Relatos desenterrados
Reseña de la antología de Enrique Cordobés publicada por Saco de huesos
La relación entre el cine y la literatura es complicada y me atrevería a decir que paradójica. Es algo que tal vez se debe a que, en la actualidad, el primero es uno de los artes más populares y apreciados, al menos entre el gran público. Así, a pesar de que sus modelos se basan en buena medida en los del segundo, tal y como expone Pere Gimferrer en Cine y literatura, siempre sobrevuela una sombra de duda cuando se habla de un escritor cinematográfico y/o influido por el séptimo arte.
No obstante, sería una necedad evitar hablar de cine cuando analizamos Relatos desenterrados, la primera antología en solitario de Enrique Cordobés, porque es un claro ejemplo de cómo estos dos artes se pueden nutrir mutuamente sin caer en síndrome del director de cine frustrado.
Es evidente que la popularización del cine ha hecho que los códigos lectores hayan cambiado. Así, las descripciones y las puestas en escena, por robar el término al mundo del teatro, han tenido que adaptarse también para llegar al lector. Y este es un aspecto clave cuando hablamos de relatos cortos, como es el caso de esta antología, que recoge trece, muy en la línea de la editorial y su colección Calabazas en el Trastero, de donde parece provenir el autor.
Enrique Cordobés consigue adentrarnos en sus historias con pinceladas rápidas y eficaces eludiendo precisamente lo literal, al igual que hacen los grandes directores de cine de terror: si se nos mostraran las cosas tal cual, las películas perderían todo su encanto. La gracia está en que lo presentado suscite sensaciones y transporte al espectador/lector, para lo cual es imprescindible una prosa que se salga de lo descriptivo para entrar en lo emocional. Además, ha de hacerlo a un ritmo sostenido, no demasiado precipitado para que el lector pueda sumergirse en el escenario, pero tampoco demasiado despacio, porque perderíamos la tensión narrativa requerida por este género.
No solo en el modus operandi Relatos desenterrados engancha como los cómics de Creepy o los cortometrajes de Historias para no dormir, sino que también tiene esa capacidad estética, muy presente en el título (quizás un homenaje o un guiño), que conecta directamente con el lector contemporáneo y lo sorprende, desde la particular intromisión de los demoniaco en Barcelona que vemos en Otro maldito viaje o la reinterpretación de los mitos vampíricos y las historias de casas encantadas que podemos encontrar en Sangre, dos de mis relatos preferidos.
El resultado es una concatenación de historias variadas y frescas, potentes en su tratamiento del terror gracias al grado de tensión que logran, y cuyo único punto común podría ser la forma que tiene de encarar la narrativa su autor, si nos atenemos a la variedad de escenarios y personajes, e incluso de complejidades narrativas. Aunque bien es cierto que podría haber otro nexo común: cualquiera de ellas te engancha de principio a fin, te fascina y te arrastra por un laberinto de escalofríos con mano firme. Esa es la firma que se adivina ya en esta primera antología en Enrique Cordobés.
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