A lo mejor resulta que sam son siglas de "sincero aunque melancólico" jajajajjaja no, se me acaba de ocurrir jajajjaja
Una vez más, gracias por el comentario, Capitán
Un relato de jane eyre
Este es un relato escrito con tinta prestada, con palabras que cambiaron de manos y sentimientos arrancados de las entrañas. Este es un relato que pretende dejar a un alma encauzada en el destino que se escribió para ella, abrir esos ojos que se niegan a verlo y ganar el impulso necesario para salvar la distancia que separa la pesadilla del sueño. Este es, simplemente, el relato que escapó del alma de Sam.
¿Quién es Sam?
Sam nació un día de abril. Nadie sabe a qué hora, no nació en un hospital. Su nombre no venía de ningún antepasado propio.
Sam pronto aprendió que la calle era complicada, que las personas eran aún más complicadas y que tenía rivales a los que hacer frente y amigos a los que ayudar. A veces Sam olvidaba que a los rivales se les hacía frente y los ayudaba… y hacía frente a sus propios amigos. Sam estaba confundido, pero de eso hace muchos años.
Poco a poco Sam fue creciendo con su propia conciencia. Se acercó a la religión hasta sentirse lo suficientemente cerca como para darle una patada y huir de ella. Sam trató de pactar con los demonios antes de darse cuenta de que ni siquiera estos existían o, que de hacerlo, él era sin duda uno de ellos. Sam dudaba de sus acciones, pero jamás de sus preguntas sin respuesta. Sabía que alguien debía tener claves para descifrar todo lo que no le pasaba.
Sam era incapaz de sentir amor. Era capaz de dejarse llevar hasta la muerte.
A Sam le intrigaba todo cuanto le rodeaba. Exploraba cada rincón, cada herramienta. Se aburría pronto de todo, pero nunca de nada. Sam quería respuestas a todas las preguntas.
Sam era infeliz por algún motivo. Se compró su primera guitarra tras mucho ahorrar. Nadie regala nada. Ya sabía tocar algo, enchufaba la SG donde podía y grababa cintas y cintas de ruido: covers de temas que después olvidaba.
Sam era un adolescente introvertido y misterioso. Vestía desarrapado. El grunge estaba en plena eclosión y lo pilló por medio como una bandada de palomas a un gorrión despistado que, minutos antes, había encontrado un migajón. En esa sociedad en la que solo aguantan los más fuertes, Sam no era competitivo y mandó a las palomas a tomar por culo. Tan sabias ellas, tan inteligentes y desesperadas por aparentar ser la más gorda de la fuente.
Sam siempre quedó lejos de estas disputas animales. Era feliz con su guitarra, sus amigos... Miento, era infeliz, pero tenía su guitarra y sus amigos. Unos acabaron mal, otros evolucionaron, como haría él después. Encontraría la comodidad, la recompensa a su orgullo. A su profesionalidad y a saber adaptarse. A su sensatez. Pero Sam nunca dejó de ser ese adolescente introvertido y solitario. Todavía le queda mucho de eso.
Sam pretendió ser autosuficiente, como lo fue hace tiempo, pero un día se enamoró. Todos esos sentimientos que no entendía, vaciaron su cabeza de inquietudes y se volcó en hacer feliz a una persona que resultaría ser quien más daño le haría en toda su vida.
Sam era un muñeco despedazado que se arrastraba, que miraba al sol sin tener una gota de agua. De pronto, los buitres le rodearon, comenzaron con sus juegos y sus apuestas mientras él se desesperaba por encontrar una pizca de ilusión que llevarse a los labios. Sam pasó del cielo al infierno en cuestión de horas. Y del infierno siguió descendiendo hasta sentarse al lado de Satanás, que lo abrazó y con una mirada jocosa decidió recompensarle.
No quería esa recompensa que Satanás le mostraba. Pero un pacto es un pacto, y Sam recordó que lo había invocado, supuestamente sin éxito, tiempo atrás. Ahora el demonio se vengaría de todas las almas que alguna vez jugaron contra Sam, a cambio de la suya propia.
Sam perdió su alma y bebió té con el Diablo. Este se le aparecía a veces con forma de gato y le anunciaba presagios. Otras le susurraba en sueños lo que pasaría, tal y como había venido haciendo desde esa primera noche de blasfemias en que la estampa de la Virgen cayó al suelo.
Sam sabe que está vacío, pero mantiene una absurda esperanza en volver a encontrar esa reacción química que le devuelva el alma que le arrebataron. Sam quiere poder volver a enamorarse, pero de momento se desangra. Su corazón está servido en una bandeja a merced de cuervos y ladrones. A disposición de quienes lo han subastado junto a un cuerpo inerte.
Sam sabe que puede matar con una sola palabra y que puede hacer feliz con un beso, pero ahora es más verdugo que santo y prefiere no besar. Poner la cara ya es bastante duro si desea mantener la cordialidad, aunque por eso lo tachen de hipócrita. Al menos Sam nunca dijo un te quiero o un te amo que no sentía.
No hizo nada de lo que pudiera arrepentirse, más que de haber sido feliz en 2008. Sin duda borraría su vida desde ese día. Ahora la desgracia persigue a quien no entró en el pacto, y se darán cuenta más tarde o más temprano.
Sam no tiene ya ilusión por nada. Sólo vive el momento y su autodestrucción es tan visible como irremediable.
¿Qué busca Sam?
Sam ya no busca nada, pero le gustaría hacer feliz a alguien. Compartir sus momentos de alegría, sus inquietudes. Encontrar a alguien que no le traicione de la manera más burda y dolorosa, no soportaría volver a pasar por algo parecido.
Sam tiene escrito el día en que morirá. Es una fecha aún por determinar, pero fruto de una cadena de hechos. Si Sam está solo entonces, no habrá manos que le impidan caer al abismo. Ni sogas, a no ser que su cuello penda de ellas. Sam sólo quiere dar. Regalar, pero ha perdido la confianza en los demás hasta el punto en que es incapaz de conceder nada. Sam desea que el humo del infierno le abrase las entrañas durante toda la eternidad, porque así no tendrá que preocuparse por nada más.
Sam ya está muerto. Es una marioneta de la que hablan quienes no tienen voz. Está dejando trocitos de un legado que no aporta nada. A Sam todavía le duele su pasado hasta un punto inimaginable. Ha buscado ayuda, pero no ha encontrado más que hienas. Sam no es un trofeo de caza.
Sam no ha crecido. A Sam le falta la madurez para poder afrontar la vida que le han robado. Los sueños que deseaba compartir. Las ilusiones que cultivó y que el huracán del odio borró de sus campos. Sam lo tuvo todo y lo perdió sin apostar. Sabiendo que sucedería, tal y como dijo Lucifer en esos sueños desvelados.
A lo mejor resulta que sam son siglas de "sincero aunque melancólico" jajajajjaja no, se me acaba de ocurrir jajajjaja
Una vez más, gracias por el comentario, Capitán
Con una forma clara y sencilla transmites esa sensación de abandono y de melancolía que contiene la vida de Sam. Me ha gustado mucho,porque me ha parecido conciso, y que llega al lector de forma apropiada,sin una coma de más ni de menos. Destaco sobre todo la imagen de Sam tomando el té con Satán, y lo bien comprimido que esta el relato. Pequeño pero potente.
El primer párrafo es el último disfrazado.
Bueno, los pactos con el diablo no siempre son definitivos! quiza las cosas cambien para Sam ;) me ha encantado, Jane.
Debería encantarte mucho, CABEZOTA
Yo no lo encuentro en absoluto sencillo: está contado con precisión quirúrgica, las palabras dicen lo que deben, pero le veo gran profundidad, capas posibles de lectura o de interpretación. Es un personaje peculiar, con una vida vivida (o no vivida) de forma peculiar.
Me ha gustado mucho.
Wuo, me ha dejado un poquitín tocado el relato, la verdad, lo cual es buenisimo.
Muy melancolico, muy triste... Parece un relato sencillo, sí, pero como se ha dicho, yo también veo diferentes capas, y algo más, aparte de lo que se nos cuenta a las claras.
Además, Jane escribe lo que quiere escribir. Se nota que nada está puesto al azar, sino que todo está bastante calculado. La parte en la que bebe el té con Satán, me ha encantado hasta el punto de tener que hacer algún relato a partir de esa escena.
Y, sobre todo, está muy bien escrito, e igual de bien desarrollado.
¿Algo malo? Se acaba pronto, pero ya se sabe: lo bueno, si breve...
"Si no sangras, no hay gloria"
De todo tu comentario me quedo con el piropazo jajajjajaj Jane escribe lo que quiere pero, en este caso, fue una encerrona a su autor
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Muy triste el relato y, aunque "tópico", o clásico, narrado de un modo tan original o auténtico que engancha. Me ha resultado muy entretenido, aunque melancólico.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.