Ediciones Evohé y el grupo Intravagantes lanzan una nueva línea literaria

Imagen de Rana Gustavo

Intravagantes: la línea más heterodoxa de Ediciones Evohé. Heterodoxia no solo de autores, de perspectivas, de ideologías, de escuelas literarias sino también de géneros.

Tras una estupenda relación forjada en la colección El Periscopio (literatura de viajes, línea que ya ha publicado a Charles Chaplin, Concha Espina, Vicente Blasco Ibáñez y Benito Pérez Galdós), el grupo “Intravagantes” y Ediciones Evohé vuelven a unir fuerzas en un proyecto más ambicioso si cabe, literariamente hablando, casi una ensoñación. Un objetivo clave les une, a palabras de Jaime Alejandre (poeta y miembro del grupo literario): “Intravagantes es la creación literaria como testimonio compartido de la búsqueda de la verdad”, y añade: “Nosotros mestizamos para comprender: poesía, novela, ensayo, teatro, cuento, testimonio, cómic, biografía, memorias... en la luz y en la sombra de la colección”.

“Son nuestras intravagancias: las formas de expresión que contienen nuestra duda y nuestro asombro, nuestra forma de responder ante la dulzura del mundo y su amargura”, señala Arturo Gonzalo Aizpiri, escritor y otro de los colaboradores de esta colección. Desde la editorial también comentan la necesidad de situar sus expectativas en un sector de lectores que en la actualidad están huérfanos de novedades, que buscan obras que se diferencien de las que una y otra vez se publican hoy en día. Ese es otro objetivo: “un afán utópico de liberarnos de la dictadura de la distribución de mercado”.

Julio Castelló, otro de los poetas que forman Intravagantes, incide en estos términos: “Abrimos hoy la senda de los intravagantes. Los y las. Ellas, ellos. Machetazos. Encuentros. Nadie dijo que hubiera de ser fácil. Sencillamente abrir. Como el que recorta un vano en un muro y caen vergüenzas y lamentaciones y alguien atisba algo más lejos. Quién sabe, otro muro”.

Dos títulos, potentes y sonoros, inician este andar editorial: El corazón del lobo, de Rafael Soler, es una novela, “un modelo constructivo absolutamente excepcional. Pocas novelas en los últimos quince o veinte años tienen su calidad” según refiere Ricardo Senabre. “El autor ha mezclado los niveles de lenguaje con una gran agilidad, rompiendo al mismo tiempo con las normas habituales”, añade Francisco Ynduráin, y Ramón Hernández concluye: “Auténtica literatura. Un serio ejercicio estético donde no sobra ni falta nada, en una novela visceral y táctil”.

Cuaderno del delirio, de Elvira Daudet, que “no es una aficionada que está aprendiendo a versificar, sino una aficionada —sin afición no se logra nada— que con sus libros se sitúa en la primerísima fila de la poesía actual en España” a palabras de Ramón Irigoyen, es un libro de poemas con una voz especialísima: “hay tan pocas voces verdaderamente necesarias en la poesía, que el eco de una cierta nos avecina para siempre con el misterio. Tiene que saber esto Elvira Daudet, como única compensación o desesperación para su desvelo”, escribía José García Nieto.

 

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