Miedo en la literatura de terror

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¿Existe o se trata tan solo de una quimera?

Como resultará fácil imaginar a los que conozcan algunos de mis proyectos, me ha tocado reflexionar mucho sobre la cuestión del miedo en la literatura. En particular, cuando se trata de juzgar si una obra pertenece o no al género de terror, siempre termina surgiendo la cuestión de si da miedo o no.

Paradójicamente, las obras que con más frecuencia cumplen esta condición suelen desterrarse del debate por otra etiqueta: son literatura infantil o, como mucho, juvenil. En estos casos siempre me viene a la cabeza el ejemplo de Los escarabajos vuelan al atardecer, de María Gripe, una de las pocas novelas que, de un modo literal, me ha puesto los pelos de punta.

Sí que es cierto que ese temor al libro en sí, a la historia, a la propia lectura, se deriva también, en cierta medida, del carácter difuso que tiene todavía en la mente del lector la frontera entre la ficción y la realidad. En estos casos, es más probable que este se sienta impresionado por lo que lee. Sin embargo, este tipo de terror directo no es exclusivo, al menos en su forma deliberada, de la literatura infantil: obras destinadas para el público adulto han buscado este temor bien sea como guiño, bien como un recurso sólido, el cual, a veces, da muy buenos resultados. La rueda, el relato promocional que escribió David Jasso para su novela La silla y que se podía leer en su web, es un claro ejemplo de esto.

En cualquier caso, la mayor parte del sentimiento de temor que encontramos en la literatura de terror se podría englobar dentro del temor indirecto, y este dividirlo en dos grandes bloques.

Por un lado, tenemos el miedo a lo que se retrata. Es un terreno fértil y que entronca bien con el retrato social contemporáneo, pero no debe perderse de vista dónde están sus límites: los telediarios nos hablan de nuestros miedos también, pero no son literatura de terror, quizás por carecer del aspecto lúdico o sencillamente por su estructura narrativa. La ficción narrativa, es innegable, nos puede generar un sentimiento de temor al retratar o recordarnos aspectos siniestros de nuestra mera existencia. En este sentido, autores como José María Tamparillas con sus instantáneas familiares en Carne de mi carne o Javier Quevedo Puchal, con el retrato social opresivo de Cuerpos descosidos, han hecho un trabajo memorable.

Es cierto que en estas obras no establecemos una relación directa entre lo que ocurre en el libro y nuestros miedos —por regla general, claro, porque las experiencias personales son eso, personales—, pero este despierta nuestros temores a la propia realidad y sus aspectos funestos que no nos son ajenos aunque vengan con otro envoltorio: la muerte, la exclusión, el dolor, la incomprensión, etc.

Por otro lado, el segundo gran bloque de temor indirecto vendría de la identificación con —o simple cariño a— los personajes. Sea porque estos han despertado nuestras simpatías y deseamos que no les ocurra nada malo dentro de la narración, sea porque nos podemos situar fácilmente en su lugar, sea, simplemente, porque son otros seres humanos —o equivalentes— y la propia naturaleza del mal nos repela, en muchas lecturas tememos por su suerte aunque no nos veamos implicados tampoco de un modo directo y seamos conscientes de que el peligro solo les atañe a ellos.

En este sentido me parece particularmente destacable el trabajo de Ismael Martínez Biurrun en Rojo alma, negro sombra, donde conjuga estos puntos débiles hasta conseguir lo que yo llamo el terror parental en uno de los finales más terribles y cargados de tensión que haya leído nunca.

Por supuesto, ninguno de estos modos de sentir temor es estanco ni excluyente, y seguramente en función del lector la impresión generada por un libro concreto oscilará hacia uno u otro polo —si es que son realmente polos—, pero sirven como primera radiografía a la hora de analizar la cuestión que suscita el artículo, a la cual, supongo, toca volver:

¿Existe el miedo en la literatura de terror o es solo una quimera?

La respuesta evidente es que sí, existe. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, cada vez se me antoja más claro que no se trata de una particularidad propia del género: estos mismos mecanismos los podemos encontrar en otros géneros de un modo más que evidente, como la literatura de aventuras —donde no en vano el subgénero zombi podría englobarse—, la novela negra o la ciencia ficción —sobre todo en su vertiente social, donde se han volcado corrientes enteras de ecologismo, por ejemplo—. Es más, ni siquiera creo que sea realmente definitorio del mismo.

Tampoco creo que sea una cuestión que se pueda zanjar de un modo meridiano, pero, claro, ahí está la magia de la narrativa, ¿no?

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weiss
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Interesante reflexión, Pata, sobre uno de los ingredientes más utilizados en la construcción de historias. El miedo, en efecto, se puede encontrar en obras de géneros muy dispares: la novela negra y policiaca, la aventura sin duda, la CiFi, obras de temática social, y todas las vertientes del "thriller" (que no significa "miedo/terror" como mucha gente piensa, sino que se refiere al la tensión emocional que causan la intriga y el suspense). Yo sé poco de literatura contemporánea genuinamente de terror, aunque sí que he leído un buen número de clásicos del género. Siempre me ha llamado mucho la atención observar la evolución de "lo terrorífico" en las obras de ayer y hoy, cómo lo que en otros tiempos resultaba pavoroso, hoy no despierta la menor inquietud. Caso paradigmático es el del "Frankenstein" de Shelley, cuya naturaleza terrorífica reside en la inmoralidad más que en la macabra génesis del monstruo o en sus actos de salvajismo. Lo aterrador del texto es la perversión teológica, el desafío que el Doctor Frankenstein lanza a Dios creando vida sin contar con Su divina intervención, algo que dos siglos atrás era visto poco menos que como la mayor obscenidad concebible. A "Drácula" le pasa algo parecido. De ente maligno por impío y pecaminoso, el vampiro ha terminado por convertirse en una especie de pequeño superhéroe de high school de la pluma de S. Meyer. 

La respuesta a la pregunta original del artículo es, tal como Pata avanza, que sí. Pero yo hago otra: ¿Existe el "susto"? Es decir, ¿habéis dado un respingo en el sofá alguna vez leyendo una historia de terror?

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Crocop
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A mi juicio, el terror ha evolucionado, pero no desaparecido.

Hace algún tiempo, alguien me recordaba hablando de esto en un foro con toda la razón, que hay gente que sí cree en el demonio o los extraterrestres y, en esos casos, evidentemente, una historia sobre el tema, les asusta. Personalmente, preferiría dormir en una morgue repleta de cabezas de pascua, símbolos arcanos y atrezzo de Marilyn Manson que en un hotel donde no dejen fumar en la habitación. En ese sentido, no me asusta en absoluto ese tipo de terror, que veo como un entretenimiento, un juego. Tampoco me asustan los  Hanibal Lecter o supervillanos similares, aunque son muy divertidos.

Sin embargo... Hay algo que sí es real en la literatura, quizá más que en cualquier otro medio; la expresión de las ideas. Esas ideas, son absolutamente ciertas. Se forman en el cerebro del lector tal y como el autor las concibe si es capaz de transmitirlas correctamente. Canijo el otro día nos hablaba de que King lo describía como "telepatía" y es que, es lo más parecido que existe. Igual que hay algunas que inspiran, o que enseñan otras, obviamente, pueden asustar hasta el punto de dejar sin dormir, con un sentimiento de miedo mucho más profundo del que puedan generar REC y tres telediarios seguidos.

Alguien que no crea en nada sobrenatural, ni esté demasiado preocupado por las dimensiones paralelas, tiene, por fuerza, que creer que el  horror exite y está en el interior de cada uno. Creo que  podemos sentir el corazón delator de Poe de la sensación de ser descubierto en una falta terrible o las pérdidas o la traición de muchas de sus historias de fantasmas; tener pesadillas con la náusea que retrata Sartre; la luz que ciega los propios actos de Camus; el túnel emocional de Sábato, el "lo tengo todo salvo algo que perder" de Ellis... Incluso, en el caso de la literatura más fantástica, esos sentimientos y emociones pueden ser reales. Las pelis de Soy Leyenda son bastante cutres, pero en el libro de Matheson (el autor favorito de mr. Darío Vilas), por más que sepamos que no hay supervampiros dominando el mundo, la inestabilidad, el desconcierto, el horror de Neville están tan bien construidos que son perfectamente extrapolables a cualquier otra realidad. Creo que el horror, en la actualidad, va por ahí y que, desde luego sí puede crearse, como cualquier otro sentimmiento, mediante la literatura.

En cuanto a sustos, ya esa no me la sé, que conteste otro. Aunque algunos de los cuentos de Quiroga o Dahl tienen su puntillo de susto final.

Ferrum ferro acuitur

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Bestia insana
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A mí han conseguido escalofriarme, de niño y de adulto, no os vayáis a creer, Poe, Bierce, Machen, Henry James y otros cuyo recuerdo conservo en la piel, más que en la memoria, donde por lo visto ya no guardo nada.

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Canijo
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Más de una vez he charlado sobre esto, tanto contigo como con otros colegas, y no es asunto baladí, entiendo. Personalmente, no recuerdo ningún texto que me haya dado miedo, y me refiero al miedo verdadero que en más de una ocasión pasé viendo películas de niño (la primera vez que vi Posesión Infernal lo hice con mi madre, y la tuvimos que quitar antes de terminar porque estábamos literalmente aterrados), quizá aquello a lo que Ernesto llama susto. Lo más cercano me pasó con el relato “El círculo de Krisky”, de Mik, porque realmente me metí en aquella narración, me puse en el papel según mis circunstancias (mi reducido y atestado cuarto), y entendí que a mí me cogía sí o sí. Ahí sí estuve cerca del miedo, muy cerca, y lo más interesante es que creo que no fue por causa de los imponderables que el autor no puede controlar, sino porque en realidad contó con ellos, lo cual le da más valor a la obra.

En todo caso, mi gradación la establecería de otra forma. Primero dividiría en Fosco y Terror, considerando que la segunda busca el miedo y la primera otra serie de inquietudes o desagrados (al menos en algunas de sus vertientes, porque entiendo que hay un fosco más nominal que práctico) que se pueden parecer pero que no son lo mismo. Una vez establecido esto, la obra debe conseguir la telepatía de la que habla Crocop para que la sensación llegue de una forma verdaderamente definida y, a partir de ahí, una obra de Terror que consiga esa telepatía ya estará en disposición de llegar a ese susto que es lo que yo considero el miedo verdadero, el miedo que, repito, me hicieron pasar unas cuantas películas cuando era pequeño.

 

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Aldous Jander
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Canijo dijo:

Lo más cercano me pasó con el relato “El círculo de Krisky”, de Mik, porque realmente me metí en aquella narración, me puse en el papel según mis circunstancias (mi reducido y atestado cuarto), y entendí que a mí me cogía sí o sí.

Me siento identificadísimo Risa cachonda. Con ese relato ha sido la última vez que he sentido algo cercano al terror, o que he pensado qué miedo da esto! aunque no sintiese ese miedo, pero nada comparado con ese terror que sentía de niño. Tuve la suerte de leer a Lovecraft de crío (solo, de noche, con doce o trece años) y ahí sí que sentí ese miedo genuino a seguir leyendo, esa intranquilidad aun cuando ya has cerrado el libro.

Ahora ni con el cine, no hay manera, y mira que lo echo de menos.

Hace poco pensé que iba a encontrarlo, pero no, en Demonio de libro, de Barker. Puede que con la imaginación de un niño y sin la de-formación del escritor algunos de los recursos utilizados me hubiesen hecho pasar auténtico miedo de chaval. Qué libro más original se ha marcado el tipo, por cierto...

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weiss dijo:
Pero yo hago otra: ¿Existe el "susto"? Es decir, ¿habéis dado un respingo en el sofá alguna vez leyendo una historia de terror?

Respingo propiamente dicho, no, quizás porque por la propia naturaleza de la narrativa escrita -algo que ha comentado en más de una charla Jasso- es difícil, por no decir casi imposible, reproducir el miedo tipo "gato", ese sobresalto que muchas veces va ligado a una subida del volumen de la banda sonora o a un encuadre que te golpea en las vísceras.

Sin embargo, sí que hay escritos que te hacen encajar las piezas de la historia en un momendo dado y generan una sensación de vértigo, de escalofrío o de confusión que podría ser parecido, o el equivalente a, un susto, ¿no?

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Crocop dijo:
Sin embargo... Hay algo que sí es real en la literatura, quizá más que en cualquier otro medio; la expresión de las ideas. Esas ideas, son absolutamente ciertas.

Muy de acuerdo con todo, especialmente con este punto. Como gran fan del monstruo, me apena que a veces se olvida que bajo el mismo se esconde un arquetipo, que no es más que una idea para transmitir algo. Por suerte hay autores como Víctor Conde que están recuperando ese trasfondo de un modo muy interesante. Una vía que me penaría que se perdiera.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
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Canijo dijo:
En todo caso, mi gradación la establecería de otra forma. Primero dividiría en Fosco y Terror, considerando que la segunda busca el miedo y la primera otra serie de inquietudes o desagrados (al menos en algunas de sus vertientes, porque entiendo que hay un fosco más nominal que práctico) que se pueden parecer pero que no son lo mismo.

Muy cierto, fosco y terror no son lo mismo. Hay que tener en cuenta que el fosco puede abordar el humor, aunque sea desde una perspectiva macabra que, en el fondo, implica también enfrentarse a una serie de temores.

Canijo dijo:
una obra de Terror que consiga esa telepatía ya estará en disposición de llegar a ese susto que es lo que yo considero el miedo verdadero, el miedo que, repito, me hicieron pasar unas cuantas películas cuando era pequeño.

Lo que no tengo muy claro es que se pueda obtener el mismo tipo de miedo con una película que con un libro. En el lado ambiental, sí: se pueden crear atmósferas muy similares que generarán sentimientos equivalentes de angustia, temor, aprensión, etc. Pero en el momento del susto propiamente dicho, creo que ahí se van a distanciar de mala manera. Ya incluso entre relato y novela la mecánica del miedo van a ser muy distintas, ¿no?

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Patapalo
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Muchas gracias a todos por los comentarios. Así da gusto colgar artículos Sonrisa

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Ángeles Pavía
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Pues la verdad es que para mi no. A ver, cuando era una cría de 8 o 9 años, Poe y Lovecraft impresionaban un poco, pero miedo, miedo... no recuerdo pasar. Tampoco me lo daban los cementarios. Me crié oyendo cuentos de muertos, aparecidos, asesinatos, súcubos, maldiciones... que mi abuela, muy tétrica ella y una gran cuentacuentos, me contaba para dormirme. No sabía leer y solo sabía los cuentos que se contaban en su aldea.

Y la españa profunda era muy profunda.

No he leído a todos los autores españoles que nombras, alguno sí. De los que he leído ninguno me ha dado miedo. Asco... si, y eso que estoy más acostumbrada a la casquería humana que la mayoría de la gente. Uno que me gustó mucho, pero que no me dió miedo fue La dama número 13, de Somoza. Tensión por lo que les va a pasar a los personajes, si el autor ha conseguido atraparte lo suficiente como para conseguir que te olvides de la realidad que te rodea, si, también me produce la buena literatura. Pero miedo como para que me sobresalte un chirriar de bisagras o unos pasos en el descansillo, no, la verdad. 

Pero reconozco que yo soy un caso un tanto anómalo, y puede haber gente a quien la literatura de terror le produzca miedo. 

Somos el tejido del que estan hechos nuestros sueños. 
www.codexiuvenis.com

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Crocop
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¡Se me ha ocurrido un aforismo de listillo pedantorro que no me resisto poner!

"El susto es al terror lo que el chiste a la comedia."Irene

Igual ya lo ha hecho alguien antes y queda como el culo.Angus

Pero mi idea es esa. Con algunas pelis de miedo y algunos relatos de miedo, pues de crío te partes el culo o te asustas un montón. Luego vistos de adulto, pueden pasar dos cosas. Lo de las pelis de "Le llamaban Trinidad", que las ves luego y son una patata, o como con Amarcord, que de crío te hace gracia que los del pueblo se hiciesen pajas o measen por una caña, pero luego como adulto, pues ves que hay mucho más detrás. Yo me acuerdo de que "El entierro prematuro" y similares, me dieron susto, ahora veo en ellas mucho más. Además, ahora puedo entender a Houellebecq, Dennis Cooper y otros autores que de crío, seguramente, no me habrían dicho nada. Creo que leyendo se entera uno más cuanto más viejo y, pese a perder ese "sentido de la maravilla" o lo que sea, coges más referencias y causan sensaciones más profundas.

Ferrum ferro acuitur

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Patapalo
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Ángeles Pavía dijo:

Uno que me gustó mucho, pero que no me dió miedo fue La dama número 13, de Somoza. Tensión por lo que les va a pasar a los personajes, si el autor ha conseguido atraparte lo suficiente como para conseguir que te olvides de la realidad que te rodea, si, también me produce la buena literatura. Pero miedo como para que me sobresalte un chirriar de bisagras o unos pasos en el descansillo, no, la verdad.

A esto me refiero un poco en el artículo y en los comentarios. A mí La dama número 13 me generó mucha tensión cuando lo leía a causa de lo desagradable de algunas escenas y de la atmósfera malsana general que se crea, pero temor y miedo no sentí. Creo que son sensaciones que pueden estar emparentadas pero no son lo mismo. Y lo mismo me pasa con el gore: a mí no me da miedo, sino asco.

Y, a diferencia de ti, a mí sí que me han dado miedo cosas literarias -los cementerios más aprensión que miedo- y recuerdo un par de momentos de pelos como escarpias, pero que no tienen por qué encontrarse en libros de terror. Valga como ejemplo La lluvia amarilla, de Llamazares, obra que sí metería en el fosco pero no en el terror.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
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Crocop dijo:

"El susto es al terror lo que el chiste a la comedia."Irene

Es muy bueno, pero confieso que me resulta familiar. Eh, que puede ser también porque encaja muy bien Risa cachonda

Muy de acuerdo con los niveles de lectura. De crío un ataud te puede dar miedo de por sí; luego le vas sacando otro jugo. Son experiencias distintas.

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Dehumanizer666
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Estimado: Como sabemos, a los libros los completan los lectores.

Me ha pasado a lo largo de mi carrera, encontrarme en charlas literarias y talleres con algunos lectores de mis cuentos, y al recibir sus impresiones me daba cuenta de que se habían asustado de algunas líneas a las que yo no les veía nada raro, y sucedía todo lo contrario con otras que había puesto con toda la intención de provocar algún miedo.

El miedo está en la literatura en general. Yo me asusté muchísimo con libros a los que hoy miro con cariño, como "La isla del tesoro" o "El conde de Montecristo". Igual, si leemos terror solamente con la idea de asustarnos, nos estamos perdiendo gran parte del viaje.

Muy buen debate.

Saludos.

Santiago Repetto

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Patapalo
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Dehumanizer666 dijo:
Igual, si leemos terror solamente con la idea de asustarnos, nos estamos perdiendo gran parte del viaje.

Muy buena la reflexión. La suscribo totalmente. Al final, el libro también ha de guiarnos, y nosotros dejarnos guiar.

Por cierto, que tu relato "El juego" es otro de los que me ha conseguido poner los pelos de punta. Y lo hace cada vez que lo releo.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Canijo
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Patapalo dijo:

Canijo dijo:
En todo caso, mi gradación la establecería de otra forma. Primero dividiría en Fosco y Terror, considerando que la segunda busca el miedo y la primera otra serie de inquietudes o desagrados (al menos en algunas de sus vertientes, porque entiendo que hay un fosco más nominal que práctico) que se pueden parecer pero que no son lo mismo.

Muy cierto, fosco y terror no son lo mismo. Hay que tener en cuenta que el fosco puede abordar el humor, aunque sea desde una perspectiva macabra que, en el fondo, implica también enfrentarse a una serie de temores.

Canijo dijo:
una obra de Terror que consiga esa telepatía ya estará en disposición de llegar a ese susto que es lo que yo considero el miedo verdadero, el miedo que, repito, me hicieron pasar unas cuantas películas cuando era pequeño.

Lo que no tengo muy claro es que se pueda obtener el mismo tipo de miedo con una película que con un libro. En el lado ambiental, sí: se pueden crear atmósferas muy similares que generarán sentimientos equivalentes de angustia, temor, aprensión, etc. Pero en el momento del susto propiamente dicho, creo que ahí se van a distanciar de mala manera. Ya incluso entre relato y novela la mecánica del miedo van a ser muy distintas, ¿no?

Pues sí, me colé con lo de "susto". Más bien sería que miedo es a partir de cierto nivel de temor, y que el susto sería como un pico de esa gráfica (una gráfica que tendría en el eje X el número de palabras leído, por medir alguna manera el avance en la narración, y en el Y el nivel de temor). Con un texto se puede pasar ese nivel de temor a partir del cual empezamos a considerarlo miedo, igual que con una película (aunque con más dificultad, considero).

Pero el susto como tal quizá no sea del todo posible en texto, principalmente porque en texto necesitamos pasar por la consciencia del lector, que lo asimile y forme la imagen en su cabeza, mientras que el susto, como en el ejemplo cinematográfico, apela más al inconsciente, nos asusta antes de que sepamos de qué se trata. Pero no sé, creo que con las herramientas de la narración se debe poder conseguir algo aunque sea no muy lejano.

 

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