Megazoria: Frisonia
Trasfondo de las costas y tierras dominadas por los frisones
Los frisones han sabido aprovechar la convulsa situación de la zona y han creado una suerte de estado que se nutre de la guerra, el contrabando, el tráfico de esclavos y la piratería.
Aspectos geográficos
Frisonia es una tierra baja, ondulada por colinas de poca entidad y salpicada de bosques relativamente poco densos. Sus costas, abruptas y salpicadas de numerosas islas, proporcionan numerosos caladeros y puertos naturales. Su clima es fresco, húmero y temperado por la presencia del mar. En ocasiones, densas nieblas cubren las zonas más bajas.
Fauna
El aumento de la presencia humana en la zona ha hecho que la mayor parte de la fauna salvaje se haya esparcido por los territorios adyacentes. No obstante, sigue habiendo caza menor y algunos depredadores más discretos que los osos o los homoterios de zonas circundantes, como lobos, nimravus o zorros. En las costas aparece de vez en cuando algún kraken, seguramente atraído por el tráfico marino.
Habitantes
Los frisones son un pueblo germánico. Priman las pieles y los cabellos claros, que suelen llevar trenzados, incluso las barbas. Visten con ropas de lana y cuero, con pantalones y polainas sujetos por correajes, y túnicas cortas, tanto hombres como mujeres. Los broches y las fíbulas son corrientes para sujetar la ropa, así como las capas, y símbolo de riqueza. Los más pudientes incluso visten ropas de lino importadas del sur.
Lengua: Germánica
Escritura: Rúnica
Algunos nombres de ejemplo: De hombre, Aelfweard, Beofroth, Leofgar, Waldred o Redwald. De mujer, Aelswith, Cyneght, Emma, Gytha o Werburga.
Sociedad y gobierno
Frisonia se articula en torno a poblados protegidos tras empalizadas de madera que se concentran en la costa y en las zonas más fértiles del interior. Cada uno de ellos está gobernado por un monarca que se hace rodear de una corte de hombres principales que tienen a su servicio hombres libres y esclavos. En algunos casos, la riqueza acumulada ha permitido que estos monarcas erijan torreones o casas largas de piedra, aunque la mayor parte de las construcciones siguen siendo casas rectangulares de madera.
Cada uno de los poblados, algunos casi ciudades, es independiente, pero unen esfuerzos en ocasiones señaladas, tales como coordinar una incursión en tierras de los britones o rechazar la llegada de un horda errante de tierras germanas. Después de todo, si quieren conservar las riquezas que les permiten, entre otras cosas, tener hombres de armas, han de evitar intromisiones de otras tribus.
Religión
Los frisones veneran el panteón germánico, con especial devoción a Frigg, la esposa de Wotan. Dado que se han sedentarizado, prestan particular atención a los ciclos de la tierra y los ritos de fertilidad, si bien las deidades del comercio y la industria están bien consideradas.
No hay un culto organizado en todo el territorio, aunque no son raros los adivinos y las völvas en determinados poblados, dependiendo de sus gobernantes. Algunos han comenzado a erigir tumbas para cimentar sus dinastías.
Actividades económicas y lúdicas
Los frisones son el epicentro de un violento intercambio en torno al canal. Comercian con esclavos obtenidos tanto en las islas como en el continente, transportan partidas de guerra, alojan piratas y cobran impuestos a los contrabandistas. Si bien la zona es demasiado inestable para atraer a las rutas del ámbar, hay un movimiento de mercancías suficiente para haber convertido a algunos de los poblados frisones en auténticos mercados llenos de criaturas exóticas, objetos de lujo y personajes de dudosa moralidad. Esta situación viene fomentada por la falta de una legislación común: cada monarca decide cómo imparte justicia.
En los poblados mayores se está desarrollando una auténtica industria: herreros, orfebres, carpinteros, tejedores... los artesanos hábiles tienen oportunidades de ganarse bien la vida y la aristocracia está deseando demostrar su riqueza. También se ha visto un mayor desarrollo de la agricultura y la ganadería, en particular de caballos y reses.
Atraídos por este movimiento, numerosos escaldos intentan ganarse de la vida en ruidosas tabernas en las que corre la cerveza y la hidromiel. Abundan los juegos de azar, sobre todo de dados.
En la guerra
Los frisones abordan la guerra de un modo pragmático. Los aristócratas pueden permitirse tener hombres de armas profesionales, los más ricos, incluso un centenar. Estos se cubren con cotas de malla o corazas cubiertas por escamas o discos de bronce, y se tocan con cascos remachados. Usan espadas largas de doble filo y tarjas de buena madera reforzados con metal. Algunos se entrenan, además, en el uso de arcos, lanzas o hachas. Los jinetes frisones son particularmente reputados y sus caballos, unos ejemplares musculosos y de vistosas pelambreras sobre los cascos y en la crin, de gran calidad. Son tan apreciados que algunos guerreros los cubren con corazas.
También hay que destacar que los frisones crían sansanosmilos en cautividad. Estos robustos felinos, de metro y medio de longitud y unos ochenta kilos de peso, sirven tanto de ornamento, a causa de sus largas colas, sus grandes colmillos y sus pelajes, como de animales de presa en combate. En estos casos, no es raro verlos cubiertos por corazas de cuero e incluso sus dientes enfundados en bronce para evitar roturas.
Entre los guerreros que sirven en navíos, algunos han domesticado nimravus, los cuales son soltados contra las tripulaciones enemigas para generar confusión.
En el mar
Los frisones no son grandes navegantes. Utilizan una variante de los botes largos propios de los pueblos germánicos que carece de mástil pero tiene suficientes remeros y capacidad para servir en los viajes por el estrecho. Son navíos vulnerables al mal tiempo, pero lo suficientemente marineros como para enfrentarse, en caso de necesidad, a las naves escandinavas.
Posibilidades de aventura
Frisonia es un entorno con múltiples posibilidades de aventura. En sus tierras se dan cita mercenarios, piratas, exiliados, contrabandistas, guerreros, fugitivos, comerciantes... En los pueblos mayores el tráfico de mercancías es considerable y siempre hay alguien dispuesto a conspirar para hacerse con algo más de poder. Hay que tener en cuenta que los tronos frisios son inestables: acaban de ser fundados y muchos aristócratas opinan que su familia sería más adecuada para el cargo.
Además, el flujo y paso de extranjeros es considerable. Algunos llegan buscando refugio, otros como esclavos, otros para comerciar. Los aventureros pueden ir tras los pasos de algún objeto de valor o quizás de una persona y verse envueltos en las redes de algún miembro de la corte.
También hay que tener en cuenta que las rivalidades entre poblados son continuas y, a veces, violentas. El control de una cala puede suponer el control de un gran flujo de riquezas —a veces tantas que son difíciles de gestionar— y eso es motivo más que suficiente para justificar batallas, sabotajes y traiciones.
Por si no fuera suficiente, Frisonia está continuamente amenazada por las tribus errantes procedentes del interior de Germania: los harudes han intentado en numerosas ocasiones cruzar el territorio hacia Bélgica o incluso establecerse, y a veces los hijos del lobo y el oso salen de los bosques querusios en busca de víctimas para sus deidades.
Finalmente, el desmedido número de esclavos presentes por temporadas en Frisonia genera problemas de vez en cuando. Revueltas, epidemias, deseos codiciosos... es difícil encontrar la paz en este territorio. Incluso si perteneces a la aristocracia, tendrás que pensarte mucho con quien contraes matrimonio... desairando a otra familia.
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