Segunda entrega de este artículo sobre el cineasta estadounidense
Podéis leer la primera entrega en John Carpenter I
La cosa
The thing, 1982, 108 minutos.
Guión: Bill Lancaster
Un grupo de investigadores descubren una criatura alienígena que ha permanecido encerrada en los hielos durante más de 100.000 años. La criatura, que está dotada con la habilidad de imitar a la perfección a cualquier animal o ser humano con el que entre en contacto, se infiltra dentro de la Estación 4 del Instituto Nacional de Ciencias de Estados Unidos situada en la Antártida. Puesto que cada miembro del personal de la estación es incapaz de saber si sus compañeros son o no lo que dicen ser, se genera un clima claustrofóbico de desconfianza, paranoia y tensión. Uno a uno, son eliminados por el alienígena o por sus propios camaradas cuando están contaminados por la cosa. Más tarde, los supervivientes se dan cuenta de que si la criatura llega al mundo exterior podría devorar toda la vida que existe sobre la Tierra en unas pocas horas. Ahora la batalla es tanto por la supervivencia de ellos mismos como de toda la raza humana.
La película es un remake de El enigma de otro mundo (The thing from another world, Howard Hawks, 1951) pero, aunque ambas películas están basadas en la novela corta Who goes there? (John W. Campbell Jr, 1948), la versión de Carpenter es más fidedigna a la obra original. El director considera La cosa como la primera de la bautizada por él como Trilogía apocalíptica, seguida por El príncipe de las tinieblas (Prince of darkness, 1995) y En la boca del miedo (In the mouth of madness, 1995). A pesar de los años pasados por la película, esta se conserva con la misma fuerza del primer día y su espíritu de agobio y desesperación permanece intacto. No olvidemos que tuvo que competir en su día en taquillas, y perdió, frente a E.T. el extraterrestre (E.T.: the extra-terrestrial, Steven Spielberg, 1982) que nos mostraba la cara más amable y tierna de los alienígenas. Nada que ver con la criatura lovecraftiana de Carpenter.
La cosa es la única película de la filmografía de Carpenter en la que se permitió un exceso visceral y hemoglobínico por encima de la media, aunque dada la naturaleza de la criatura y de la historia no parecía haber otro remedio. Escenas como la multiplicación de los perros y la cabeza andante de uno de los investigadores ponen a prueba el estómago de más de uno incluso a día de hoy. Nuevamente contó con Kurt Russell como protagonista, con barba de varias semanas que envejece convenientemente su aspecto y que le confiere un aspecto serio, de líder natural que trata de mantener el control sobre una situación que le desborda. El desenlace de la película es bastante interpretable y espero que cada espectador saque sus propias conclusiones mientras se escucha de fondo una banda sonora repetitiva (y muy criticada en su momento) pero con la que Ennio Morricone demostró de nuevo su buen hacer.
Christine
Christine, 1983, 110 minutos.
Guión: Bill Phillips
Nació en Detroit en una línea de montaje de automóviles, pero no es un coche cualquiera. En el fondo de su chasis se aloja el mismísimo diablo. Es Christine un Plymouth Fury de 1958, rojo y blanco, cuyo único equipo normalizado comprende un deseo de venganza insaciable, que hiela la sangre a cualquiera y destruye todo aquello que encuentra en su camino. Arnie Cunningham es un chico poco popular, estudioso, perteneciente al club de ajedrez, con la cara llena de acné y unas horribles gafas negras; está lleno de complejos y las chicas no le prestan demasiada atención hasta que decide comprar y después arreglar a Christine (nombre que el vendedor le dice que tiene el coche). Su acné desaparece, le dejan de interesar los estudios y el ajedrez y consigue salir con la chica más guapa del instituto, llamada Leigh. Pero Christine es celosa y vengativa y no permitirá que Arnie reciba daño de nadie ni tenga más amor que ella.
Nuevamente nos encontramos con otra obra menor del director estadounidense. Basada en la novela homónima de Stephen King, publicada ese mismo año, sigue el desarrollo clásico de las historias de este tipo. El coche, enamorado de su dueño, está dispuesto a causar todo el daño posible a aquellos que le hagan daño a Arnie o a él mismo, con lo que resulta un tanto predecible todo lo que va a ocurrir desde el primer momento. Además el coche posee la capacidad de autorepararse, siendo esta una de las más espectaculares escenas de la película. Los actores escogidos para protagonizar Christine carecen de la fuerza interpretativa de otras películas de Carpenter pero el trabajo del director estadounidense, siempre brillante, consigue salvar la película del olvido y conseguir incluirla entre las más famosas de los años ochenta del siglo pasado. Es como ver a Kitt, el coche fantástico, pero con bastante mala leche.
La popularidad de Stephen King era tal que la película comenzó a producirse antes de que terminase de escribir el libro. El escritor ha conseguido hacer de casi todos los objetos de uso corriente máquinas asesinas. La adaptación de su novela resulta más que aceptable en su fidelidad, y esto es un hecho reconocido por todos los lectores. La maldad del automóvil va contagiando a su pusilánime dueño en una extraña y perturbadora simbiosis. El presupuesto con el que contó Carpenter para esta película fue de unos 10.000.000,00 dólares que se convirtieron en cerca de 25.000.000,00 en las taquillas mundiales, siendo estrenada en más de mil cines en su primer fin de semana. La banda sonora, del propio Carpenter y Alan Howarth, se une a otros temas más conocidos (especialmente los que Christine decide sintonizar en su radio). La versión especial en DVD contiene veinte escenas eliminadas o alternativas.
Starman
Starman, 1984, 115 minutos.
Guión: Bruce Evans / Raynold Gideon / Dean Riesner
Un vehículo espacial se estrella en el planeta Tierra, en Wisconsin, Estados Unidos. A bordo viaja un extraterrestre en misión de contactar con los terrestres en respuesta al mensaje enviado en la nave espacial Voyager I. Sobreviviendo al accidente llega a la remota cabaña de una joven viuda, Jenny Hayden, y allí toma la apariencia de su difunto marido, Scott Hayden. Superado el terror y la sorpresa inicial, Starman logra calmarla y convencerla de su presencia y su misión, que ha fracasado claramente. También le dice que si en tres días no logra llegar a un punto específico en el desierto de Arizona, el Cráter Barringer para ser rescatado por sus compañeros de viaje extraterrestres, morirá. Su accidente no ha pasado desapercibido para las autoridades estadounidenses, que le perseguirán desde el primer momento con todos los instrumentos a su alcance. El amor surge entre Jenny y el alienígena, y ella queda embarazada.
John Carpenter dirige esta historia de ciencia-ficción en la que un inocente extraterrestre llega a nuestro planeta y aprende el significado del amor humano. Dos años antes se había estrenado E.T., el extraterrestre (E.T.: the extra-terrestrial, Steven Spielberg, 1982) y atrás había quedado ya el agresivo y salvaje Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979) o incluso los infantiles y avanzados extraterrestres de Encuentros en la tercera fase (Close encounters of the third kind, Steven Spielberg, 1977). El productor Michael Douglas (sí, ese mismo) barajó los nombres de Mark Rydell, Adrian Lyne, John Badham y Tony Scott antes de decidirse por Carpenter. Y el director aceptó porque tras el pequeño desastre comercial que supuso La cosa se tuvo que embarcar en un proyecto que diera de él una imagen radicalmente opuesta, una película fantástica de ciencia ficción que fuera para toda la familia. Y lo consiguió.
Con un presupuesto estimado de 24.000.000,00 dólares, la película recaudó casi 29.000.000,00 dólares, con lo que puede considerarse un pequeño fracaso. Sin embargo ha sido la única película de John Carpenter que ha tenido una nominación para el Oscar, en concreto al mejor actor por la brillante actuación de Jeff Bridges, que sí consiguió un Premio Saturn al mejor actor en 1985. Originalmente, sin embargo, le fue ofrecido el papel a Kevin Bacon. El propio Carpenter aparece como actor en un papel menor, como piloto del helicóptero que persigue a Starman. Karen Allen merecería un artículo aparte. No le han permitido ser una actriz muy prolífica, a pesar de que su talento es más que evidente, su rostro muy expresivo y su atractivo natural más que patente, llevando buena parte de la fuerza de la interpretación del conjunto. No es una obra brillante dentro de la filmografía de John Carpenter, pero se deja ver con comodidad.
Golpe en la pequeña China
Big trouble in little China, 1986, 99 minutos.
Guión: Gary Goldman / David Z. Weinstein
Jack Burton es un camionero fanfarrón que se gana la vida transportando mercancías a China Town desde San Francisco. En una de sus entregas, en una partida de mahjong, le gana una gran cantidad de dinero a Wang Chi. Este lo convence para que, antes de cobrar el dinero, le lleve al aeropuerto a recoger a su prometida Miao Yin, tras lo cual le entregará el dinero debido. Cuando la chica es secuestrada por unos gángsteres chinos, Jack se propone rescatarla y entra en el tenebroso mundo de Lo Pan, un mago que tiene 2.000 años y que gobierna sin piedad el mundo de los espíritus. Esquivando demonios y haciendo frente a temores incomprensibles, Jack lucha a su manera en los oscuros dominios de Lo Pan, quien está condenado a la vida eterna y busca volver a la vida mediante el sacrificio de una mujer oriental de ojos verdes, en una loca carrera para salvar a la Miao Yin que, casualmente, cumple estos raros criterios físicos.
Golpe en la pequeña China es una de las películas más imaginativas de John Carpenter, una rara mezcla de cine de acción, sobrenatural y fantástico, cuyo argumento de base es tan simple como el rescate de una novia secuestrada. Kurt Rusell, acostumbrado a ser el antihéroe favorito del director estadounidense, realiza una de sus interpretaciones más divertidas en las que sale de los líos más por suerte que por habilidad. Tras haber sido actor de acción y ciencia ficción, Rusell cambia de registro a una película típicamente ochentera que se ha convertido en un film de culto. Este cambio, de hecho, jugó en contra de la película dado que el público esperaba de nuevo un personaje al estilo Serpiente Plisske y el hecho de que el propio Carpenter se ríe de sí mismo sin mermar por ello el film. El final, totalmente inesperado, resulta de los más divertidos que se pueden imaginar al preferir a su camión antes que a la chica. Lo nunca visto.
Comercialmente hablando puede ser considerada un verdadero fracaso: contó con un presupuesto de veinticinco millones de dólares y fue estrenada el seis de julio de 1986 en 1.053 salas de cine simultáneamente. Por desgracia los ingresos no llegaron ni a la mitad, a pesar de que los guionistas encargados de la película fueron el tándem formada por Gary Goldman, guionista de obras como Desafío total (Total recall, Paul Verhoeven, 1990) y Next (Lee Tamahori, 2007) y David Z. Weinstein autor de la presente película y… ya. La banda sonora de la película fue hecha, como en otras ocasiones, entre el propio John Carpenter y Alan Howarth, gran compositor y creador de efectos sonoros especiales para diversas películas. Así pues, y como sucede con buena parte del cine de John Carpenter, Golpe en la pequeña China es otra de esas películas que el tiempo ha puesto en su lugar como película de culto.
El príncipe de las tinieblas
Prince of darkness, 1987, 110 minutos.
Guion: John Carpenter
Un sacerdote cree haber descubierto un siniestro secreto: el lugar de descanso de Satán, príncipe de las tinieblas, en un misterioso cilindro lleno de un extraño fluido verde que descansa en una iglesia abandonada de Los Ángeles. Si fuera abierto, podría suponer el fin del mundo porque el líquido no es sino Satanás en persona. El religioso invita al profesor Howard Birack y a sus alumnos a investigar el extraño y peligroso cilindro. Uno de los miembros del grupo encuentra un texto que revela que Satanás es el hijo de una fuerza aún más poderosa del mal, un Anti-Dios, que está atrapado en otra dimensión. Satanás posee a uno de los estudiantes e intenta traer a su padre a su universo a través de un portal dimensional, que es en realidad un espejo normal. Y es que la religión judeo-cristiana parece estar basada en realidad en una serie de criaturas alienígenas que llegaron a la Tierra tiempo atrás.
El príncipe de las tinieblas es la segunda película de su trilogía del Apocalipsis, que se le ocurrió mientras estudiaba los conceptos de la física teórica, la materia y la antimateria y el concepto del mal absoluto. Se basó intelectualmente tanto en la saga del Bernad Quatermass, protagonista de la trilogía que comenzó con El experimento del doctor Quatermass (The Quatermass Xperiment, Val Guest, 1955), que firmó originalmente el guión como Martin Quatermass. Comete un pequeño error histórico al afirmar que el cilindro fue encerrado en una cripta por unos españoles en el año 1500, cuando no llegaron a California hasta 1534 pero, al fin y al cabo, es pecatta minuta. El poder del cilindro convoca a insectos y locos alrededor de la iglesia abandonada, creando de nuevo uno de esos ambientes claustrofóbicos y opresivos rodeados de enemigos tan propios de Carpenter (como en Asalto a la comisaría del distrito 13).
Tras el duro golpe recibido con su anterior trabajo Golpe en la pequeña China, Carpenter cayó en desgracia ante los productores y grandes estudios que olvidaron sus éxitos cinematográficos anteriores. Sin embargo, esto no supuso ningún freno para el director, que volvió a hacer aquello en lo que es un verdadero experto: una película taquillera y original con un presupuesto irrisorio. De hecho en esta ocasión sólo contó con tres millones de dólares, recaudando en taquilla más de quince millones de dólares, haciendo el rodaje enormemente rentable. Por supuesto ha sido vilipendiada, destrozada y duramente criticada, pero lo cierto es que consiguió reavivar el trabajo de un director que había vuelto a caer en desgracia. Mezclando el tema del mal con los zombis, que es en lo que se convierten aquellos a los que el mal posee. Lo más angustioso de la película es el mensaje pesimista acerca del futuro de la humanidad.
Están vivos
They live, 1988, 95 minutos.
Guion: John Carpenter
Nada es un parado sin hogar que consigue trabajo en una obra en construcción de Los Ángeles. Tras contemplar que todo lo que le rodea es muy extraño, encuentra ocasionalmente unas gafas que permiten ver a las personas en su aspecto auténtico y así descubre que importantes personajes de la política y social son en realidad extraterrestres. Durante su cruzada podrá la invasión verá que los alienígenas han llenado el mundo de mensajes subliminales que pretenden convertir a los humanos en esclavos. Así, un cartel que dice Los Datos de Control crean un ambiente informático transparente muestra la palabra Obedece a través de las gafas. Otro cartel de Ven al Caribe escrito encima de una mujer muy atractiva recostada sobre una playa, ahora muestra el texto Cásate y reprodúcete. Y para rizar el rizo, los billetes llevan realmente inscritas las palabras Este es tu Dios.
La idea la película procedió de dos fuentes bien diferenciadas: por un lado el cuento de Ray Nelson A las ocho por la mañana publicado en los años 60 y una historia titulada Nada del cómic Alien Encounters. Otra de las fuentes empleadas son las películas clásicas de invasiones alienígenas discretas, como La invasión de los ultracuerpos (Invasion of the body snatchers, Philip Kaufman, 1978) que pese a ser el remake de la versión original de Don Siegel, es mi favorita. El propio Carpenter comentó en una entrevista su aversión por la comercialización de la cultura y la política de su época (y que sigue exactamente igual o peor): Comencé a ver la TV de nuevo. Rápidamente comprendí que todo lo que vemos está diseñado para vendernos algo... Es todo sobre nuestro deseo de comprar algo. La única cosa que ellos quieren hacer es llevarse nuestro dinero. De hecho algunos de los carteles muestran la orden Consume.
En esta ocasión los alienígenas están manipulando a los seres humanos y su entorno para volverlos más favorables para ellos mismos. La clave del asunto se encuentra una señal enviada a través de una antena que fuerza a que los seres humanos no puedan ver la realidad. Las gafas, al igual que ciertas lentes de contacto, permiten ver la realidad. Como si hubiesen tomado la pastilla roja ofrecida por Morfeo en Matrix (Hermanos Wachowski, 1999), Nada y su amigo Frank son capaces de ver lo que no debería ser visto. La escena de la pelea entre los protagonistas, cuando Nada trata de convencer a Frank de que se ponga las gafas resulta ligeramente larga y tediosa, como si estuviese de relleno para completar el metraje. Obviando ese pequeño detalle, la película es original, imaginativa y con ciertos elementos de tensión. Por supuesto, no falta ese componente de muchos contra unos pocos, tan típico de Carpenter.
Memorias de un hombre invisible
Memoirs of an invisible man, 1993, 99 minutos.
Guión: William Goldman / Robert Collector / Dana Olsen
Nick Halloway es un analista financiero muy jovial y divertido miembro de un club masculino de tiburones de las finanzas que buscan un ambiente íntimo y selecto para tomar unas copas y relacionarse con mujeres de vida alegre. Allí conoce a Alice Monroe, una atractiva rubia de la que se enamora a primera vista y que no le cobra un solo dólar por besarle. Un día Nick, estando en un laboratorio, es víctima de un accidente que vuelve las moléculas de su cuerpo inestables y le transforma en un hombre invisible, junto con buena parte del edificio de investigación, y sólo podrá contar con la ayuda desinteresada de Alice. Cuando el implacable agente del gobierno David Jenkins, un auténtico monstruo al que sólo le falta la licencia para matar, conoce la existencia de Nick, intenta reclutarlo como agente de espionaje para la CIA (las ventajas de un hombre invisible en el espionaje son innegables) lo quiera él o no.
Tras cuatro años sin rodar una sola película, Carpenter estaba dispuesto a filmar lo que hiciera falta. Y no porque sus películas no recaudaran lo necesario para convertirse en rentables, que lo hicieron, sino porque no recaudaron todo lo que los inversores consideran adecuado (el triple de la inversión no es suficiente, amigos) a pesar de que hablamos de películas como El príncipe de las tinieblas o Están vivos, auténticos hitos del género. Y así acabó en Memorias de un hombre invisible, basada en basada en la afamada novela de H.F. Saint, y cuyo guión fue escrito originalmente por William Goldman, quizá el más reputado guionista de Hollywood, pero a Chevy Chase no le gustó (es lo malo que tiene el cine, todo el mundo opina… hasta yo), y lo reescribieron Collector y Olsen. No he leído el primer guión, pero el resultado resultó ser una película lineal y típica, bastante alejada del original literario, aunque respete su espíritu.
Cuenta con la brillante actuación de Sam Neill, un actor infravalorado con una variedad de registros y una calidad interpretativa que lo sitúa entre mis favoritos; olvidemos Parque Jurásico (Jurassic park, Steven Spielberg, 1993) y concentrémonos en Horizonte final (Event horizon, Paul W.S. Anderson, 1997). Daryl Hannah es también una actriz de Oscar, con una presencia y nivel de interpretación que se come con patatas a Chevy Chase, actor de nombre real Cornelius Crane Chase, cuya actuación deja bastante que desear y con una filmografía sin grandes éxitos destacables. Hay ciertos momentos de homenaje a todo un clásico del cine como el momento del reencuentro entre Nick y Alice, tomada de El hombre invisible (The Invisible Man, James Whale, 1933) o el cuerpo semitransparente del protagonista bajo el agua, el mismo efecto que, posteriormente, vimos en El hombre sin sombra (Hollow man, Paul Verhoeven, 2000)
Bolsa de cadáveres [TV]
Body bags, 1993, 92 minutos.
Guión: Billy Brown / Dan Angel
Película dividida en tres macabras historias diferentes. The gas station: La primera narra la pesadilla sufrida por una mujer que se queda sola en su primer día de trabajo, atendiendo una gasolinera durante toda una noche. Lo que ella no sabe es que un maniaco-asesino está cerca con lo que nunca conseguirá olvidar esa experiencia. Hair: En esta segunda historia tenemos las andanzas de un hombre casi calvo que desea recuperar su pelo. Para ello contrata los servicios de un doctor al que conoce por televisión que no sólo conseguirá lo prometido, sino que eso será el paso previo para una invasión de larvas extraterrestres que se alojan en el cerebro de sus víctimas. Eye: En la tercera y última historia, Tobe Hooper cuenta la historia de un jugador de béisbol que regresando a su casa una noche tiene un accidente de coche y pierde un ojo. Al poco le implantan otro cuyo anterior dueño era un peligroso psicópata.
Obviamente nos interesan las dos primeras historias, dirigidas por John Carpenter, que aparte de por ese detalle no guardan ninguna relación entre sí. En The gas station, la mejor de las tres historias y de carácter claustrofóbicamente nocturna, el propio John Carpenter interpreta un pequeño papel como cuidador de la morgue y formando parte del prólogo y el epílogo. Los personajes extraños se suceden uno tras otro, haciendo creer al espectador (y a la sufrida protagonista) que cualquiera de ellos puede ser un peligroso maníaco. La soledad, la oscuridad, lo desconocido, nuevamente el lugar cerrado asaltado por desconocidos, se convierte en el eje sobre el que gira la historia y que tan buenos resultados le han dado siempre a Carpenter. Se echa de menos un poco de la gran imaginación del director, pero a cambio consigue dar mucho con muy poco, algo que no consiguen hacer los cineastas de hoy día.
La segunda historia, Hair, resulta simpática de ver, aunque el director realiza un ejercicio más próximo al humor negro con un tinte macabro, tan habitual en Historias de la cripta y Creepy, que en contar una historia verdaderamente terrorífica. Stacy Keach, conocido por su papel del duro detective Mike Hammer en la conocida serie de televisión y que también aparece en 2013: Rescate en L.A. (Escape from L.A., 1996) del propio Carpenter, se realiza un trasplante de pelo que le lleva a tener una frondosa melena que no sólo le crece en la cabeza, sino por todo su cuerpo, incluido el interior. Uno de los mayores complejos masculinos, el de la calvicie, es usado como excusa para narrar una historia con giro de tuerca final (aspecto que me encanta en cualquier tipo de narración) y que es capaz de arrancar alguna que otra carcajada. La tercera historia, a pesar de estar protagonizada por Mark Hamill, me la voy a saltar.
Continuará...
Buff, Golpe en la pequeña China. ¡Qué recuerdos! Me fascinaba aquella película. Mi hermano me ha recomendado encarecidamente que no la vuelva a ver y que me quede con el buen recuerdo...
Están vivos la vi no hace mucho y la dilatada pelea entre el protagonista y su colega me pareció genial. Siempre que crees que ya lo dan por terminado, alehop, otra vez a darse palos Era otro tipo de cine.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.