El extraño talento de Luther Strode
Reseña del cómic de Justin Jordan y Tradd Moore publicado por Panini
Pocas veces un autor es tan consciente de lo que está creando como Justin Jordan en este El extraño talento de Luther Strode. Tal y como nos adelanta en el prólogo a esta edición de Panini Cómics, nos encontramos ante una serie que habla de lo que sería encontrarse de la noche a la mañana con superpoderes y no saber muy bien cómo manejarlos. Pero no en plan “esto es un mundo equilibrado de superhéroes y supervillanos donde la gente no sangra gran cosa a pesar de los cascotes desprendidos de los edificios pulverizados”, sino en plan “adolescente pilla superpoderes en el mundo real y rompe muchos huesos sin querer”.
Es importante tener en cuenta que es un cómic de aficionados al mundo de los cómics de superhéroes en su vertiente más pulp pensado para ese mismo público. Está bien narrado, tiene muy buen ritmo, el guión es muy profesional y sabe presentar toda la historia en las dosis justas de tensión, despiporre y violencia... y —me resisto a poner pero—, al mismo es como el sueño de un adolescente trasladado a cómic profesional. Si los What if...? eran la respuesta —o lo más parecido a la respuesta— a si Hulk es más fuerte que la Cosa, esto es la contestación a qué pasaría si me despierto como Superman sin comerlo ni beberlo.
El extraño talento de Luther Strode arranca —y se mantiene la mayor parte de la narración— en un estilo de humor socarrón lleno de referencias. Nuestro Peter Parker particular tiene problemas grandes con sus cambios de “adolescencia superheroica”. Y esta problemática hace que la cosa vaya pasando sin solución de continuidad del humor al gore. Aunque, claro, el gore siempre ha tenido algo de humor.
Lo que ocurre es que el guión va abandonando ese humor siniestro para dejar el protagonismo al drama, algo que realza las dotes narrativas de Jordan y da una mayor dimensión al cómic. Sí, la salvajada creciente que encontramos en sus páginas tiene un sentido y consigue implicar al lector —a pesar de lo peregrino de la propuesta— gracias al acierto en el tratamiento de los personajes.
Hay que señalar que Tradd Moore, el ilustrador, y Felipe Sobreiro, el colorista, no pierden comba. El trabajo gráfico capta a la perfección todos estos matices, desde el humor brutal al regustillo zascandil a mundo de superhéroes pasando por la comedia de adolescentes anclados en su ecosistema de instituto y rematando con el lado oscuro de la existencia —malos tratos, criminalidad, violencia, etc.—. La fusión entre carácteres creativos no podría haber sido mayor.
De este modo, aunque el cóctel no es para todos los estómagos, está claro que ha cumplido con lo que se proponía. Es irreverente, pulp en el sentido pop del término, humorístico y agresivo a partes iguales... Vaya, una historia de superpoderes gore y traviesa muy bien armada.
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