El país de las pieles

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Reseña de la novela de aventuras árticas de Jules Verne

Jules Verne (o Julio Verne, como hemos conocido durante años a este clásico de la literatura popular) es un autor conocido, entre otras cosas, por lo exhaustivo que puede llegar a ser. Su fama de autor de ciencia ficción no es casual: tan importante como su capacidad de imaginar futuros o tecnologías plausibles ha sido, en su obra, la documentación. Ante todo, el autor se revela como una persona curiosa, intrigada por su entorno y su época, e incluso ideas aparentemente descabelladas como el germen de Viaje al centro de la Tierra tenían su base teórica en el siglo XIX.

El caso de El país de las pieles es peculiar. En un primer momento, da la impresión de que la novela es una excusa para acercar a sus contemporáneos la situación que se vivía en un territorio tan exótico como la Bahía de Hudson, región de América en la que se instalaban factorías para la explotación de sus recursos naturales. Aunque ahora estas explotaciones nos hagan pensar en petróleo o madera, en el siglo XIX una industria de gran importancia era la peletera. Y esta es la que ocupa la primera parte de la novela.

Jules Verne no se corta a la hora de darnos cifras y datos sobre distintos tipos de pieles. Este arranque puede resultar desalentador para algunos lectores, aquellos que busquen aventura pura y dura, mientras que para otros resultará de lo más curioso, ya que es casi una aproximación documental al tema. Habrá que esperar unos cuantos capítulos para que la acción propiamente dicha se desate.

Porque, al final, El país de las pieles es una novela de aventuras donde los protagonistas se ven confrontados a las duras condiciones climáticas del Ártico. Estos, entre los que se cuentan varios científicos, sirven de excusa para la vocación divulgadora del escritor francés. Los derroteros de la narración discurren por los derroteros que cabe esperar en una obra de Verne. Al menos, hasta que llega un interesante giro que es, en definitiva, el que eclipsa el resto de acontecimientos.

Sobre este no daremos ninguna información, aunque me temo que se puede encontrar en muchos sitios. Baste con decir que, sin romper con el planteamiento realista, da una vuelta de tuerca a toda la situación y la vuelve tan improbable como fascinante. Es una sorpresa tremenda que hace de El país de las pieles una joya dentro del género. Sí, no será muy adecuada para aquellos que no puedan con el ritmo lastrado por los detalles o con la mentalidad decimonónica de los personajes, pero, sin duda, no carece de valor o interés.

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