Novedades Marvel agosto - octubre II
Encantadores accidentes, madres demasiado posesivas y diálogos divinos
Nuevos Vengadores 30-32
El peligro de colisión de mundos paralelos continúa ahora en Latveria, mientras Hickman mira hacia atrás (conflicto bélico entre Wakanda y Atlantis) y hacia delante (llegada de los heraldos de Thanos). Nuevos Vengadores es una colección aglutinadora y densa, estupendamente dibujada por Epting y Deodato e imposible de seguir si no conoces las aventuras de los Vengadores desde hace unos cuantos años. Un complemento, sí, quizás, pero de primer nivel.
Vengadores 31-33
Hickman está construyendo en la colección central de los Vengadores su particular monumento al horror vacui y no le está quedando nada mal, aunque cueste darse cuenta. Merced a su periodicidad quincenal en Estados Unidos, este título acumula ya muchos episodios, muchos dibujantes (buenos) y muchas tramas, por lo que es fundamental que su lectura sea reposada. Sólo así podrá uno comprender las consecuencias de los actos de Ex Nihilo y el Evento Blanco y disfrutar de las apariciones del Alto Evolucionador, las conversaciones de Thor e Hyperion a la sombra de Terminus o la timba entre agentes de IMA. Lo de Hickman es una huida hacia adelante y el riesgo que está adquiriendo número tras número a hacer el ridículo es importante, pero por aquí sentimos simpatía por actitudes tan descerebradas como ésta y ya hemos tenido razones de sobra como para confiar en el guionista de El informativo nocturno. Como decía nuestro profesor de Historia en EGB, para los cobardes no hay gloria.
Los Vengadores. La era de UItrón 3-5
Y hablando de desastres (o no) en ciernes, qué decir de La era de Ultrón: un evento contrahecho, fruto de prebendas despreciadas a posteriori y emplatado a medio cocinar tras una historia mucho mejor planificada como fue AvX. La era de Ultrón es ese partido homenaje al delantero histórico que se ha ido a jugar a los Emiratos Árabes y que retransmite Antena 3 en julio. Y aun así… Como Prometheus, La era de Ultrón es un accidente -en ocasiones- precioso, un papelón de cuidado, obscenamente arbitrario (ese largo periodo en la realidad alternativa mágica, las consecuencias finales), pero también orgulloso y osado: el retruécano con el que se nos escamotea el ataque de Ultrón es una muestra de obstinación autoral insólita en este tipo de cómics. Sólo por eso (y por cacharrear irresponsablemente con los viajes en el tiempo) ya nos cae simpático.
Vengadores Secretos 31-33
Ya dijimos que a Nick Spencer le había tocado bailar con la más fea de toda la franquicia vengadora. Una propuesta muchísimo menos glamourosa que la de sus hermanas mayores y muchísimo menos experimental que su hermana pequeña (Jóvenes Vengadores). No obstante, el creador de Morning Glories se las apaña para montar una entretenida historia centrada en IMA y su nuevo estatus alejado de la carne de cañón gracias al ascenso del nuevo Científico Supremo. En definitiva, Vengadores Secretos es un “no, pero sí”. Pero un “sí” con la boca chica, tampoco vayas a hacerte demasiadas ilusiones.
Guardianes de la Galaxia 3-5
El Bendis de Guardianes de la Galaxia no es el mismo que en sus estupendos títulos mutantes. Tampoco el de sus infumables Poderosos Vengadores. Es el de Ultimate Spiderman: el que prefiere construir muy poco a poco las relaciones entre personajes para después pasar a la acción. Lo leído hasta ahora sabe a poco (el cuarto número de la edición española son complementos no pertenecientes a la colección original), pero no sabe mal en absoluto. Se nota a Bendis con ganas de manosear a los personajes, de hacerlos suyos durante un largo periodo de tiempo. Además, a McNiven le ha sustituido ya Sara Pichelli, una artista que se entiende a la perfección con él, por lo que las expectativas con este título siguen estando altas.
Jóvenes Vengadores 4-6
La mejor noticia que podíamos dar al hablar de esta colección es que todo sigue igual: sigue el enfrentamiento con Madre, los diálogos afilados, las divertidas referencias culturales, la angustia tardoadolescente, la innovación gráfica y las ocurrencias geniales (el empleo de Prodigio, por ejemplo). Gillen y McKelvie nos malacostumbran a una desmesurada ración de talento y complicidad. El síndrome de abstinencia (que está al caer) será de órdago, garantizado.
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