La ley del trueno

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Reseña de la novela de Sergio Mars publicada por Cápside Editorial

La ley del trueno es una novela a caballo entre la fantasía épica y la espada y brujería escrita por un autor que conoce en profundidad ambos subgéneros. La trama que nos presenta es grandilocuente, nada menos que una lucha entre dioses por su preeminencia sobre los hombres, un conflicto en el que caerán, por fuerza, reyes e imperios. Épica no falta, y Sergio Mars mueve con acierto sus peones encarnados en pueblos nómadas, cultos relegados, héroes de guerra y cortes llenas de conspiraciones. Pero no lo hace desde una perspectiva limpia y aséptica, sino cercana, humana. Ahí es donde tañen las notas de la espada y brujería: esto no va de caballeros de brillante armadura batiendo a maléficos dragones, sino de hombres confrontados a fuerzas sobrenaturales que son más espeluznantes que cualquier horda de zombis de la moda Z.

En este sentido sí que se puede emparentar la Ley del trueno con las ficciones de Robert E. Howard, puesto que la injerencia de los dioses en el mundo de los hombres tiene ese componente realista que le da una dimensión alejada del cuento de hadas. Sin embargo, hay que matizar esta relación, puesto que Sergio Mars no centra la narración en un encuentro casual entre lo humano y lo divino que se resuelve con inquietante rapidez y dejando puertas abiertas. Aquí, de un modo más cercano a la obra de Moorcock, lo que guía la trama es la conexión entre hombres y dioses: ahí está el meollo. No obstante, tampoco bascula del todo hacia el exceso cósmico de este autor, que tiende a forjar héroes que son casi semidioses: en La ley del trueno los hombres siguen siendo hombres aunque, al ser usados como peones, lleguen a límites sobrehumanos.

Es en este terreno donde La ley del trueno marca un sendero propio que la convierte en una novela notable. Las ideas de fondo, tratadas con ese espíritu analítico y detallista tan propio del autor —donde se percibe su bagaje como autor de ciencia ficción—, son de una potencia insólita. Al abordar el conflicto entre las divinidades y la dependencia de estas de los cultos humanos no se limita a la tramoya colorida, a esos dejes poéticos de Howard cuando habla de la muerte de los dioses, sino que establece un sistema propio, una mitología lógica, que habla de dimensiones, de nutrientes, de dependencias, de la naturaleza de los seres tanto terrenos como ultraterrenos, para dar ese fundamento a la novela que la hace tan apasionante. En cierto modo, es retomar el fondo del horror cósmico aplicado por Howard en sus novelas de espada y brujería y darle una lectura más profunda, una vuelta de tuerca adicional. En este sentido, el cierre es memorable.

Al mismo tiempo, en este conocimiento del género y esta aproximación cerebral a sus entresijos reside también la única arista que se podría haber pulido para tener una novela impecable. Aunque gracias a la prosa y al ritmo, manejados ambos con mucha solvencia, la atención del lector no decae, tampoco es fácil establecer una empatía profunda con los personajes. Creo que esto se debe a dos elementos. Por un lado, Sergio Mars parece haberse contenido en algunas escenas clave —como la primera invasión a la ciudad— y ha resuelto el conflicto sin abandonarse a los excesos propios del género, los cuales, sin duda, tienen su encanto. Esto, en cualquier caso, se mitiga al dar más cancha a otros pasajes, como el cierre de la historia. Por otro lado, los conflictos personales de los protagonistas quedan en algo minimizados por su carácter pragmático y racional. No hay romances, por ejemplo, y el mayor vínculo visceral, uno entre hermanos, pasa por la vía de la abnegación, lo que limita la emotividad.

El resultado es una novela más cerebral que pasional, lo cual es, por sí, un cambio dentro del género, con elementos sobresalientes e ideas muy potentes que van a la raíz misma de la fantasía y la sacuden con fuerza. La ley del trueno seduce por la solidez de sus planteamientos, conduce con mano firme gracias a un prosa rica y bien medida y sorprende por las ideas que desarrolla. En definitiva, un título muy original, una puerta abierta para vivir la épica de la espada y brujería de un modo distinto y que es capaz de dejar poso.

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