Julia y el verano muerto
Reseña del cómic de Álvaro Ortiz, el cual descubrí antes de que fuera publicado, en una versión más completa y extendida por De Ponent
Creo que todos estamos de acuerdo en que el cómic es uno de los vehículos de los sueños más efectivo, y es por ello que, de vez en cuando, es una maravilla encontrarse con un cómic como éste.
“Julia y el verano muerto” es un cómic particular, y no sólo porque sea un trabajo personal en el más profundo sentido de la palabra, sino por qué, al contrario de muchas otras obras, en él el narrador pasa a ser una cosa secundaria; o, más bien, el autor decide no ser demasiado narrador y, de algún modo, simplemente dejarse llevar por el momento.
Con este enfoque, que podría haberle conducido a un descalabro absoluto, Álvaro Ortiz consigue entretejer un escenario onírico en el que, como lectores, disfrutaremos perdiéndonos. La inocencia implícita del autor –voluntaria o no-, que se trasluce en los personajes que aparecen y que uno imagina retratos de conocidos, que brilla en una trama llena de pequeños deliciosos absurdos, cementa este cómic dándole una fuerza inusitada.
Las ideas aparecen sin ton ni son, con un instinto narrador extremadamente marcado y que, en mitad del caos, no dirige hacia el final emotivo con mano firme. El orfanato de los niños fantasma trasciende al cliché inquietante y deviene una suerte de Tierra de Nunca Jamás personal del autor, de puerta –o espejo- a un mundo no muy distinto al de Alicia en el país de las maravillas.
Creo que “Julia y el verano muerto” es, en definitiva, esto, un viaje a un mundo fantástico. No creo que el autor buscase reinventar el mito, o buscarle tres pies al gato risón, sino simplemente sumergirse una vez más –como a tantos nos gusta hacer- en un mundo de fantasía que, en lo más profundo, siempre esperamos que dure para siempre. Por suerte para el lector, Álvaro Ortiz se ha decidido a transformarlo en cómic, y ahora el disfrute es para todo el que quiera leerlo.
Acompañando esta peculiar estampida de creatividad, el dibujo seguro y personal del Ortiz dibujante completa la escena. Los personajes son expresivos y carismáticos, transmiten a la perfección sentimientos dentro del maremagno de la historia, consiguen arrancarte una sonrisa llena de ternura con las peripecias del pobre niño chino, conmoverte con la confusión que acompaña a los niños fantasma.
El diseño de las páginas, los encuadres, el entintado, la maquetación… todos los pequeños y grandes detalles de este cómic están cuidados a la perfección, resaltando el trabajo realizado y mostrando que, incluso dejándose llevar por la inspiración peregrina, es posible obtener un acabado impecable.
En definitiva, un cómic sencillo, simpático, que tocará a los que nos gusta adentrarnos todavía por la madriguera del conejo, que nos muestra mil reflejos de sueños, sin molestarse en darles consistencia -¿no sería impropio tratándose de sueños?- o perderse en explicaciones. Después de todo, es una obra onírica, para disfrutarla tal cual. Sin más.
El ejemplar que leí de “Julia y el verano muerto” es la versión germinal que dio lugar al cómic completo publicado por De Ponent, del cual aparecen los datos en la ficha de este artículo, pues es el que está actualmente a la venta
Sinopsis (Cortesía de Ediciones DePonent)
Julia y el verano muerto es a ratos una historia de viajes, a ratos una historia de fantasía y, por encima de todo, una historia sobre lo aparentemente cotidiano.
Es cierto que en algún momento uno no sabe muy bien a qué atenerse. La historia puede dar un giro repentino y llevarte desde el parque de al lado de casa a una recóndita isla a la deriva.
Todo ello bañado por una sutil atmósfera de melancolía. Algo así como el aviso de que nos encontramos ante una historia de gente felizmente triste, que asume su condición con la madurez del que sabe que la despedida y las lágrimas son sólo un peaje más de los muchos que lleva consigo vivir; ya sea en el día a día de la realidad o de magia.
Autor
Álvaro Ortiz (Zaragoza, 1983). Dibujante/Guionista. Ha colaborado en diversos fanzines de la geografía española, y en revistas como Belio, Mondosonoro o Nu Magazine, se ha autoeditado sus propios tebeos y cuentos; "Mañana llega Michelle" y "Bajo un Centenar de Cielos" (ambos junto con Miguel Ángel Ortiz), ha sido seleccionado en diversos certámenes, a destacar el accésit obtenido en el 2002, y posteriormente el premio en 2003 en el Certamen Nacional de Cómic del INJUVE.
Recientemente ha colaborado en el álbum colectivo Tapa Roja de Sinsentido, ha desarrollado las ilustraciones para el montaje audiovisual de la obra de teatro Exúro, y ha participado en varias de las exposiciones del ciclo En la Frontera.
- Inicie sesión para enviar comentarios
Conocí a Álvaro hace mucho tiempo, antes de que saliera esta versión de Julia (la primera fue en un fanzine que me prestó el colega que me lo presentó). El tipo, además de encantador, es un puñetero genio. Uno de los dibujante más interesantes de este país. Recomiendo sobretodo las obras que firma a medias con su hermano, Michele y Bajo un centenar de cielos son, simplemente, geniales.
Ya está a la venta La Taberna de Bloody Mary en la colección A Sangre de Saco de Huesos.