Manchada de sangre

Imagen de Anne Bonny

Reseña de la obra de Dan Wickline y Ben Templesmith publicada por Norma Editorial en su colección Made in hell

“Manchada de sangre” es una obra de ciencia ficción en la que se retoma la tradicional exaltación del honor de los samurai y del código del bushido. En un escenario oscuro, que muestra un futuro cercano dominado por los poderes económicos y con su ración inevitable de policías corruptos y grandes corporaciones, tenemos un guión de una simpleza asombrosa que sirve de hilo conductor a una serie de combates.

 

Efectivamente, la historia narrada en “Manchada de sangre” es de sota, caballo, rey: un joven que sigue los preceptos del bushido y es fiel al honor del samurai que ha aprendido de sus antepasados, debe dejar Japón para ir a Estados Unidos a limpiar el nombre de su padre, quien, aparentemente, ha muerto en circunstancias turbias. Sin la más mínima sutileza, avanzamos en esta historia manida a golpe de espada y algún que otro flechazo a un ritmo que, probablemente, es demasiado ligero. Curiosamente, y a pesar de todo, el conjunto funciona.

 

No hay sorpresas, desde luego, y cualquier hubiera podido escribir el guión que se nos presenta, pero la gracia de la historia está precisamente en eso: el lector se puede centrar en lo que se le va a ofrecer, es decir, combates y alguna pincelada de esa poesía oriental que tanto gusta. En este aspecto es donde Ben Templesmith da el do de pecho.

 

Al principio uno tiene la impresión de que sus ilustraciones son incluso descuidadas. El trazo es grosero, poco detallista, y no se preocupa de que las líneas estén rectas o sean paralelas entre sí (los números de un ascensor que aparece al principio, por ejemplo, parecen caricaturescos). Sin embargo, pronto se cae en la cuenta de la fuerte técnica que hay detrás. El aparente descuido, en efecto, oculta, o más bien muestra, lo que el autor quiere que veamos.

 

Las composiciones son francamente efectivas, y gracias a ello las peleas adquieren un dinamismo que hace que nos olvidemos de lo mal explotado que está el trasfondo futurista o de la propia simplicidad del guión. El expresionismo de los personajes consigue transmitir allí donde la historia es poco más que un boceto, y, finalmente, el coloreado termina de rematar la faena.

 

Ése es uno de los efectos propios de este cómic que más me ha sorprendido. Los colores. Tienen un peso mayor que el propio dibujo en la narración gráfica. Tienen su propia carga emocional y narrativa en la historia (como ponen de manifiesto las sempiternas salpicaduras en el fondo de las páginas a lo largo de toda esta “Manchada de sangre”). Iluminan con las detonaciones de las pistolas deslumbrando al lector, transmiten el dolor, la rabia y todo el abanico de emociones que, finalmente, la obra tiene, aunque no lo pareciera. Junto al extraño efecto especial cinético que consigue difuminando algunas escenas, que hace creer que realmente retumbamos después de haber recibido un golpe, es uno de los recursos magistrales del cómic.

 

Así, en definitiva, tenemos una historia que deja más bien indiferente, pero resuelta de un modo inolvidable. La habilidad gráfica del ilustrador, en el que el guión deja reposar todo el peso, convierte a este cómic en algo digno de leer con atención, o, más bien, de contemplar con deleite.

 

Sinopsis (Cortesía de Norma Editorial)

 

En un futuro sombrío y borracho de tecnología, los senderos del pasado todavía perduran. Kenji ha sido entrenado como samurai y ha jurado respetar el código del guerrero. Ahora se enfrenta a su mayor reto: limpiar el nombre de su padre. Debe viajar hasta Seattle, donde las empresas han reemplazado a los clanes y la codicia ha derrotado al honor, para descubrir qué se oculta tras la muerte de su padre y destruir a los responsables.

 

Autores

 

Dan Wickline hizo su primera incursión en el mundo del cómic en 1996 con el título Creepers, publicado por Hardline Studios. Debido a las escasas ventas, el autor se dedicó al mundo del cine hasta 1999, cuando escribiría Bloodlust y Force. A partir de este punto se dedicó a trabajar como escritor y guionista freelance, dando a luz títulos como Dragon of the northern pass, Shelter me, Western tales of terror o Event Horizont. Es conocido por su participación en el guión de 30 days of night: dead space junto a Steve Niles.

 

Ben Templesmith es un escritor e ilustrador conocido generalmente por su trabajo en el mundo del cómic americano, donde ha recibido numerosas nominaciones a premios como el Eisner Award. Sus obras más conocidas son 30 days of night y Fell. También es autor de Wormwood: Gentleman Corpse, Hatter M y Singularity 7.

 

Ha trabajado también en las franquicias de Star Wars, Army of Darkness, Silent Hill y Buffy: The Vampire Slayer. Ben creció en el oeste de Australia, donde obtuvo su diploma en diseño por la universidad de Curtin. Actualmente vive en Perth.

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