Tabú

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Reseña del juego de palabras prohibidas creado por Brian Hersch y Bernard Bougrèle

Estas navidades, en familia, desempolvamos el Tabú, un juego de mesa que va a cumplir nada menos que treinta años este 2020. Y aunque algunas fichas de nuestra versión española han quedado desfasadas, nos reímos tanto y lo disfrutaron tanto los de la nueva generación que es de justicia dedicarle un artículo.

Tabú juego de mesaEl principio del juego es muy sencillo: hay dos equipos que juegan en oposición. En sus respectivos turnos van a tener un portavoz que va a intentar que el resto de los miembros de su equipo adivine una palabra que describirá sin mencionar ciertas palabras prohibidas (ni, por supuesto, ayudarse de mímica, canturreos o cualquier otro sistema que sea ajeno a la palabra oral). Sus adversarios vigilarán que no utilice la palabra tabú ni ninguna otra de la lista que la acompaña, así como tampoco derivados. Si lo hace, pitarán y el equipo perderá su turno. Si, por el contrario, sus compañeros adivinan la palabra, podrá intentarlo con otra más hasta que se le acabe el tiempo.

El sistema es muy sencillo y apenas tiene variantes: tiempo adicional en algunas casillas del tablero que marca el progreso (los puntos), tener que elegir un solo miembro del equipo para adivinar durante una ronda o “pagar” varias cartas para poder avanzar. Pero la verdad es que tampoco las necesita.

Este juego diseñado por Brian Hersch y Bernard Bougrèle está inspirado en todos esos juegos de adivinanzas colectivos, comerciales o caseros, que consisten en que tu equipo entienda lo que quieres decir pero con limitaciones “técnicas”, como el juego de las películas o el Pictionary. En él todo gira en torno a la palabra y la complicidad.

Tabu juego de mesaComo se descubre rápidamente, el primer elemento no es siempre determinante: ni siquiera aquellos que tengan un impresionante repertorio de sinónimos y conocimientos para abordar con agilidad cualquier tema tienen garantía alguna de victoria si no sintonizan con sus compañeros de equipo. Por el contrario, aquellos que se conocen bien entre sí pueden ir a la velocidad del rayo.

Por ello, el juego resulta tremendamente divertido. Tabú se apoya en los conocimientos anecdóticos comunes. Si te sabes el chiste del inglés en la farmacia, ampollas. Y en mitad de una fiesta arranca muchas risas por esas complicidades inesperadas o revisitadas, aunque también alguna frustración y su pizca de estrés a causa de los relojes de arena y el infernal pito.

Así, con una premisa más que sencilla, garantiza un buen rato siempre y cuando no te acabes sabiendo las fichas de memoria. Quizás por eso lo pillamos con tantas ganas después de años durmiendo en el armario (explica ahora quién es Imanol Arias o Marta Sánchez). Muy recomendable con familia y amigos y todo un desafío con extranjeros en la mesa.

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