Le dan una buena somanta palos. Las peleas son más bestias.
Karate kid vs Karate kid
Una ociosa comparativa entre la película del 2010 y la de 1984
Tras ver hace unas semanas el remake de Karate kid, me entraron unas ganas irrefrenables de ver la original de 1984. Uno no sabe hasta qué punto no termina de conectar con las nuevas películas por sus idealizaciones de la infancia o por auténticos motivos, y esto es un poco lo que me incita a escribir estas líneas.
El primer punto de comparación inevitable es el estético. Ok, aun dejando de lado las mejoras técnicas y los distintos medios de cada filme, que marca aspectos insoslayables como la diferencia abismal entre los escenarios (la playa californiana no luce demasiado al lado de la Gran Muralla China), se ven ya algunas diferencias de base. El remake opta por una grandilocuencia que es ajena por completo al original. En este, teníamos una epopeya personal, de chico de barrio. En el nuevo, todo es más épico, todo se realiza a una escala mayor.
La excusa es que para repetir la historia del choque cultural, esa apuesta por la multiculturalidad del chico que descubre fascinado el karate auténtico, hacía falta ir más lejos (literalmente). Como ya pasara con Tú a Bostón y yo a California, nos hemos visto obligados a cruzar un océano para crear el mismo impacto en los espectadores. Se puede aceptar, pero yo creo que trasluce algo más, algo que se refleja en los héroes.
El Daniel Larusso (Ralph Macchio) es un adolescente desgarbado y algo capullín con el que no es difícil identificarse. Por supuesto, él no tiene la culpa de los cánones estéticos ochenteros, pero incluso dentro de lo que era la época no es equivalente a Dre Parker (Jaden Smith), su remake. Este es guay de verdad, no solo lo pretende, por lo que el “drama” del inadaptado toma otros tintes.
Esto hace que también el fondo filosófico de la película derive. En la primera, cuando el maestro, Miyagi (Pat Morita), toma bajo su ala al chaval, lo hace en parte por pena, y también por protegerlo y por mostrarle qué es lo realmente importante. De hecho, todo el entrenamiento lo pasa haciendo cosas útiles (pintar la valla, lavar el coche, pulir el jardín, etc.). No solo le enseña a respetar a su madre y a sí mismo, sino también a buscar un objetivo en lo que hace. El karate no es lúdico, sino una forma de vida, una simbiosis.
En el caso del remake, es difícil sacarle mucho enjundia a lo de recoger la chaqueta. Igual es que para los niños actuales ya es todo un desafío cumplir con algo tan simplón, pero yo creo que sobre todo se debe a que se ha perdido un poco el rumbo, hasta tal punto que en este nuevo Karate kid parece que asistamos únicamente a un entrenamiento para partirle la cara al rival del colegio y, eso sí, un cierto respeto por la madre. Al final, se convierte en una historia de buenos y malos, más maniquea y menos centrada en las malas prácticas.
Me parece que es algo que queda particularmente de relieve con los secundarios. Si en la película de 1984 había una cierta redención por parte de los “cobras” (qué nombres magníficos se gastaban en la época), en el remake esta parece ausente. Incluso los demonios personales del señor Han (Jackie Chan) resultan menos complejos que los de Miyagi. Por supuesto, la borrachera de este se tamiza de un otro modo y del instituto de Dre han desaparecido los porros y las litronas (aunque resulte difícil creer que este tema haya dejado de ser de actualidad en la sociedad americana).
En lo que sí ha mejorado el remake, sin duda, es en las coreografías. Aunque disfrutamos de un Jackie Chan contenido, estas resultan mucho más fluidas y están mucho más conseguidas que las del original, que solo se salvan si las ves con ojos de niño o cegado por la nostalgia, por mucho que el ataque de la grulla se haya convertido en un clásico inigualable.
Como conclusión, diría que no me inclino por una película ni por la otra. Creo que argumentalmente, aun dentro del cine de entretenimiento, la original tiene más enjundia, pero reconozco que para pasar un rato entretenido y deslumbrado, la nueva tiene ciertas ventajas.
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la borrachera de este se tamiza de un otro modo del instituto de Dre han desaparecido los porros y las litronas
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Mal vamos...
¿También le meten capones en el insti al nuevo karate kid? ¿Están en China? (que pinta sino la Gran Muralla).
“Quien vence sin obstáculos vence sin gloria”