Príncipe de Persia

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Hablemos de la obra maestra de Jordan Mechner

 

 

A finales de los ochenta llegó un videojuego que marcaría todo un hito en la industria. Se trataba de Príncipe de Persia, en apariencia un título que no traía demasiado de nuevo pero que lo hacía de tal forma que todos sus elementos adquirían una elegancia tal que, aún a día de hoy, se puede disfrutar por completo.

El trasfondo argumental de la propuesta de Jordan Mechner nos remitía al romanticismo de Las mil y una noches: un taimado hechicero lanzaba un sortilegio sobre una princesa y, si no se acababa con este en menos de 60 minutos, ella encontraría un funesto final. Así, tras escapar de la mazmorra, tenemos que conseguir una espada e ir sorteando guardias, trampas y abismos hasta rescatar a la damisela en apuros.

Nada nuevo bajo el sol, una vieja historia de aventuras de capa y espada presentada como un juego de plataformas, pero muy bien articulado. Para empezar, la carrera contrarreloj marcaba por completo la experiencia de juego. No se trataba solo de ser capaz de superar los obstáculos, sino de medir el tiempo invertido en ello a largo plazo, no por fases. Incluso los segundos perdidos en beberse una poción para recuperar energía podían resultar cruciales en algunas partidas.

Luego estaba el escenario: húmedas mazmorras, sugerentes palacios con celosías y balconadas jalonados de todo tipo de trampas, resortes, pasos en falso, precipicios, cámaras secretas, pociones y redomas con veneno, y guardianes, algunos incluso sobrenaturales, hacían que la experiencia de juego típica de los juegos de plataformas adquiriera unos tintes formidables. Aunque la variedad de gráficos no es apabullante, en los doce niveles del juego original tenías la impresión de avanzar realmente hacia un objetivo, algo a lo que contribuía, y mucho, la propia arquitectura —algo demencial, por qué no decirlo— del propio palacio de Jaffar —el malo malísismo—. Cada nivel funciona, de hecho, como un puzle: presenta un nuevo tipo de desafío (o varios) y, en ocasiones, no basta con la mera habilidad con los mandos, sino que hay que encontrar una estrategia adecuada para encararlo adecuadamente. Aun dentro de la gran simplicidad propia del título, quedaba espacio para afilar el ingenio.

Pero lo que marcaba la diferencia, sin duda, era la animación de los personajes, sobre todo del protagonista. Gracias a la técnica de rotoscopia y a un paciente hermano que tuvo a bien vestirse de blanco y hacer todas las cabriolas requeridas por el juego, Mechner pudo imbuir a su Príncipe de Persia de un dinamismo nunca visto. No es solo que el personaje pueda saltar, aferrarse a las cornisas, trepar, ponerse en cuclillas, batirse en duelo o despeñarse con gran elegancia, sino que todos estos movimientos fluían en la pantalla de tal modo que resulta, incluso a día de hoy, casi hipnótico: es un placer la mera contemplación del personaje en acción. No es de extrañar que creara escuela.

El juego no tiene mucho más. Aunque podría haberse extendido hasta el infinito con los gráficos y los personajes disponibles —los guardias, por ejemplo, son clones unos de otros con algunos cambios de color y habilidad—, en su versión original se prefirió limitarlo para que el desafío de una hora para salvar a la princesa fuera accesible a cualquier usuario perseverante, así que puede llegar a parecer limitado, al menos en cuanto a rejugabilidad se refiere.

Pero aunque Príncipe de Persia “solo” sea eso —un juego de plataformas muy bien concebido y muy bien ejecutado—, no necesita más para ser todo un clásico que ha envejecido de un modo excelente. Nada como echarse una partida para comprobarlo en primera persona.

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Jefe rojo
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ambos pantallazos son del primer nivel? hahah

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Entropía
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Un magnífico juego. La segunda parte, con su tono surrealista, era también muy interesante.

Para volver a jugarlo recomiendo un emulador como el DosBox, va de fábula.

Saludos,

Entro

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Patapalo
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Entropía dijo:

Para volver a jugarlo recomiendo un emulador como el DosBox, va de fábula.

Es con el que lo he vuelto a jugar. Muy sencillo de usar e instalar y hay un montón de juegos para recuperar por ahí.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Patapalo
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Jefe rojo dijo:

ambos pantallazos son del primer nivel? hahah

Risa cachonda Los que había por la Internet, demonios. Pero, no, el esqueleto no es del primer nivel.

Por cierto, que en Youtube se encuentran vídeos de todos los niveles de juego.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Jefe rojo
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Puntos: 6105

Risa cachondacierto puto esqueleto, recuerdo el moro gordo del nivel 5....la verdad es que ahora no estoy seguro de si me lo llegue a pasar, creo que me llegue al nivel ese en que la princesa manda un raton a ayudarte etc pero vamos, un juegazo pero me daria mucha pereza intentarmelo pasar porque el portatil me fallan las teclas de vez en cuando xdddddd y estaria todo el puto rato cayendo al abismo, es un juego que requiere precision

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Patapalo
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Jefe rojo dijo:

Risa cachondacierto puto esqueleto, recuerdo el moro gordo del nivel 5....la verdad es que ahora no estoy seguro de si me lo llegue a pasar, creo que me llegue al nivel ese en que la princesa manda un raton a ayudarte etc pero vamos, un juegazo pero me daria mucha pereza intentarmelo pasar porque el portatil me fallan las teclas de vez en cuando xdddddd y estaria todo el puto rato cayendo al abismo, es un juego que requiere precision

Después de lo del ratón todavía tienes unos cuantos niveles. Y sí, más vale que funcione bien el teclado. El gordo... no me había olvidado de él en años. Qué satisfacción poder derrotarlo ahora.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Predator-Hunter...
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Puntos: 218

Toda una obra maestra de videojuego que, a día de hoy, sigue proponiendo un gran reto de habilidad para los jugadores.

Llevo jugándolo desde pequeño y no ceso de pasármelo de vez en cuando para intentar superarme; se lo recomiendo a todo el mundo al que le guste los juegos de habilidad.

Los enemigos no eran clones, la habilidad y puntos de vida de los guardias aumentaba conforme avanzabas en el juego, pero estaba, además, la presencia de (SPOILER): el esqueleto en el nivel tres, el jefe de la guardia en el seis, y un soldado "experimentado" en el ocho (o nueve, no estoy seguro).

 

Buen artículo.
Un saludo.

No estoy perdido, soy la perdición.
No estoy maldito, soy la maldición.
No puedes devolverme la vida... Soy La Muerte.

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