Pues tienes razón en algunas cosas, pero sigo pensando que las etiquetas tienen su utilidad y que no tienen que ser, per se, nocivas para nadie. En ocasiones son, incluso, rentables. Mira si no cómo Random House Mondadori se ha montado el sello Fantascy para publicar género cuando podría haber integrado esas mismas novelas en otros sellos más generales.
Para mí, sin darles mayor importancia, las etiquetas tienen la función de servir de balizas. No son determinantes ni de calidad ni de enfoque, muchas veces solo sirven de primera aproximación burda, pero precisamente en un mundo en el que tenemos una sobresaturación de oferta se vuelven particularmente útiles.
¿Qué chocan con algunos prejuicios? Sí, claro, en los dos sentidos. A mí me cuesta creer que determinados sellos me vayan a poder dar una buena dragonada (porque ya sabemos que las hay buenas y malas) o ir más allá del tópico. Es como el librero especializado: ese sabe desenterrarte un tesoro que a otros les pasa de refilón en la marea de novedades.
Por supuesto, si un autor quiere una portada neutra, una colección neutra y el editor está de acuerdo, no tengo nada en contra. Pero será que yo lo llevo en la sangre y no me desagradan algunos dejes. El impacto de estos sobre las obras ya daría para otro largo artículo.
También reconozco que vivo muy bien en un nicho. Es que es algo muy fosco XDD
Fantascy es una de las cosas de las que hablaba en lo de los feriantes, una buena iniciativa que viene respaldada por editorial de peso yanqui, y ellos, maestros del marketing, son los que ponen esto en su descripción: “FANTASCY nace con la vocación de convertirse en una editorial de referencia para los aficionados, muchos de los cuales empiezan a serlo ya sin necesidad de etiquetas. Cualquier lector curioso o inconformista podrá aficionarse a FANTASCY.” Ojo, que no es moco de pavo, se trata de meter el Y(oung)A(dult) sin traducir la etiqueta (que se quedaría en Literatura Juvenil y perdería cuota de mercado). También ahí está Terra Nova, otra de las iniciativas que mencioné, que se describe como ciencia ficción contemporánea, con autores de todo el mundo, por aquello de que sólo con los lectores españoles de CF… no da para demasiado. En el resto de la descripción se deja bastante claro que no es la CF que el lector medio piensa que hay tras la etiqueta “Una narrativa accesible para cualquier lector que fomenta el pensamiento crítico y se sustenta en tramas que denuncian el totalitarismo, la dominación de la mujer y el desprecio por los derechos humanos, junto con sobrecogedores testimonios de guerra, perturbadoras fantasías políticas, inusuales historias de amor, comprometidas propuestas éticas y poéticas apologías de la belleza y la música.” Vaya, lo mismo de siempre, porque todos hemos leído estos temas en la CF, pero hay que especificarlo para poder llegar a esos otros lectores que no lo saben, que desde luego no son los aficionados al fantástico… Otro ejemplo sería la descripción de Alif el invisible “Sorprendente y extraordinario, Alif el invisible mezcla la emoción de una rocambolesca aventura de fantasía urbana y la frescura del ciberthriller con el encanto de la mitología del Oriente Medio. En 2013 se llevó el prestigioso galardón World Fantasy Award a la mejor novela.” No veo que ponga CF, y fantasía urbana o ciberthriller me suenan a realismo mágico, novela de anticipación, thiller sobrenatural o cualquier otra de esas “etiquetas de despiste” que existen por ahí… Es decir, saben de nuestro problema con las etiquetas y tratan de, sin perder la cuota de mercado del aficionado fandom, ampliar su nicho lector “diluyendo” las etiquetas. A mí esto me parece genial y muy sintomático. O es la impresión que me da a mí matizada por la idea que tengo acerca de las propiedades del etiquetado.
Porque es cierto, las etiquetas sirven de baliza y funcionan en los dos sentidos: orientan a la minoría que sabe de lo que se está hablando, los que no necesitan la etiqueta para nada, y repelen a la mayoría que no sabe de lo que se está hablando. El aficionado al género fantástico no ve esto cuando habla con sus compañeros de afición, pero cuando habla con “los de fuera”, cuando ve sus caras al mencionar ciertas etiquetas, cuando le dice que tal obra que le ha gustado es Ciencia Ficción sin él saberlo, cuando le pregunta qué imagina a priori sobre lo que se escribe tras esas etiquetas… descubre otra realidad.
Ya digo, tengo claro que eso de seguir la estela yanqui puede ser un verdadero impulso, dejar que sus editoriales, sus películas, sus autores, su mayor aceptación del fantástico (aunque tampoco es oro todo lo que reluce) tiren de los autores de aquí. Y a mí, fijándome en lo que hacen, también me da la impresión de que apuntan a una dilución de las etiquetas, que no es sino otra forma de arrancarlas.
En fin, ya se verá, Fantascy tiene que cuajar más y veremos cómo orienta su estrategia, también habrá que ver cómo afecta a esto de las etiquetas el posible cambio del negocio empujado por la revolución de internet, que no se detiene, al igual que los efectos de la globalización y el “We’re all living in America” que afectan directamente a nuestra cultura…
De momento el nicho sigue existiendo y sigue siendo un magnífico lugar para vivir, pero el verdadero mercado, si es que se aspira a él, creo que está al otro lado, a una etiqueta de distancia.
Pues tienes razón en algunas cosas, pero sigo pensando que las etiquetas tienen su utilidad y que no tienen que ser, per se, nocivas para nadie. En ocasiones son, incluso, rentables. Mira si no cómo Random House Mondadori se ha montado el sello Fantascy para publicar género cuando podría haber integrado esas mismas novelas en otros sellos más generales.
Para mí, sin darles mayor importancia, las etiquetas tienen la función de servir de balizas. No son determinantes ni de calidad ni de enfoque, muchas veces solo sirven de primera aproximación burda, pero precisamente en un mundo en el que tenemos una sobresaturación de oferta se vuelven particularmente útiles.
¿Qué chocan con algunos prejuicios? Sí, claro, en los dos sentidos. A mí me cuesta creer que determinados sellos me vayan a poder dar una buena dragonada (porque ya sabemos que las hay buenas y malas) o ir más allá del tópico. Es como el librero especializado: ese sabe desenterrarte un tesoro que a otros les pasa de refilón en la marea de novedades.
Por supuesto, si un autor quiere una portada neutra, una colección neutra y el editor está de acuerdo, no tengo nada en contra. Pero será que yo lo llevo en la sangre y no me desagradan algunos dejes. El impacto de estos sobre las obras ya daría para otro largo artículo.
También reconozco que vivo muy bien en un nicho. Es que es algo muy fosco XDD
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.