Lord John y un asunto privado
Reseña de la novela de Diana Gabaldon publicada por Esencia
Cuando abordé la lectura de Lord John y un asunto privado lo hice para adentrarme en el terreno de la novela romántica, en el que se especializa el sello Esencia, y el caso es que, en ese aspecto, he dado con hueso: esta novela de Diana Gabaldon tiene más de género policíaco o de costumbrismo histórico que de lo que a priori imaginamos en una novela romántica.
Lord John y un asunto privado no va de amores imposibles ni de seducciones reprobables. La trama, bien al contrario y aunque tangencialmente toque estos asuntos, nos presenta la investigación realizada por un oficial del ejército inglés para encontrar unos importantes documentos logísticos sustraídos por un posible espía. Sí que es cierto que el personaje principal, el susodicho Lord John (que es un secundario recurrente dentro de la serie Forastera, de la misma autora), marca con su carácter algunas particularidades en la narración. En concreto, su homosexualidad, que no es un elemento banal cuando la acción transcurre en el siglo XVIII, da una interesante dimensión a la novela.
Este es el punto más llamativo de Lord John y un asunto privado, un gancho que permite a Diana Gabaldon acercarnos a escenarios poco transitados en la literatura de época. De los salones de la aristocracia saltamos a los burdeles para homosexuales y de estos a las zonas portuarias y los clubes de caballeros a medida que avanzamos en una investigación que se entrelaza con el asunto privado que da nombre a la novela.
El desarrollo de la trama es pausado. La autora da prioridad a los escenarios frente a la acción, hace que pasemos tiempo con los personajes y no fuerza las situaciones de tensión ni pretende dar más importancia a la investigación de la que los propios protagonistas le dan -que no es excesiva-. La baza que juega es la de la fascinación, y funciona: la novela engancha aunque no sea por la trama en sí, que tampoco es de una gran complejidad. Esto es algo que queda particularmente claro al cierre de la historia, donde se nos atan todos los cabos con la certidumbre de que no había suficientes pistas para hacerlo por nuestra cuenta, aunque sí hayamos visto el cuadro general.
El tono que consigue durante la narración, con el factor sexual orbitando alrededor de la historia pero sin llegar a volverse explícito a pesar de las numerosas oportunidades que encuentra, es peculiar y rehuye con franqueza los anacronismos: Lord John es homosexual, sí, pero no un hombre moderno ajeno al clasismo, por ejemplo. En este sentido, el retrato de la época está muy conseguido y es todo un aliciente. Sin duda, la autora ha sabido sacarle partido a la documentación.
Este enfoque pausado y volcado en el cuadro hace de Lord John y un asunto privado una novela de inmersión, ideada para pasar unas tardes de lectura y desconexión. Es una obra de entretenimiento cuya mayor virtud, a mi parecer, es su toque propio, que la aleja de los estereotipos que pudiéramos tener en mente.
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