Hamelín

Imagen de Patapalo

Reseña de la novela de Ángel Luis Sucasas publicada por 23 Escalones

 

Hamelín es un buen ejemplo de lo que es, o puede ser, la fantasía oscura. También de lo que se puede obtener cuando un autor cuenta una historia en primer lugar para sí mismo, para explorar el terreno de sus propias fascinaciones, aun sin olvidarse de los lectores.

Las sendas siniestras por las que nos hace transitar Ángel Luis Sucasas son tan sugerentes como personales. Nos adentran en un escenario en el que vemos la huella de las obras que marcaron al escritor en su infancia (y seguramente hasta día de hoy), un lienzo cuya base son las impresiones creadas por otros pero cuyo diseño es nuevo, propio, pues se realiza a base de mezclar esa paleta de colores, de forma que el resultado es inesperado.

La propia Threshold, esa ciudad imposible y al mismo tiempo identificable de algún modo extraño, es un buen ejemplo de este peculiar tapiz. Por sus calles transitan extraños filántropos, cazadores de fantasmas, encantadores de monstruos y niños perdidos marcados por un destino más trágico aún que el que se adivina en ciertas versiones de Peter Pan. Hay resonancias de los Estados Unidos que creímos conocer a través de libros y películas, un espejismo con el que estamos muy familiarizados.

Y, en efecto, también hay referencias a clásicos como el citado Peter Pan, o como el del flautista cuya sombra está presente en el título y en la propia novela, o como el de la sempiterna Alicia. Pero también otras más inesperadas que contribuyen a crear una atmósfera única y osada, que es la responsable también de algunas escenas inolvidables donde se consigue dar otro sentido a la fantasía oscura.

La prosa de Sucasas dirige la narración con estilo propio también y muestra el sello de un artista con carácter. Aunque no está totalmente madura (como evidencian algunos detalles menores, como la afición desmedida del autor por el verbo tupir), ya supera en muchos aspectos a la de una gran mayoría de escritores, noveles y consagrados, algo que se pone de manifiesto desde el primer capítulo: Hamelín no va solo de contar una historia, sino de darle todas las dimensiones que requiere (y son muchas en este caso) gracias a los recursos literarios.

El resultado es una novela apasionante y misteriosa, cuyos inescrutables senderos te llevan a callejones llenos de suspense, maravilla o terribles dramas. 23 Escalones nos la presenta en una cuidada edición que trae un mapa de Threshold, cortesía de Noé Peláez, y una impresionante portada de Carlos Núñez de Castro Torres que juega con algunas de las claves de la novela. Una lectura muy recomendable para los amantes de lo oscuro y lo fantástico.

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