El padre de La Roja

Un homenaje a una de las grandes figuras del fútbol español

El pasado 1 de febrero murió Luis Aragonés, una de las figuras más grandes que ha habido en el fútbol nacional. Todos podemos recordar multitud de anécdotas y polémicas que fueron creando su personaje día a día como aquella “charla” con Reyes gritándole que era mejor que el negro (Henry nada menos), el zarandeo a Eto’o de la pechera, la no convocatoria de Raúl, el Wallas en vez de Ballack en la final de la Euro, su bronca a un cuarto árbitro por pisar el escudo del Atleti en el Calderón, la tele de plasma pintada con rotulador, el ganar, ganar, ganar, ganar, y volver a ganar, ganar, ganar…

Hay otras menos conocidas como cuando después de ganar la Eurocopa de 2008 el Rey lo llamó al vestuario. Luis estuvo muy frío y cortante y en la recepción en Zarzuela el Rey se lo recriminó. Luis simplemente le dijo que pensaba que era un imitador. O como cuando siendo entrenador del Betis al escribir el once inicial puso doce jugadores y al jugador que se lo dijo Luis le contestó Ah, sí. Usted es el que sobra. Son muestras de un carácter especial en apariencia duro, pero solo en apariencia. Debajo de ese talante hosco había una persona muy educada, amable y caritativa, enamorada del fútbol.

Sus triunfos en los banquillos no se limitan a su papel como seleccionador en la Eurocopa de Austria y Suiza. Entrenó a media Liga: al Betis en dos etapas, al Barcelona, Espanyol, Sevilla, Valencia, Oviedo, Mallorca (en otras dos ocasiones) y después de la Selección también al Fenerbaçhe turco. Aunque su pasión y su nombre están ligados para siempre al Atlético de Madrid. Un día era jugador y al día siguiente se ponía a las órdenes de sus compañeros desde el banquillo con solo cambiar el tú por usted. En cuatro etapas como entrenador colchonero ganó una Copa Intercontinental, una Liga, tres Copas del Rey y una Supercopa de España. Una Copa del Rey más obtuvo de su año escaso en Barça, motín Hesperia incluido, que le costó el puesto ya que, como siempre hizo, se colocó en defensa de los jugadores.

Y también, aunque solo los más maduritos puedan recordar haberlo visto jugar, fue un centrocampista goleador de una excelente capacidad técnica y un virtuoso tirador de faltas. Hasta hoy es el centrocampista más goleador de Primera División con 160 goles en 360 Partidos. Tres Ligas más como jugador y dos Copas del Rey completan su palmarés, así como marcar el primer gol del Vicente Calderón o el tanto de falta en la Final de la Copa de Europa de Heysel, contra el Bayern, en el 74.

A pesar de su enormidad como futbolista, entrenador y personaje, su logro más grande es la invención de La Roja. Una identidad comparable a la Canarinha o la Albiceleste. Un nombre que todos hicimos nuestro desde la semifinal de 2008 contra Rusia. Un nombre que Luis Aragonés llevó al Mundial de Alemania 2006 pero no llegó a identificarse hasta dos años después con la Selección gracias a su magnífico juego en aquella Eurocopa, que justo después heredó Del Bosque.

Nos deja el Zapatones, nunca le gustó lo del Sabio de Hortaleza. Un grande, una persona íntegra, clara y directa que prefería que lo mataran antes que lo mintieran. Su legado y su nombre siempre serán recordados. No miento, Luis.