Un repaso a la nueva adaptación cinematográfica del héroe creado por Robert E. Howard
Soy un fan absoluto de Conan el bárbaro, la película protagonizada por Arnold Schwarzenegger, así que tenía muchas papeletas para llevarme una decepción cuando fui al cine el viernes. No obstante, creo que no tiene mucho sentido dedicarme a hacer en este artículo una comparativa que ponga de relieve en qué mis expectativas se han visto frustradas: Conan, la protagonizada por Jason Momoa, no es un remake, sino una adaptación distinta de un personaje literario, así que intentaré hablar de ella como una obra independiente.
La primera impresión con la que salí del cine es que estamos ante una historia desestructurada. La acción no fluye, la historia avanza a trompicones y no tenemos tiempo de conectar con los personajes. En cierto modo, estamos ante una concatenación de escenas de combate que no generan en conjunto una narración. Y ahí, a mi parecer, es donde hace aguas la película.
El resto del filme está entre lo correcto, como la banda sonora, que acompaña con corrección el metraje, pero sin dejar ninguna huella, y lo bueno, como los efectos especiales. Es por ello que todavía da más rabia ver la película en su conjunto.
Jason Momoa es una buena elección como actor. Aunque apenas tiene diálogos, consigue captar el estilo del cimerio e imitar algunas de las expresiones faciales con las que Buscema nos lo gravó en la retina en las series de cómics Conan el bárbaro o La espada salvaje de Conan. Este acierto visual se ve también en los escenarios que se nos presentan en la película, que son muchos y variados, desde, cómo no, la Cimeria natal del aventurero a exóticos enclaves que nos recuerdan a Vendhya. Hay algunos detalles que resultan extraños (como el titánico molino cimerio) o dejan una sensación de déjà vu (el estandarte de la máscara remite al de las serpientes entrecruzadas sobre el sol), pero en líneas generales el aspecto monumental de los decorados es impresionante y acertado.
También lo es el reparto de enemigos, aunque este termina desinflándose, un error terrible en el género de espada y brujería. Los monstruos van desde los grandes clásicos, como el kraken, a elementos más originales, como los guerreros de arena. La estética de los brujos enemigos de Conan también funciona. Más, desde luego, que su papel en la historia.
Las fuentes de las que bebe el film no son 100% canónicas, pero sí que recogen muchos elementos propios del cimerio y son más coherentes con la obra de Howard que, por ejemplo, la anterior adaptación cinematográfica. Las coreografías de combate, asimismo, resultan igualmente correctas, pero, al no estar concatenadas con gracia, pierden toda su carga emotiva. Lo cual, en realidad, es el problema general de la película.
Es por ello que esta Conan da la impresión de que le falta alma. Hay medios, hay profesionalidad, hay un buen trabajo de ambientación, hay una historia correcta... pero, de alguna forma, el guiso se ha echado a perder. Me quedo con la impresión de que han ido tachando todos los elementos “indispensables” que tenían en la lista para hacer la adaptación (escena de sexo innecesaria incluida) pero, por algún motivo, se han olvidado de que tenían que contar la historia con garra.
Creo que el problema radica en que esta película ha ido dando tumbos, y probablemente el guión haya sido reescrito tantas veces que ya haya perido todo rastro de coherencia.