Era medianoche en Bhopal
Sobre el libro de Dominique Lapierre y Javier Moro publicado por Booket
No sé muy bien en qué género se inscribe una obra como esta. No se trata de una novela basada en hechos reales ni tampoco de un reportaje periodístico que busque, principalmente, la divulgación o el análisis técnico. Era medianoche en Bhopal es una narración en la que, si bien se apoyan en hechos reales y en dar un contexto a los mismos, los autores se han implicado de un modo personal. Es por ello que no solo indigna, preocupa y conciencia sobre los peligros industriales, sino que también conmueve y perturba hasta lo más profundo.
Era medianoche en Bhopal es la crónica de un desastre anunciado. Empieza poniéndonos en situación de la industria química de la época —de la dedicada, más concretamente, a los pesticidas—. Nos explica los antecedentes, lo que supone su implantación en un país como la India y nos acerca algunas nociones muy básicas sobre procesos y materiales sin llegar a ser un texto técnico en ningún aspecto.
Al mismo tiempo, nos presenta el escenario: Bhopal, una ciudad de la India. Se trata de un retrato muy cercano. Los personajes se nos dibujan como gente real, con sus inquietudes, sus costumbres, sus anhelos, sus esperanzas, sus tradiciones. Podemos ir descubriendo los estratos sociales, la organización de la ciudad, el día a día, pero no desde una perspectiva siquiera documental, sino humana: cada uno de los numerosos personajes —personas, debería especificar, porque desgraciadamente son personas reales— consigue su propia identidad frente al lector.
Con este preparativo, cuando se llega al tramo final del libro, cuando por un fallo técnico el proceso industrial provoca una catástrofe de proporciones escalofriantes, es imposible no sentirse conmocionado. Asistes al drama de todos y cada uno de los habitantes de la ciudad y te sientes desgarrado e impotente.
Era medianoche en Bhopal es un libro duro, muy duro —sobre todo cuando tienes formación en el sector—, pero también muy necesario. Es un ejemplo sangrante de cómo los intereses económicos no pueden pasar por encima de otras consideraciones, de cómo es importante la formación, el conocimiento, la responsabilidad.
Es un libro a pecho descubierto. No intenta convencernos de nada con cifras, razonamientos o recetas. Pretende —y lo consigue— que por un momento nos sintamos transportados al ojo del huracán, a ese lugar que no tendría que existir y que, desgraciadamente, el ser humano es muy capaz de crear.
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