Conan en el Reino de la Frontera
Bruce Jones retoma las riendas de la colección y vuelve John Buscema
En anteriores artículos hablábamos de la derrota errática que había tomado Conan el bárbaro con los cambios de guionista después de la marcha de Roy Thomas de la colección. Una derrota que parece tocar fondo con la primera historia que abre el tomo 18 de Las Crónicas de Conan, la recopilación de la serie que está realizando Planeta DeAgostini: el despropósito que montan en El bosque de la noche Steven Grant —con un guión propio de una leyenda artúrica— y Marc Silvestri —con sus bárbaros postizos y sin cuello— hace, sin duda, esperarse lo peor. Lo que desde luego no cabía esperar es que fuera Bruce Jones quien acudiera al rescate. Otros vendrán que te harán bueno...
Hay que reconocer que Jones, aun con sus limitaciones derivadas del desconocimiento de la Era Hiboria, consigue dar un rumbo más adecuado a la colección. Para empezar, retoma la idea de la continuidad cronológica y espacial planteada por Thomas desde el arranque de la misma. Reubica a Conan en el Reino de la Frontera y si bien hay algunos aspectos más que cuestionables —por momentos no se sabe si está en Turán o en las junglas de los Reinos Negros—, consigue dar una mayor estabilidad al conjunto.
Al mismo tiempo, se afianza en su visión de la espada y brujería. Va a seguir cumpliendo el binomio maldito de criatura fantástica y damisela en apuros marcado por Thomas pero con su propio estilo, y el resultado es bueno. En las historias cortas se percibe cierta precipitación, pero cuando se da espacio para cerrar los arcos argumentales en dos números —como ocurre con La isla de los muertos y En la guarida de los condenados y, en segundo lugar, con La isla de las arañas y La telaraña se estrecha— las narraciones ganan mucho en intensidad.
Bruce Jones parece tener especial debilidad por el lado más de horror cósmico de las aventuras de Conan. Mete unos cuantos guiños a Lovecraft y se permite un toque de terror dentro de lo que es la espada y brujería que sienta muy bien al conjunto. No llega todavía a grandes cotas, pero se le ve mucho más suelto como guionista de la serie y logra encarrilarla de nuevo.
Ayuda también la vuelta de John Buscema, aunque sea solo parcial, y el trabajo acertado de Alfredo Alcalá —con sus "reminiscencias" de El príncipe Valiente— y Val Mayerik —con su toque particularmente siniestro— cuando toca tomar el relevo. La edición de Planeta DeAgostini recupera además las portadas de la serie original, que en este volumen son prácticamente todas de Buscema.
El conjunto hace que esta etapa de Conan de paso por el Reino de la Frontera apunte hacia una transición hacia terrenos mejores al tiempo que, quede claro, nos brinda un par de buenas historias del género entre algún que otro traspiés.
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