Juego de tronos
Reseña de la novela de George R.R. Martin publicada por Gigamesh
Juego de tronos es la primera novela de la saga Canción de hielo y fuego, la obra que ha catapultado a George R.R. Martin al estrellato internacional y una saga que, según dicen, ningún aficionado a la fantasía épica puede perderse. Yo, como soy de natural escéptico con las cosas más insospechadas, la he tenido en mi biblioteca durante años sin decidirme a cogerla. Quizás sus 800 páginas —agravadas al saber que es solo el primer volumen— me mantuvieron a distancia, así que, por si acaso, empezaré diciendo que la novela la terminé en menos de una semana particularmente liada: engancha, tiene un ritmo envidiable y se pasa volando.
Sobre el escenario, hay que señalar que es fantasía épica pero con sus peculiaridades. En este primer número, aunque comienzan a darse episodios extraordinarios, prima el realismo. De hecho, si no fuera porque las localizaciones y las civilizaciones son imaginarias, por algunas extrañas construcciones, como el Muro, por la fauna y la flora, que tiene ecos de la era de las glaciaciones, y otros detalles similares, Juego de tronos bien podría ser una novela histórica medieval, aunque emparentada con la novela artúrica en algunos aspectos.
La trama nos presenta el conflicto entre distintas casas nobiliarias que se han repartido los dominios de un monarca destronado no hace ni siquiera una generación. Los vínculos familiares y de amistad, de obediencia y de enemistad, son los que hacen discurrir la trama. Juego de tronos, de hecho, hace referencia a las intrigas de la corte —que pueden desembocar, por supuesto, en batallas, asesinatos y otros sucesos luctuosos—.
Estos conflictos se articulan en torno a numerosos personajes entre los cuales van descollando, al menos temporalmente, algunos protagonistas, aunque hay que señalar que el equilibrio está bien conseguido: no hay, en apariencia, meros comparsas, sino que todos están muy bien perfilados, lo que permite a Martin utilizarlos en los momentos clave sin que resulte forzado. El autor ha incluido al final un glosario de las familias involucradas en el juego de tronos, pero este es innecesario en gran medida. Al contrario de lo que ocurre en otras obras, aquí no hay mucho riesgo de perderse a pesar de la profusión de nombres, tanto de personas como de lugares. En este sentido, hay que señalar que la traducción de Gigamesh, que ha corrido a cargo de Cristina Macía, está muy conseguida tanto en su tono general como en detalles como la elección de dichos nombres.
La trama en sí no es particularmente compleja, al menos en el cuadro general, pero el autor tiende tantas ramificaciones y las entrelaza con tanta habilidad que resulta absorbente. El tono realista —los personajes, aun involucrados en grandes eventos, tienen una mentalidad muy de a pie, muy pragmática— hace que los conflictos resulten muy cercanos, algo que queda potenciado con la elección de escenas que hace Martin: los momentos más cotidianos le resultan tan válidos como los más extraordinarios para hacer avanzar su historia.
Finalmente, aunque por un momento llegué a dudarlo, y si bien Juego de tronos es claramente un preludio para algo más —y bienvenido que así sea—, la novela queda cerrada a la perfección. En la última página, sin estridencias y cuando ya no parecía posible, pero bien cerrada. Un detalle más que muestra la magia de prestidigitador desplegada por el autor en ella. Muy recomendable, por redundante que suene, para todos los amantes de las novelas de aventuras, sobre todo si lo son también del fantástico.
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Gracias, Pata.
Poco puedo decir. Ya estoy esperando la reseña de Choque de Reyes.
Es probable emitió su esperma de una forma muy descuidada.