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Reseñas de Los Vengadores: Disolución y Renacimiento y su etapa en Los Cuatro Fantásticos

Hablar con equidad de Walt Simonson supone para quien esto escribe un serio problema. Puede decirse que el día que compró el segundo tomo de La Saga de Surtur publicado por Fórum en su colección Obras Maestras volvió a él la pasión por los cómics, dejada de lado en los últimos años de niñez y primeros de adolescencia. Y eso que no había leído el primer tomo. Ni La balada de Billy Rayo Beta. Era extraño, porque en aquellos tiempos de dibujantes estrella(dos), el estilo de Simonson resultaba extraño, anguloso, desproporcionado. Sin embargo, el guión era ligero, trepidante y lleno de matices, con un control asombroso en el tempo de las tramas. Sus planchas, extrañas, sí, estaban llenas de un formidable dinamismo. En aquel entonces, ese lector a medio desfigurar por los cambios hormonales no podía saberlo, pero el dibujo de Simonson mantenía una herencia directa de la locura arrebatada de Kirby, el máximo responsable de la creación del Thor de Marvel. Las onomatopeyas eran un personaje más (“DOOM!”) y todo en la página era contundente, pura energía cinética. Pero dejemos de hablar de su trabajo en Thor, que su reedición ya está cercana...

Coincidiendo con sus nuevos trabajos en Marvel junto con Brian Michael Bendis o Mark Waid, Panini está reeditando las grandes obras de Walt Simonson en la Marvel de los 80; de momento han sido dos volúmenes los publicados: Los Vengadores: Disolución y Renacimiento y Los Cuatro Fantásticos de Walt Simonson.

 

Los Vengadores: Disolución y Renacimiento

Tras acabar su esplendorosa etapa en Thor, Simonson recibió el difícil encargo de suceder a Roger Stern al frente de Los Vengadores. Difícil por suceder a uno de los mejores guionistas que el título había tenido hasta entonces (situación que se mantiene aún hoy), pero también por los órdenes editoriales que pedían una transformación drástica en la cabecera. La continuación en la parte gráfica de John Buscema y Tom Palmer disimularía en cierto modo estas intenciones.

Simonson no se planteó este reto como algo rutinario, sino que recuperó un par de las más importantes tramas ideadas por Roger Stern (la pirata galáctica Nébula y el Consejo de Kangs) y mejoró la fórmula aportando una trama de fondo (¡cómo no!) que jugaba con las coordenadas espaciotemporales. El planteamiento resulta muy sugerente y aumentaba de forma exponencial las dimensiones de la aventura narrada. Además, otorgaba por fin una gran (y trágica) importancia a un personaje secundario como el Doctor Druida, convirtiéndolo en el motor de la intriga durante estos números. Al término de esta interesantísima saga, el grupo se disolvía de forma consecuente, cumpliendo así el mandato de Marvel.

Tras ella, dos eventos se mezclarían con Los Vengadores. El primero, La Guerra de la Evolución, un cruce no demasiado memorable, solo tuvo lugar en un número especial, guionizado por un Simonson átono y sin el dibujo de Buscema. Por suerte, el segundo era ya otra cosa. Seguramente quienes ronden o sobrepasen la treintena recordarán Inferno, aquella saga originada en los títulos mutantes en los que unos demonios procedentes de una dimensión llamada Limbo invadían nuestro planeta. Simonson, que, junto con su mujer, era uno de los principales responsables de este evento, se serviría de una amenaza de semejante calibre para refundar el grupo de Vengadores, que tendría una alineación muy inusual y preferimos no chafar aquí, a partir de un encantador episodio centrado en Jarvis. No obstante, estos números no son comparables a los de Nébula y el Consejo de Kangs. Como Stern, Simonson se sintió muy molesto con las intromisiones de Mark Gruenwald, el editor del título, y decidió cerrar su etapa de repente, dejando unos cuantos cabos sueltos que se llevaría consigo a Los Cuatro Fantásticos.

 

Los Cuatro Fantásticos de Walt Simonson

En efecto, Simonson continuaría su labor en el título de la familia Richards. Curiosidad sintomática de la época: empezó aquí como había acabado en Los Vengadores, con un evento llamado Actos de Venganza. Su labor durante esos números iniciales fue la de guionista, planteando unos números en los que Simonson, que ha gozado siempre de un certero sentido del humor, se tomaba un poco a choteo el cruce, con los Cuatro Fantásticos derrotando a un montón de enemigos de tercera fila sin demasiados esfuerzos. A partir de ahí, Simonson se encargó también del dibujo de la colección y retomó el hilo de sus primeros números en Los Vengadores: los Cuatro Fantásticos, junto con Thor e Iron Man, atraviesan el espacio-tiempo para hacer frente a una singularidad situada unos pocos años en el futuro que amenaza con destruir el universo. Simonson, amante declarado de la ciencia-ficción (cómo lamentaba en su perfil de Facebook el reciente fallecimiento de Jack Vance...), aprovecha para jugar con los bailes interdimensionales y conceptos tan atractivos como la Agencia de Variación Temporal en los guiones, pero también con el diseño de página, aplicando los saltos entre dimensiones a la distribución de las viñetas. Se sirvió de este planteamiento para que los Cuatro Fantásticos se enfrentaran tanto a dinosaurios como a enormes robots soviéticos y, entre medias, aprovechó para presentar a los recordados Nuevos Cuatro Fantásticos junto al entonces floreciente Arthur Adams: Lobezno, Hulk, Spiderman y el Motorista Fantasma formaron durante un par de números el grupo de superhéroes más carismático que se recuerda.

 

Difícil lo de hacernos de nuevas ante la obra de Simonson, decíamos al principio, pero ni falta que hace. La lectura de estos cómics sigue siendo una delicia veinticinco años después. Cada página destila su amor por el cómic y, sobre todo, su amor por el cómic ligero, inquieto, entendido como diversión sin trabas ni anatemas (hablamos del hombre que convirtió a Thor en rana). En las antípodas de la trascendencia sombría que podía encontrarse en coetáneos como Dark Knight Returns o Watchmen o de la trascendencia hueca de muchas obras de hoy en día, la frescura de los cómics de Simonson ha demostrado envejecer de forma envidiable y que demuestra en la actualidad que otra forma de hacer cómics de superhéroes es posible. Siempre hay que retomar raíces así; bien lo saben Ellis, Remender o Gillen...

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