Marble Madness

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Comentario sobre este juego en el que encarnabas una bola... y resultaba emocionante.

 

Una de las "grandes" cosas que nos trajo el Amiga 500 fue el joystick. Aquel palitroque con dos botenes que imitaba malamente a los de las máquinas recreativas era tan "guay" que costaba trabajo pensar que un juego decente pudiera perder la oportunidad de usarlo. Pero ahí estaba el Marble Madness para convertirse en la excepción que confirmaba la regla.

El concepto es tan sencillo y sobrio que el juego tenía muchas papeletas para convertirse en un clásico. De hecho, no sé si habrán sacado una versión actualizada en estos tiempos de pantallas táctiles y dispositivos portátiles, pero no me extrañaría. Sería un modo lógico de continuar el legado de un juego que se basaba, según comentaban sus diseñadores, en los minigolf y circuitos similares.

¿De qué iba? Pues, sencillamente, de recorrer una "pista" en un tiempo limitado con nuestra bola. En total, había media docena de recorridos. Cada uno tenía sus particularidades, desde circuitos simples donde lo único que había que hacer era evitar caerse por una barranquera a complicados laberintos plagados de trampas, saltos y extraños mecanismos. De hecho, había incluso rivales (las terribles bolas negras, que a veces te "perseguían" como lapas tenaces), monstruos (unas charcas de "ácido" que te disolvían y unos tubos flexibles que te saltaban encima y podían devorarte) y, en una pantalla, criaturillas en miniatura que daban tiempo extra al ser espachurradas.

En realidad, el tiempo, la implacable cuenta atrás, era lo único que podía terminar las partidas. Cada circuito tenía un tiempo determinado para ser cumplido, menos de un minuto, y el cronómetro era implacable. Además, era acumulativo, por lo que terminar rápido las primeras pistas permitía aumentar las posibilidades de supervivencia en las últimas. Por el contrario, caerse al abismo, romperse por un salto demasiado grande o ser devorado o disuelto, lo único que hacía era retrasar al jugador.

Aun con este planteamiento tan simplón, la jugabilidad era muy alta. El juego aprovechaba muy bien las posibilidades del ratón, porque tanto la dirección como la aceleración se veían reflejadas en el movimiento de la bola, lo que desataba, en ocasiones, desplazamientos caóticos (la perspectiva isométrica confundía a veces). El modo a dos jugadores, que descubrimos tarde porque antes los ratones no abundaban en las casas y jugar con el joystick era una pesadilla, le daba todavía más emoción por los piques que, inevitablemente, se producían. Todavía recuerdo los ecos que levantaban las bolas al darse caña por los circuitos.

El sonido, de hecho, era una parte importante del juego, tanto por los efectos especiales como por la pegadiza música. Por lo visto, el juego fue además pionero por incluir un inusual sistema estéreo. En el este enlace podréis juzgar por vosotros mismos (y, de paso, ver el juego en "directo").

Además, había algo mágico en el Marble Madness, algo que difícilmente se imaginaría uno al ver su estética minimalista y su concepto, directo y simple. Y es que el juego te sumergía en su mundo. Cada circuito nuevo descubierto era un universo, y no podías evitar imaginarte cómo serían todas esas pistas que nunca se crearon. Aun en su simplicidad, Marble Madness resultaba muy sugerente, tanto por los circuitos como por las criaturas que los animaban.

El resultado fue un juego memorable, creado nada menos que en 1984, y que, estoy seguro, después de tantos años permanece en la memoria de todos aquellos que lo jugamos.

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Naftor
Desconectado
Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 655

Jugaba de pequeño a este juego, hará como que 12 años, y por aquel entonces, ya era 'viejo', pero a mi me seguia encantando. Estaba entre una pequeña colección de un emulador de la consola Megadrive que hicieron para PC. De los mejores ^^

"Dejad de echar miguitas de pan en el camino correcto, que por mucho que os empeñeis, no me gusta el pan y menos, recogerlo del suelo."

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