Al ritmo de El baile del muerto
Impresiones sobre este módulo de La llamada de Cthulhu tras jugarlo con mi cuadrilla
De los cuatro módulos que incluye mi edición de La llamada de Cthulhu, El baile del muerto era el que más complicado veía llevar a la mesa de juego. El principal motivo era la ambientación: estoy retomando las aventuras de los Mitos con mis hijos (y quien tiene la desgracia de cruzarse en nuestro camino, en esta ocasión mi hermana) y, por su edad, no tienen los conocimientos sobre la ambientación que yo creía necesarios.
Al mismo tiempo, tenía ganas de probar el módulo porque es quizás el más original e inesperado del manual. La acción transcurre al estilo Nueva Orleans, en torno al jazz y la comunidad negra, y el escenario se sitúa en los garitos nacidos a la lumbre de la Ley Seca. ¿Cómo transmitir esto a mi prole? Bueno, me dije, en realidad cuando los de mi quinta echamos las primeras partidas, con diez años, tampoco es que fuéramos expertos en historia... El rol, a fin de cuentas, siempre fue una oportunidad para picarnos la curiosidad, así que, tras intentar darles un par de referencias a través de películas y confiando en que lo visto en el Arkham horror les perfilara un cierto marco, nos pusimos manos a la obra.
La partida fue un éxito total y, curiosamente, el Arkham horror fue casi lo único que nos estropeó la trama porque (SPOILER) el tema de la trompeta encantada ya sale en una de las ampliaciones del juego de mesa. Por fortuna, mi chico mayor, que fue el que se dio cuenta de inmediato del asunto, supo mantenerse en la perspectiva de su personaje.
Como digo, la parte fuerte del módulo es la originalidad de la historia, lo inesperado del escenario. En La llamada de Cthulhu hay una tendencia natural a las historias de profesores y eruditos y, colateralmente, de exploraciones y aventuras, así que un escenario urbano y de bajos fondos llama la atención. En concreto, El baile del muerto tiene unos cuantos puntos de enganche francamente vistosos, desde el comienzo en el garito ilegal, pasando por el funeral estilo Nueva Orleans y el ajuste de cuentas de mafiosos para terminar con la apoteósica visita al cementerio.
De hecho, mi gran temor era que no hubiera manera de conducir a los personajes a los distintos puntos clave a la velocidad adecuada. Reconozco que tengo dificultad con los escenarios deterministas, que están pensados como un guión de cine, porque me gusta que los jugadores tengan libertad para avanzar hacia donde deseen. Al final, en nuestro caso, la historia fluyó como si la hubiéramos pactado de antemano: fueron haciendo lo que tenían que hacer sin precipitarse ni quedarse rezagados y, narrativamente, el conjunto quedó muy vistoso.
Sí que es cierto, y ese es mi único reproche al módulo, que hasta cierto punto los investigadores son meros comparsas, espectadores de unos hechos sobrenaturales en los que, al final, tampoco tienen gran cosa que decir, hasta tal punto que incluso los artefactos recuperados durante la aventura han quedado olvidados en el trastero de los personajes, como si no fueran con ellos.
Más allá de estas pequeñas aristas, que se pueden solventar con un poco de mano izquierda llegado el momento si el guardián tiene la experiencia necesaria, El baile del muerto me ha parecido una aventura de calidad en su planteamiento y, sobre todo, en sus escenarios. Mis recelos puede que estuvieran fundados, pero merecía la pena arriesgarse con ella.
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