultural que es Internet nos ha abierto una nueva puerta para la comunicación y difusión, en el caso que nos ocupa artística. Una puerta por la que todo tiene cabida. Algo que a priori me parece perfecto, pues soy del pensamiento que, independientemente de su calidad artística, todo el mundo tiene derecho a expresarse (algo que está muy lejos del pensar que cualquiera puede ser artista o debería intentar serlo).
Mediante foros, blog y demás herramientas, se nos permite mostrar cuanto queremos compartir, y ni que decir tiene que es sumamente eficaz como escaparate y tarjeta de visita; un significativo avance en muchos aspectos y gracias al cual nadie puede ser silenciado.
Por otro lado creo que esta poderosa herramienta, como toda la que es usada con libertad, puede traer consigo cierta controversia. Supongo que habrá quien no tenga más pretensiones que colgar algún textito de vez en cuando y poco más. Algo que me parece perfecto siempre que se asuma su condición de textito. El problema viene cuando amigos y conocidos entran en tu blog y te dicen que eres magnífico, y tú vas y te lo crees. Y en ese momento, por arte de birlibirloque, ya eres una promesa de las letras que merece un hueco en el mundillo literario.
Todos los que frecuentamos los lugares donde se lee y se habla de literatura hemos escuchado la frase: “Hay demasiados escritores: sobran.” Creo que sería más correcto decir que no todo el que escriba puede llamarse escritor.
Deberíamos saber sopesar lo que hacemos y ser conscientes de si un texto tiene calidad. Y si en verdad puede aspirarse con él a algo más que una entrada en un blog o compartirlo con familia y amigos. Ser escritor es un trabajo, (no es una palabra que me guste usar, pues me suscita la impresión de actividad impuesta y poco grata. Pero lo que sí está claro es que es algo que debemos tomarnos en serio si queremos que quien nos lea haga lo propio). Y todo esto me lleva a una pregunta: ¿Hasta qué punto puede ser la causa de que las editoriales se vean colapsadas de manuscritos carentes de calidad, y que no pasan de ser una vaga sombra de las obras que las inspiraron?
Mi opinión es que tiene mucha culpa, mas no puede culparse a la herramienta.
Por otro lado está claro que no es el único problema, pero sí sería uno de los que habría que solucionar. Estamos saturando el mercado y haciendo que la literatura se entierre en sí misma.
Según las estadísticas, y por paradójico que parezca, España es unos de los países que más publica y de los que menos lee; un dato a mi parecer bastante significativo. Tal vez sea porque publicar en España sea más un negocio que en ninguna parte.
Difundir textos por Internet y compartir opiniones sobre ellos nos ayuda a mejorar, a darnos cuenta de qué impresión causan sobre lectores que, a priori, no están unidos por lazos afectivos que enturbian la opinión tendiendo a suavizarla, aunque más pronto o más tarde, si se tiene un trato continuado, suele caerse en el amiguismo, (otro tema interesante de tratar y que a día de hoy está haciendo estragos en muchos frentes).
Pero también debería hacer que nos diéramos cuenta de la cantidad de gente que escribe, y en muchos casos servirnos de cura de humildad.
Llegado este punto, creo que toda persona con un mínimo de coherencia debería, aunque sólo fuera por encima, hacerse una idea de cómo está la cosa y tomar una determinación: plantearlo como un hobby sin pretensiones o dejarse la piel, aunque no para publicar, ser famoso o cualquier otra historia, sino para escribir una obra que merezca ser leída, y digna de respeto propio y ajeno. A mi parecer éste es el verdadero comienzo para un escritor y debería ser su finalidad, todo lo demás queda en un segundo plano.
Otra de las preguntas que me vino a la cabeza cuando se me ocurrió escribir sobre este tema fue: ¿por qué a tantísima gente le dio por escribir?
Es de suponer que intervinieron un montón de factores, pero creo que uno de los más determinantes es el hecho de que se estén llevando a la gran pantalla numerosos best seller de corte fantástico, (creo que el crecimiento exponencial de dragonadas, al igual que boom gótico vampírico, hablan por sí mismos).
Cierto es que esta oferta cinematográfica ha conseguido algo que, al menos para mí, era impensable, y es que gente que jamás se acercaron a un libro se bebieran volúmenes de ochocientas, mil, y mil y pico de paginas (el hecho de que muchas de estas obras tuvieran más valor como arma arrojadiza es otra historia). Pero por otro lado creo que invitó a muchos de estos nuevos lectores a lanzarse a la “profesión” de escritores sin ningún respeto por ella, (todavía puede verse en alguna que otra pagina de carácter literario, pequeños pasajes inspirados en novelas como Eragón escritos con el lenguaje usado para mensajes de móvil). Como ya dije creo que todo el mundo tiene derecho a expresarse, pero no creo que este tipo de cosas puedan ser admisibles en sitios donde se promueve la literatura. En cualquier caso, creo que es un hecho que la mayoría de estos que sienten la fiebre de escribir terminan por dejarlo más pronto o más tarde, al tomar consciencia de que escribir bien no es fácil, y que aun llegando a poseer la técnica necesaria y una buena historia, tu trabajo puede pasar sin pena ni gloria por diversas editoriales, por temas como la falta de comercialidad, la extensión de la obra o mil y un factores más.
En definitiva que este no es un camino de rosas. Tanto es así que en España, salvo por unos pocos, la escritura no llega casi ni a ejercerse como profesión, (entiéndase profesión como aquello que nos permite llegar a final de mes y pagar las facturas). La mayoría de escritores, incluso con cierto nombre, viven de lo que les reporta otra actividad, y ejercen de escritores en los ratos que consiguen robar al sueño, o quitan a familiares y amigos. Algo que de seguro muchos de nosotros no haríamos si no amáramos tanto escribir.
Columna cortesía de Sevilla Escribe: http://sevillaescribe.blogspot.com/
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Un poco mezclando varios temas, pero interesante el artículo en cualquier caso.
Personalmente, como comentaba en el foro, no creo que sobren escritores, aunque sí falta criterio y carácter en muchos escritores, y también criterio lector. Eso sí, creo que Internet, a largo plazo, situará a unos y otros en posiciones más lógicas.
Por otro lado, discrepo totalmente con que el boom de las películas fantásticas haya conducido a un aumento del número de escritores amateurs. Sí que es cierto que han servido como fuente de inspiración, pero no han generado el deseo creador, que ése ha existido siempre. Desde mi particular punto de vista, la escritura -o la palabra- resulta cómoda cuando te pones a crear por primera vez por un simple motivo: es asequible.
Puedes escribir bien o mal, pero se entiende -grosso modo- lo que quieres decir. Componer música o pintar un cuadro es harina de otro costal, por lo que la gente nos volvemos naturalmente hacia la narración.
Eso sí, concuerdo contigo en que se debe encontrar el lugar para cada texto, y que no es lo mismo una historia de campamentos que un relato de terror, aunque tengan puntos comunes, y que así, por respeto a uno mismo y a los lectores, es importante situarse correctamente.
Al mismo tiempo, esto no es sencillo. Muchos somos jueces mediocres de nuestras propias obras -yo así me confieso- y no es algo de lo que se escape con facilidad -como prueba el ejemplo de Rasmaninov-. Por eso son importantes también estos puntos de encuentro y, como señalas, el conseguir escapar del amiguismo -o incluso sana amistad- que se genera con el contacto con gentes afines.
Bueno, gracias por el artículo, y quedamos a la espera de ese en el que vas a diseccionar nuestras malas costumbres foreras literarias...
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.