Lanfeust de las estrellas

Imagen de Anne Bonny

Reseña de esta serie de ocho cómics ambientados en el mundo de Troy, los cuales corren a cargo, una vez más, de Arleston y Tarquin. En Francia han sido publicados por Soleil, y todavía no han dado el salto a nuestro país.

El mundo de Troy es una de las franquicias más exitosas de Francia. Actualmente hay ocho colecciones, o miniseries (normalmente de ocho álbumes), en curso o ya terminadas. La que nos ocupa hoy, de hecho, no verá publicado hasta el próximo mes de junio su último tomo. La mayor parte de ellas giran en torno a los personajes que viéramos en Lanfeust de Troy, aunque otras simplemente aprovechan el escenario, reposando en artistas ajenos al grupo inicial.

 

En Lanfeust des Étoiles nos encontramos con la continuación “natural” -si es que este termino tiene algún sentido en el mundo de Troy- de las aventuras vividas en la primera serie de ocho cómics. Apenas ha vuelto la calma después de salvar a su tierra de la hecatombe, los protagonistas de la colección inaugural -salvo honrosas excepciones- se ven obligados, para su alivio, a embarcarse en otras peripecias todavía más delirantes cuando una nave espacial (sic) viene a revelar no sólo que Troy pertenece a una gran corporación mercantil intergaláctica, sino que sus habitantes son una pieza clave en las intrigas universales -o que ocurren en el universo- por el poder absoluto en la galaxia.

 

Sí, cuando ya se ha establecido un mundo fantástico coherente, rico y lo suficientemente entretenido para dar cabida a mil aventuras, los responsables de Troy deciden dar una vuelta de tuerca exponencial al invento y, en un alarde de genio y temeridad, convierten a Lanfeust des Étoiles en una space-opera en la que la parte ciencia ficción se resuelve tan bien como resolvieron en su momento la parte fantasía.

 

Como era obligado, habrá explicaciones para los poderes mágicos de los habitantes de Troy, y explicaciones para todas las bizarrías que iremos encontrándonos en los distintos tomos (ocho de nuevo) que componen la serie. Pero sobre todo lo que encontraremos serán muchos guiños a los personajes y situaciones que todos tenemos presentes en nuestro imaginario popular colectivo moderno. La Guerra de las Galaxias (o Star Wars, como le llaman ahora) tendrá un puesto de honor, como corresponde a la space-opera que más ha tenido de fantasía y menos de ciencia ficción, pero las referencias no se restringirán a ella. Como muestra, la cubierta del primer tomo de la serie, que nos recuerda claramente al primer poster de la saga cinematográfica.

 

Al principio, el exceso de guiño lastra un poco la lectura, pero rápidamente el equipo Arleston – Tarquin demuestra toda su habilidad y su buen hacer y nos teje una historia de aventuras plagada de humor y con una trama tan complicada como fácil de seguir. Tanto para los amantes de las aventuras como para los del humor, una miniserie a no perder de vista.

 

El apartado gráfico mantiene los estándares de la primera serie, dando cabida a escenas panorámicas que quitan el aliento tanto como a escenas de acción dignas de cualquier cómic de superhéroes. El resultado es un cómic sólido en el que se pasa sin problemas por las escenas y dibujos de transición por el simple placer de encontrarse los platos fuertes o, igualmente, de sumergirse de nuevo en Troy, aunque sea fuera de órbita.

 

Autores

 

Christophe Arleston nació el 14 de agosto de 1963 en Aix-en-Provence, Francia. Su nombre real es Christophe Pelinq, y trabaja tanto de guionista como de editor. Pasó su infancia en Madagascar, así como en Macon y París, antes de volver a Aix-en-Provence. Estudió periodismo en Marsella y empezó su carrera trabajando como reportero y responsable de prensa. En sus comienzos profesionales confeccionó guiones de radio para France Inter. En 1992 empezó a escribir algunos guiones para Soleil, con quienes lanzaría en 1994 Lanfeust de Troy. Desde 1998 se ocupa de Lanfeust Mag, un cómic mensual sobre su creación.

 

 

Didier Tarquin nació el 20 de enero en Toulon, Francia. Se dedica tanto a los guiones de cómics como a su dibujo. Pasó diez años viviendo en Touggourt (Algeria), en el desierto del Sahara. Sería durante una estancia en campamentos cuando decidió dedicarse al cómic. Su carrera profesional comenzó en 1990 con Soleil, pero no sería hasta la aparición de Lanfeust en 1994 cuando saltaría a la fama. Continúa trabajando en la serie en colaboración con Christophe Arleston.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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